viernes, 19 de junio de 2015

Toda una tarde dedicada al alcohol y las drogas



Ayer, cuando ya caía la anochecida de junio en Madrid, la representación de FEIQUE y de los sindicatos mayoritarios FITAG-UGT y CCOO de Industria alcanzaron un pre-acuerdo que cerraba los aspectos esenciales y que, tras los ajustes técnicos necesarios, se concretará en breve en la firma de una nueva edición del texto de Convenio General de la Industria Química para los años 2015, 2016 y 2017… tres años de estabilidad y certidumbre que permitirán a la industria centrarse en invertir y crear empleo.

¡Ah!… ¿cómo?, ¿que usted no se había enterado que anoche se firmó un pre-acuerdo, fijando ya las subidas salariales hasta 2017?.... claro, cómo no está asociado a AVEQ-KIMIKA aún no sabe cuánto subirán los salarios en esos tres años... pero, no se preocupe, eso tiene fácil arreglo…. basta con que nos llame y, claro, se asocie. Todos los responsables de recursos humanos de las empresas asociadas tenían en su email copia literal del pre-acuerdo, con todos los detalles y un resumen de los aspectos más destacados, antes de las 22:00 h, cuando apenas había transcurrido una hora de la firma.

Las empresas no asociadas tendrán que mirar el tablón de anuncios a ver qué dicen los sindicatos de la fábrica o esperar a que se publique el convenio en el BOE… ¿en agosto?... con un poco de suerte… ¿quizás?

Pero, discúlpenme, a lo que íbamos: la reunión comenzó a las 10:00 h de la mañana y dice mucho de este sector que, los temas clásicos que alargan la discusión en un convenio (salarios, jornada, contratación, cláusula de revisión…) estaban cerrados a las tres de la tarde y el acuerdo estuvo a punto de no cerrarse por el capitulo de seguridad y salud en el trabajo. En el convenio de químicas, la seguridad no es, ni mucho menos, un capítulo decorativo, es parte esencial y fundamental de las preocupaciones, tanto de las empresas como de los sindicatos.

Estuvimos toda la tarde hablando de seguridad y salud y, específicamente, de prevención de riesgos derivados de los efectos del alcohol y las drogas en las plantas. Y entre reuniones plenarias, recesos, reuniones de las ponencias, intercambios de nuevas versiones, una nueva reunión plenaria, otro receso... se nos fue toda la tarde para, finalmente, no ser capaces de alcanzar un acuerdo.

Nuestra intención, al proponer este tema, era únicamente dar base jurídica a los sistemas de prevención de riesgos laborales de las fábricas para introducir en sus evaluaciones de riesgo la posibilidad de realizar controles de alcoholemia y drogas en sus sistemas de prevención. Nada más.

Llegado este punto, un periodista preguntaría: “Pero… ¿esto lo introducen porque se han dado mucho casos en las fábricas?”…. y la respuesta es: “No. Pero menos casos hemos tenido de que se arranque un reactor con alguien de mantenimiento trabajando dentro del mismo y tenemos el caso previsto y un montón de medidas de seguridad recurrentes para que nunca suceda”.

¿Por qué no fue posible el acuerdo y solamente se acordó verbalmente que se empezaría a trabajar lo antes posible en un protocolo conjunto en la comisión mixta de seguridad y salud del Convenio?... porque los representantes sindicales consideran que es un tema que debe ser regulado de forma muy precisa, en tanto que se trata de algo que hay que compatibilizar con el derecho a la intimidad de los trabajadores y les dio miedo que pudiera ser usado en algunas empresas como herramienta de represión.

En mi opinión, el único reproche que podemos hacer a los sindicatos es no haber sido más valientes. Es cierto que este es un convenio de uso sectorial, que se aplica a miles de empresas y que las hay de todo tipo. Y que también las habrá, ninguna de ellas asociada a AVEQ-KIMIKA por supuesto, en las que la prevención no sea un fin en sí misma y se pueda pretender utilizarla como un medio para presionar ilegítimamente a los trabajadores... pero, entre tanto, un riesgo potencial como este, sobre el que en algunas fábricas ya han empezado a trabajar, carece de base de partida jurídica. Ni para bien, ni para mal.

Voy a ponerles un ejemplo: Imaginemos que una empresa ha evaluado el riesgo derivado de que los trabajadores que manejan las carretillas en el almacén hayan bebido más de la cuenta en la pausa de la comida. Es poco probable pero, también lo es que un trabajador entrenado y con experiencia se resbale y se caiga desde el domo de una cisterna y, en ningún caso, no se le permite subir sin arnés y sin engancharse a las líneas de vida instaladas en los puntos de descarga.

Imaginemos que, como medida preventiva, la empresa instala espirómetros en las carretillas y sin que el conductor sople previamente por el mismo o, en el caso de que la lectura no de un resultado por debajo de un cierto nivel de alcohol, la carretilla no arranca.

Nosotros tenemos claro que una medida como esa, tan inocua, podría ser implantada ya, sin más. Tenemos una buena batería de argumentos jurídicos para defenderla pero, aún así, podría haber quien la discutiera... ante la ausencia de consentimiento de los trabajadores o de sus representantes.

Pero, vamos un poco más allá. Imaginemos que la empresa instala los espirómetros conectados vía wifi con una central de datos y al tercer resultado positivo del mismo trabajador, en vez de trabajar sobre concienciación o, en un caso más grave, derivar el tema al servicio médico, abren un expediente sancionador por alcoholismo habitual. Un tipo sancionador recogido en el propio Estatuto de los Trabajadores… ¿qué garantías tiene ahora ese trabajador?... pues me temo que solamente el juez.

Ya saben que siempre me quedo con el lado positivo de las cosas y, el mero hecho de que se hayan dedicado tantas horas de trabajo, de tantas personas, tan preparadas e importantes como las que forman la comisión negociadora del convenio a discutir, de forma enconada, sobre evaluaciones de riesgos, puestos de especial peligrosidad, empresas Seveso o sistemas de gestión de accidentes graves, tiene enorme valor en si mismo.

Me queda la sensación de oportunidad perdida y apuesto a que este tema será en breve regulado por Real Decreto y, estoy seguro, la normativa no va a ofrecer tantas garantías a los trabajadores como ofrecíamos nosotros. Por ello, no puedo evitar tener la sensación de que FITAG-UGT y CCOO de Industria han perdido la oportunidad de adelantarse en su labor de defensa de los derechos de los trabajadores.

Seguiremos trabajando.

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viernes, 5 de junio de 2015

“Matad los planes de formación, el gobierno escogerá a los suyos”




El 14 de enero de 1208 las tropas del norte de Francia, amparadas por la cruzada promulgada por Inocencio III contra la herejía cátara, tomaban la ciudad de Bézier, en Occitania, muy cerca del mar Mediterráneo en el mediodía francés, que por entonces, eran tierras gobernadas por señores que prestaban vasallaje al rey de Aragón.

La herejía catara, espiritualista, que rechazaba todo lo terrenal como obra del Diablo y que denunciaba las cotas de corrupción del clero de aquella época, arraigó con fuerza en aquel territorio y, a pesar de los esfuerzos de Santo Domingo de Guzmán y sus frailes dominicos en tratar de convertir a sus habitantes de nuevo al catolicismo mediante la predicación, el papá se cansó de esperar y, asesorado por los monjes de la orden del Císter, decretó finalmente la conversión o la guerra.

En aquel día de invierno, tras un breve asedio, las fuerzas cruzadas asaltaron las murallas de la ciudad y rindieron la plaza. Aquella breve resistencia había condenado la ciudad al saqueo y sellado el destino de los cátaros que vivían en ella.

Los soldados franceses que capturaron a todos los habitantes de la ciudad, entre 7.000 y 12.000 personas según las fuentes, eran conscientes de que entre ellos había también muchos fieles católicos y se preguntaron cómo distinguirlos y qué castigo se les impondría a éstos y a aquellos. En su lógica medieval pensaron que habría que separar a los “buenos” de los “malos”:

Cuentan las crónicas que acudieron al delegado papal, un monje cisterciense francés llamado Arnaud Amaury, que había sido abad del Monasterio de Poblet en Tarragona, y que éste les respondió:

Tuez-les tous, Dieu reconnaîtra les siens” (Matadlos a todos, Dios escogerá a los suyos)

Y así lo hicieron.

El pasado, el gobierno central, aprobó el Real Decreto Ley 4/2015 que pretende poner orden y prevenir la corrupción en la gestión de los fondos destinados a la formación continua de los trabajadores.

Dejando a parte la discusión sobre el instrumento jurídico utilizado, reservado por la Constitución para cuestiones de “extraordinaria y urgente necesidad” difícil de justificar en este caso, la norma ya convalidad, ha sido tramitada como proyecto de ley  y está en trámite de enmiendas  en el Congreso, hace sencillamente “tabla rasa” con la formación hasta ahora organizada por las organizaciones patronales y sindicales que, directamente, ven prohibida la titularización de los planes a partir de su entrada en vigor.

Resulta absolutamente innegable que ha habido notorios  y sangrantes casos de corrupción en la gestión de estos fondos y de que era necesaria una reforma, con un refuerzo de la transparencia y de la labor inspectora, dotando a las entidades encargadas de dicha labor de medios suficientes, pero, es también evidente que dicha prohibición genérica castiga a “justos por pecadores” .

Vean nuestro ejemplo: de unos años a esta parte, los servicios de inspección de los departamentos de sanidad, medio ambiente o industria del Gobierno Vasco se han convertido, sin pretenderlo, en un eficaz sistema de prescripción de AVEQ-KIMIKA.

No es que haya ningún plan establecido, ni nada por estilo, pero, los servicios de inspección han ido comprobando como las pymes asociadas a AVEQ-KIMIKA tienen niveles de cumplimiento de las exigencias normativa mucho más elevados que el resto de empresas del sector de tamaño equivalente. Han comprobado que nuestra labor de ayudar a las pymes con las normativa tiene, de alguna manera,  una evidente “utilidad pública” y, a lo largo de las inspecciones, en muchas ocasiones, les han dado nuestros datos para que nos llamen.

Esa diferencia entre pymes asociadas y no-asociadas se fundamenta en un intenso trabajo de información y formación, en las circulares, en las consultas e informes pero, sobretodo, en unos planes de formación muy pegados al terreno, diseñados y ejecutados por la asociación, tutelados, en sus objetivos y contenidos, por los propios profesionales de la industria a través de los grupos de trabajo especializados.

Algunos entre ustedes estará pensando mal y maldirán que me quejo porque, de aplicarse el RDL tal como está, perderemos parte de nuestra financiación… en fin, les enseñaría las cifras, pero los pequeños márgenes que los planes permiten para administración y promoción de los cursos, no cubren ni un 10 por ciento del tiempo de trabajo dedicado por el equipo de AVEQ-KIMIKA al plan… sí, como lo oyen, “palmamos pasta” con la formación.

Y entonces… ¿de qué me quejo?

No estoy preocupado por la pervivencia del plan de formación del sector. Supongo que seguiremos haciendo el diseño, como prevé el RDL y… bueno, la necesidad existe, la formación que impartimos es beneficiosa, social y económicamente y hay fondos destinados a financiarla, de alguna forma lo encauzaremos pero, si les soy sincero, perder la proximidad, el cariño con el que diseñamos y programamos cada acción me da algo de miedo, temo que no alcancemos las cotas de calidad a las que, para bien, nuestros profesionales están acostumbrados.

Pero, lo que más me molesta de todo el asunto es esa sensación de que han decidido matarnos a todos, de que en lugar de molestarse en diseñar y ejecutar un buen proceso para sacar las frutas podridas del cesto, han decidido tirarnos a todos a la basura.

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«Béziers St Nazaire Pont Vieux» de User: Omnidoom 999 - Trabajo propio. Disponible bajo la licencia CC BY 3.0 vía Wikimedia Commons.