jueves, 29 de septiembre de 2016

La leyenda urbana de la lágrima del pez


Habrán escuchado ustedes alguna vez el término "leyenda urbana"... ¿verdad?.

En los tiempos que corren, la humanidad tiene acceso prácticamente general e ilimitado a casi todo el conocimiento disponible, pudiendo comprobar muy fácilmente la veracidad de cualquier hecho, dato o historia. Sin embargo, la esencia misma del ser humano lo ha cambiado, y seguimos siendo aquellos ingenuos habitantes de la pequeña aldea rural que, crédulos, daban pábulo a cualquier tipo de leyenda que cualquier charlatán pudiera contarles.

En la actualidad, no son charlatanes que recorren los pueblos encandilando a la gente, somos nosotros mismos, utilizando la misma herramienta que podría darnos la solución, los que ingenuamente creemos y transmitimos como ciertas, historias absurdas pero que, por ser especialmente chocantes, producirnos temor o desazón, nos vemos irremediablemente empujados a difundir.

Estas historias, que normalmente comienzan con la frase "Un amigo de un amigo..." pueden tener, en ocasiones, una cierta base de veracidad pero que debido al fenómeno "del teléfono estropeado" ha quedado desvirtuada, cuando no, directamente falseada.

No es este, ni mucho menos, un fenómeno exclusivo de nuestro país, expresiones parecidas se utilizan en casi todos los países. En Internet, se utiliza mucho las siglas inglesas FOAF (Friend of a friend), mucho antes de la existencia de Internet, los franceses utilizan la expresión: "L'homme qui a vu l'homme qui a vu l'ours" ("El hombre que vio al hombre que vio al oso") o los alemanes el término Freundesfreund, qué significa, ni más ni menos, que "amigo de un amigo".

Además de los hoax, difundidos por e-mail o por WhatsApp, hay foros y ambientes de personas en los que, sin necesidad de utilizar ningún tipo de tecnología, debido la circunstancia de ser grupos con temas de conversación en común, que permanecen juntas durante mucho tiempo y sin actividad, en los que muchas leyendas o historias se generan y fortalecen.

Pues bien, tengo la percepción de que uno de estos grupos, como les decía con poco que hacer y mucho tiempo para hablar, se crea en nuestras fábricas y terminales, entre los conductores de los camiones que se encuentran a la espera de que sus vehículos sean cargados o descargados.

¿Por qué les digo esto?, porque desde hace ya algún tiempo empresas asociadas, técnicos de muy elevado nivel, nos consultan una cuestión en particular, con ciertas variantes, respecto al formato de las llamadas placas-etiquetas por el código ADR, que dentro del contexto del cumplimiento legal obsesivo por parte de la industria tiene una cierta explicación, pero que, contados un domingo a mediodía, tomando un aperitivo con los amigos, resulta un tanto ridícula.

"Dicen, de hecho tengo un amigo que tiene un amigo conductor de camión que cuenta que, en una ocasión, le multaron porque la placa-etiqueta que lucía en la cisterna tenía dientes, cuando la publicada en el BOE no los tiene"


"Me han contado, me han dicho, que a un conductor amigo de un amigo le sancionaron porque el pez de la marca tenía aletas y el símbolo publicado en el BOE no los tiene"



Esto ya resulta ciertamente chocante pero, en un paso más en esta loca escalada hacia la locura, esta semana nos han llamado para preguntarnos por la "lágrima del pez"... y, sí, nosotros también tuvimos que pensar a qué podía estarse refiriendo con eso de "lágrima de pez".

En el ejemplo anterior, les he copiado a propósito una marca para mercancías peligrosas para el medio ambiente con aletas, digamos "no oficial" y, la otra, la del lado derecho, una que es reproducción exacta de la publicada en el BOE en el ADR 2013 (BOE 14/03/2013,  lo pueden comprobar en el apartado 5.2.1.8.3.) Si se fijan, la figura tiene una especie de fallo de imprenta en forma de raya vertical desde la altura del ojo.

Pues bien, la figura publicada en el ADR 2015 (BOE 16/04/2015, idéntico apartado), aunque la resolución de la imagen en el propio BOE es muy deficiente, no incluye dicho error de imprenta:

Y es entonces cuando, como les decía subidos en la espiral, uno de nuestros cargadores coloca este cartel en la recepción de los conductores:



No, no, no me entiendas mal, no quiero decir que los técnicos, muchos de ellos experimentados consejeros de seguridad para el transporte de mercancías peligrosas por carretera con muchos años de experiencia, hagan el ridículo por preguntarnos por dicha cuestión o por colgar ese cartel ya que, como les decía, este no es sino un paso más allá en el paroxismo del cumplimiento normativo en el que vive la industria en general y el transporte de mercancías peligrosas en particular.

Pero es que, además, en la normativa reguladora del transporte, se da una circunstancia especial: Esas "leyendas" pueden llegar a los oídos de agentes de la autoridad que, con un conocimiento limitado de la normativa, también las crean e impongan sanciones siguiendo las pautas descritas en la fábula. No creo que debo insistir mucho en que dichas sanciones son fácilmente recurribles, pero no deja de ser un fastidio y un trastorno tener que andar presentando papeles a la Administración Pública por temas con tan poco sentido común.

Tenemos que tener claro, siempre, que la normativa reguladora del medio ambiente y de la seguridad, y en este caso el código ADR no es una excepción, tienen como fin reducir los impactos y los riesgos y en ese sentido, discusiones de matiz solamente sirven para perder el tiempo.

Preguntémonos: ¿la placa que porta el camión sirve para indicar el tipo de riesgo que supone la mercancía contenida en el mismo y será fácilmente identificable como tal por cualquiera que se acerque al vehículo en caso de sufrir un accidente?… A partir de la respuesta a esa pregunta debemos plantearnos que una imitación absolutamente exacta, hasta el más milimétrico detalle, de las figuras publicadas en el Boletín Oficial del Estado, no es posible y por lo tanto, si las diferencias quedan dentro de lo razonable, de lo lógico, nadie podrá ser sancionado por ello.

¿El hecho de que la calavera tenga o no tenga dientes, que el pez tenga o no tenga lágrima o aletas desvirtúan el fin de la placa-etiqueta?, ¿no?... bueno, pues  ya está. Un poco de sentido común es suficiente.

Sinceramente creo que esto, que se hayan puesto sanciones alegando alguno de estos motivos, es una leyenda urbana, algo que nunca ha sucedido.

Yo no creo que existan, pero, ahora bien, si alguien que lea estas líneas guarda escaneada una papeleta de sanción alegando alguno de estos motivos, le estaría muy agradecido si me la hiciera llegar. Entonces, sí que podríamos decir que alguien ha hecho el ridículo y no sería, precisamente, ni el transportista, ni el cargador, ni el consejero de seguridad, sino quien haya firmado algo tan descabellado.


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martes, 20 de septiembre de 2016

Una huelga en Vizcaya



Vicente Cutanda no encajaba. Había nacido en Madrid en 1850, en una familia acomodada y de elevado nivel intelectual. Su padre era un insigne botánico y reconocido catedrático universitario pero Vicente, además de destacar por su talento para la pintura, llamaba la atención porque no se acomodaba a las convenciones de la clase social a la que, teóricamente, pertenecía.

Tanto es así, que durante una época incierta, entorno a los año 1890-1892, se trasladó a vivir a Barakaldo y, al parecer, buscó trabajo como obrero manual en la industria vizcaína de aquella época, con el fin de vivir en primera persona las condiciones de vida del proletariado. De vivir la revolución desde dentro.

Fruto de aquella experiencia son varias de sus obras, entre las cuales "Una huelga en Vizcaya", que ilustra esta entrada, es especialmente notable.

El cuadro es espectacular. Mide cinco metros y medio de largo y casi tres de alto. Se trata de una composición al estilo del romanticismo, con el foco puesto en un personaje central, elevado, con los brazos en alto, exaltando a las masas.

La disposición de los cuerpos recuerda a los grandes cuadros de épica histórica, como "La libertad guiando al pueblo" de Eugène Delacroix o algunos de los grandes cuadros de Jacques-Louis David, como "El rapto de las sabinas" o "El juramento del Juego de Pelota", pero avanza un paso más allá del romanticismo, incluso cuando éste sirvió a los ideales de la revolución burguesa, para glorificar la revolución obrera, la lucha contra la injusticia, contra la explotación.

El cuadro en sí tiene una historia curiosa. Tras ganar la Medalla de primera clase de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1892 fue adquirido por el Museo del Prado y, en tanto que era obra de un artista contemporáneo, fue transferido a Museo de Arte Moderno, entonces recién creado, antecesor del actual Centro Reina Sofia.

Al parecer, durante la Guerra Civil, el cuadro fue cedido en préstamo al Ministerio de Trabajo, donde se guardó a la espera de encontrarle ubicación, algo que nunca sucedió pues, al finalizar la contienda, no parecía muy apropiado para decorar la pared de un ministerio franquista.

Se perdieron los registros y el cuadro se olvidó y, el propio Museo del Prado lo daba por perdido hasta que, fruto del empeño personal del subdirector de conservación, José Luis Díez, ahora director del nuevo Museo de las Colecciones Reales, apareció en el sótano del ministerio, enrollado, medio podrido por la humedad, en el año 2003.

Tras somerterlo a una larga y muy trabajosa restauración, en la actualidad se exhibe con todo el derecho, en el Museo del Prado, en las salas de pintura española del siglo XIX que, lógicamente, con el devenir de los años, ha dejado de ser pintura contemporánea.

Pues bien, hay actitudes que deberían también colgarse en las paredes de un museo de antigüedades pero que, por desgracia, vemos todos los días.

Existe una teoría política, que se confirma cada día, que explica que una de las paradojas de la organización y la movilización social, son los denodados intentos de las élites y de las burocracias y aparatos de las organizaciones de perpetuarse más allá de sus objetivos.

Es decir, en el devenir de una organización, es lógico llegar al momento de la profesionalización de su gestión, con lo que gana en eficiencia de forma exponencial, pero dar ese paso supone que, por mucho que un partido político o un sindicato, por ejemplo, logren finalmente los objetivos para los que fueron creados, el afán personal, y humanamente lógico por otro lado, de esos profesionales de conservar su puesto de trabajo y su medio de vida, provocan que la organización trascienda a sus propios objetivos.

El otro día leía un artículo muy interesante en edición europea de la revista Politico al respecto de que las ONGs que militan en contra del acuerdo TTIP están matando a la gallina de los huevos de oro... sobre la base de acumular mentira tras mentira y de intoxicar a la opinión pública, están triunfando de tal modo, que en breve se van a quedar sin enemigo. Pues apostaría a que, cuando el TTIP se dé por liquidado, la mayoría de ellas se buscarán enemigos nuevos contra los que combatir.

Este es el mal que aqueja a algunos de nuestros sindicatos hoy en día. Se empeñan, una y otra vez, en clamar sobre la explotación laboral que sufren los trabajadores en Euskadi, hoy, en 2016. No ahorran en frases grandilocuentes, no escatiman en lenguaje de lucha y, cuando oyes ciertos discursos, según avanzan, te vas convenciendo que terminarán exhortando a tomar las armas y plantar barricadas en las calles.... y resulta que el porcentaje de sindicación entre los trabajadores vascos, hoy, en 2016, es tan ínfimo, que da risa.

Si esa realidad, que estos sindicatos se empeñan en vender fuera tal, los trabajadores y las trabajadoras lo percibirían y verían la necesidad de afiliarse, ¿verdad?... pues el caso es que les falla el argumento por la base y los aparatos de los sindicatos, sus contratados y liberados no quieren darse cuenta pues, al fin y al cabo, les va en ello su sueldo.

En esa dinámica se enmarca la actitud del "sindicato mayoritario en Euskadi". "Mayoritario" en esa pelea de liliputienses que mantienen los sindicatos vascos en la actualidad.

La lectura que han hecho sus élites ha sido: debemos exacerbar el conflicto para pervivir, debemos crear conflicto donde no lo haya para ganar en afiliados y, sobre todo, dar mucho bombo mediático a cualquier cosa que hagamos para que los trabajadores sigan pensando que nuestra labor sirve para algo.

Ahora bien, tampoco quieren que los trabajadores ocupen los medios de producción, como pediría una huelga en Bizkaia en 1892, mediante la cooperativización de las empresas por ejemplo, porque eso también les haría desaparecer como organización y sus liberados tendrían que volver a trabajar en su puesto, en la línea de producción de una fábrica.

Con esa actitud han conseguido que, en lugar de ser un instrumento para resolver problemas, su organización sea el verdadero problema y están traicionando los intereses de las personas que dicen defender al negarse, siquiera, a participar, por ejemplo, en la mesa de diálogo social... llegando a convocar manifestaciones contra el hecho de que haya organizaciones que sí asuman su responsabilidad y traten de dialogar buscando soluciones.

En la sociedad de 2016, la sociedad más culta e informada de la historia de la humanidad, existe el riesgo de que en las grandes decisiones sometidas a referéndum o escrutinio social, decisiones complejas que requieren un análisis de pros y contras de cierta profundidad, las mentiras calen y se tomen decisiones contra toda lógica, como está sucediendo con el TTIP o como ha sucedido con el Brexit, en el Reino Unido, pero el "sindicato mayoritario en Euskadi" debería renunciar a esta esperanza porque los trabajadores y las trabajadores de Euskadi, contrastan sus mensajes con lo que ven en su día a día, de forma inmediata. Ellos y ellas saben mejor que nadie cuál es su realidad.

En 1892, Vicente Cutanda retrató una visión romántica de la lucha obrera que, por desgracia para el romanticismo (o por suerte, en realidad), en el siglo XXI no tiene cabida. Sí, la vanguardia revolucionaria formada por los mineros marcha sobre Madrid, al son de la música, de las canciones revolucionarias, iluminando su camino con antorchas y portando banderas rojas al viento pero ¡lo hace para reivindicar subvenciones para sus patronos!



Ilustración: Una huelga en Vizcaya. Vicente Cutanda. Hacia 1892. Óleo sobre lienzo 275 x 550 cm. Museo del Prado.

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jueves, 8 de septiembre de 2016

¿Un Pokemon en mi fábrica?


Les voy a confesar una cosa: me gusta mucho la concepción, la idea del juego para móviles llamado Pokemon GO, del que tanto se ha hablado en los medios de comunicación este verano.

No, no lo he instalado en mi móvil pero he compartido algunos ratos muy divertidos con mi hija y mis sobrinos, mientras buscaban Pokemons, los evolucionaban, los entrenaban, los perdían y los ganaban.

La idea es sencilla pero muy ingeniosa: una vez instalado el juego en un teléfono móvil con sistema GPS, la base del juego es un mapa, que coincide con el terreno real que rodea al jugador, con éste situado en el centro, de modo que, para poder capturar Pokemons, llevarlos a competir o para cualquier otra acción del juego, es necesario que los jugadores se desplacen en la realidad de un sitio a otro.

Y, en fin, ¿qué quieren que les diga?... siendo como son irresistibles los video-juegos, me parece mucho más interesante que los chavales andén por la calle, mientras les da el aire y el sol, frente a que estén encerrados en casa sentados en el sofá con la consola.

Sucede que, respecto de cualquier novedad o innovación, siempre es mucho más noticiable todo aspecto negativo. Este verano han proliferado las noticias sobre accidentes mientras se jugaba a Pokemon GO, de la misma manera que el pasado verano lo hicieron respecto a personas que, en ese momento preciso, se hacían un “selfie”

Pero no culpen a los medios… ni siquiera a la sociedad moderna, esto es efecto de nuestro morbo social y, además siempre ha sido así. Los medios se limitan a aprovecharse de ello.

Ahora, es todo lo relacionado con móviles e Internet o con los drones voladores pero, en Bilbao y en Vitoria, por ejemplo, los meses posteriores a la inauguración del tranvía, las noticias sobre accidentes o incidentes con el nuevo medio de transporte como protagonista, eran una constante… hace cien años, abundaban las noticias giraban en torno a los atropellos con los nuevos vehículos automóviles, respecto a la electricidad o respecto de los peligros del teléfono…. y, en breve, comenzaremos a recibir informaciones sobre un accidente en Iowa, Dakar o Nagasaki con un vehículo autónomo implicado. Al tiempo.

Esperen... no activen todavía las alarmas de off-topic, que ya llego: ¿Por qué les cuento mis opiniones sobre Pokemon GO en este blog?.... pues porque una de nuestras multinacionales ha distribuido una circular entre sus fábricas de todo el mundo, explicando cómo pueden evitar que quitar un gimnasio o una Pokeparada (PokeStop) de dentro de sus instalaciones.

Sí, como lo oyen… sucede que el juego distribuye los distintos hitos del juego, de forma más o menos aleatoria, por todo el planeta y puede coincidir con que, dentro del perímetro de una industria química se esconda un monstruo especialmente raro y valioso con lo que, puede suceder con que algún aventurado jugador acceda al interior de sus instalaciones industriales en su busca.

Obviamente esto no debe ser posible. Desde AVEQ-KIMIKA llevamos muchos años abogando por un estricto control perimetral de las instalaciones, que no siempre es fácil.

La situación ideal esque la fábrica esté rodeada por una valla exterior, con el parking dentro del recinto, con una cabina de control en la verja y tornos para poder acceder de modo que, en todo momento, el departamento de seguridad sepa cuantas personas hay en el interior de las instalaciones y con qué propósito.

Estas medidas no son solo necesarias para la seguridad laboral o para una adecuada coordinación de actividades con las contratas, también por la seguridad frente amenazas exteriores, lo que los anglo-sajones llaman “security” y que distingue de “safety”.

Cuentan los veteranos de la industria historias de cuando dos avezados supuestos operarios, uniformados con mono de trabajo y todo, accedían con un camión a las instalaciones sin que nadie les diera el alto, colocaban el vehículo cerca del taller de mantenimiento y dedicaban la mañana a arramplar, eso sí, con toda apariencia de profesionalidad, con cualquier cosa que tuviera algo de valor en el mercado de la chatarra… o cuando, una mañana encontraron unos zapatos dentro de un tanque de ácido y ni rastro de su propietario… o cuando entraron a robar cable… esas cosas ya no suceden, o no deberían suceder, y la forma de evitarlas es tener asegurado el control perimetral.

Es cierto, no puedo negárselo, que supone una cierta inversión y que, dependiendo de la situación de las instalaciones, no siempre es físicamente posible, por ejemplo para una pequeña instalación ubicada en un pabellón en un polígono industrial, pero es importante que este aspecto concreto de la seguridad sea abordado y, en la medida de lo posible, cubierto y asegurado.

De todas maneras, los diseñadores de Pokemon GO ponen a disposición de todo el mundo este enlace para evitar ser parte del juego. Si han notado que últimamente chavales armados con móviles rondan sus instalaciones, les recomendaría que lo comprobaran y la forma más sencilla de hacerlo, es que alguno de sus sobrinos les preste el móvil…

Request removal of a PokéStop or Gym.

Como dice el director de HSE de está multinacional “I realize that this is one of my strangest requests since long time!!”… pero, es mejor que no se confíe, el mundo sigue avanzando y llegarán cosas más extrañas… seguro.


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La imagen que ilustra la entrada es cortesía de www.deia.com: "Pokémon GO captura Bizkaia"