viernes, 19 de abril de 2013

Conceptos sencillos, palabras complicadas en el aire




He puesto a Izaskun Bilbao presidiendo esta entrada porque hacia tiempo que no me sentía tan bien representado por un o por una parlamentaria. Sabía de su capacidad pero me ha sorprendido muy gratamente comprobar, al leer su blog esta entrada (a partir del octavo párrafo), lo bien que ha preparado un tema tan técnico y complejo para una votación sobre un asunto concreto que, supongo yo, para un parlamentario no especialista en temas ambientales, le parecerá lejano y abstracto. Mi enhorabuena.

El pasado martes tenía lugar en el Parlamento Europeo una votación que, sin ser ni mucho menos “crucial” (pues la medida que finalmente fue rechazada puede volver a ser presenta por al Comisión más adelante), sí que me parecía importante como indicador de cuánto hay de sinceridad en las instituciones europeas y en los países miembros en la protección del medio ambiente y, hasta que punto, esa voluntad de protección se puede ver "contaminada" con intereses que nada tienen que ver con la naturaleza, la salud y la atmósfera pero que terminan por perjudicar a la capacidad competitiva de la industria europea, a su capacidad para crear empleo.

Como jurista, no puedo dejar de admitir que el sistema de comercio de derechos de emisión es el sistema más avanzado, más justo y, teóricamente, eficiente de internalización de costes ambientales y, como tal, la herramienta perfecta para poner al mercado a trabajar eficazmente en favor del medio ambiente.

Se supone que la existencia de un mercado líquido concede a las empresas eficientes la posibilidad de vender “derechos de emisión” y por lo tanto, ser premiadas por sus mejoras, y que obliga a las empresas menos eficientes a gastar dinero en comprarlos, castigando su competitividad en el mercado. Es el sistema definitivo para que las empresas se muevan y con ellas el I+D+i en pro de tecnologías más amigables para el medio ambiente.

Los principios teóricos se supone que ya están en marcha y que el mercado funciona. Pero un mercado, para que se consolide y funcione, necesita algo más, algo que solamente se lo da una actividad estable durante un periodo de tiempo: necesita seguridad jurídica.

Se trata de que el mercado no esté sometido a decisiones arbitrarias (básicamente derivadas de decisiones administrativas) que impidan la planificación a largo plazo.

¿Cuál es el objetivo del mercado de derechos de emisión de gases de efecto invernadero?: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, lo demás son efectos secundarios, buenos o malos, pero secundarios.

Parece ser que algunos estados miembros y la propia Comisión están preocupados por la efectividad de algunas de las políticas que se pretendían desarrollar colateralmente con la puesta en marcha del mercado de derechos de emisión y es que, al parecer, la exigencia optima para las empresas en la mejora de procesos, que a su vez provocaría una decidida apuesta por la I+D, estaba calculada por las autoridades europeas en un precio del derecho fluctuando en torno a 30,00 €/tm

Pero, en el camino se ha cruzado la dichosa crisis. La producción de la industria ha descendido dramáticamente y sectores clave para el mercado de derechos de emisión como la producción eléctrica, el refino de petróleo o la producción de cemento, han dejado de demandar derechos de emisión saturando el mercado de oferta y situando el precio en torno a los 5,00 €/tm habiendo marcado esta semana un mínimo histórico de 2,63 €/tm, el mismo día de al votación.

Independiente de los motivos, el caso es que los objetivos de reducción de emisiones de CO2 se están cumpliendo pero, claro, los derechos que las empresas compran y venden. En esta fase ya madura del desarrollo de la directiva, se van poniendo en el mercado por emisión de los estados miembros mediante subastas y, evidentemente, las expectativas de recaudación distan mucho de ser las esperadas.

Esta información del Parlamento Europe y, en concreto las explicaciones de los dos ponentes de las posturas enfrentadas en la votación, Matthias Groote y Herbert Reul, resumen la cuestión bastante bien.
Es en esta situación, peculiar pero previsible sin duda y que, como tal, debió ser contemplada en el diseño del sistema, en l que la Comisión Europea propone al Parlamento una medida que viene a decir: la libertad (en este caso la de mercado) me gusta, siempre y cuando haga lo que al regulador (económicamente) interesa... porque el fin jurídico de la norma esta, de hecho, cumpliéndose.

Además, no seamos ingenuos, cargar aún más las espaldas de la industria europea, con esta especie de "ayudas de estado invertidas", compitiendo en un mercado global, no sólo no beneficia a la atmósfera, sino que la perjudica seriamente pues cada neumático que dejemos de fabricar en Europa será sustituido por uno hecho en China, con tecnología mucho menos eficiente. No olvidemos que el problemas del calentamiento... es global.

Decían los chicos y chicas de Factor CO2, la consultora de referencia en este complejo mundo en España y una de las más importantes del mundo (y no lo digo porque sean de Bilbao), en su boletín semanal emitido, precisamente, el mismo día 16: "Día nefasto para el comercio europeo de derechos de emisión"... es posible, pero fue un buen día para la seguridad jurídica y para la atmósfera, que es de lo que se trata.


No hay comentarios: