jueves, 26 de diciembre de 2013

El Nombre del Paisaje





“Spoiler”, es un término inglés que se usa en Internet para referirse a un “destripe”, es decir, a la descripción de una parte importante de la trama de un programa de televisión, película, libro, etc; antes de que sea exhibido al público.

Pues bien, esta entrada contiene un Spoiler. Es un spoiler muy menor, de un libro publicado en 1980 y de una película estrenada en 1986, pero un spoiler al fin y al cabo. Así que, como soy muy respetuoso con estas cosas, los párrafos en concreto están marcados en letra roja.


Termina la novela de Umberto Eco, “El Nombre de la Rosa”, con una frase en latín: Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus  algo así como (Aunque) la rosa tiene un nombre antiguo, de la rosa sólo tenemos el nombre desnudo. Es decir, que la figura literaria de la rosa se ha utilizado tanto que ha perdido su significado.

Quizás nos pase algo parecido con el paisaje: ¿Qué es un “paisaje”?, y, sobre todo,  ¿qué es un “paisaje” que deba protegerse?... y reconozco que la respuesta no es sencilla, tanto que ni el Convenio Europeo del Paisaje, el Convenio de Florencia de 2000, firmado en el marco del Consejo de Europa, se moja demasiado:

(Art. 1.a)  por “paisaje” se entenderá cualquier parte del territorio tal como la percibe la población cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos.

(Art. 1.d) por "protección de los paisajes" se entenderán las acciones encaminadas a conservar y mantener los aspectos significativos o característicos de un paisaje justificados por su valor patrimonial derivado de su configuración natural y/o la acción del hombre.

Y, como nos siguen quedando tantas dudas, podríamos, alegando el artículo 3.1 del Código Civil, aquel tantas veces citado en estas páginas que empieza por "Las normas se interpretarán según el sentido propio de sus palabras...", acudir al diccionario... pues bien, esta vez, la Real Academia no nos es de gran ayuda:

paisaje
1. m. Extensión de terreno que se ve desde un sitio. 

A pesar de todo ello, el Convenio de Florencia, y derivado del mismo,  el proyecto de Decreto  de protección, gestión y ordenación del paisaje en la ordenación del territorio que prepara el Gobierno Vasco, reconocen el valor jurídico del paisaje, decretan por tanto su carácter de “bien jurídico” merecedor de protección y reconocen su gran influencia sobre el bienestar individual y colectivo, su valor estético y ambiental y su dimensión económica, cultural, social, patrimonial e incluso identitaria para la sociedad.

Resulta indudable la importancia social del paisaje y su trascendencia económica clara y directa pues es obvio, por resaltar lo evidente, que un bello paisaje hace que los clientes de un establecimiento hostelero estén dispuestos a pagar un precio más alto por sus habitaciones o incluso que un inmueble valga más dinero en el mercado.

Es el paisaje un valor jurídico digno de proteger pero muy difícil de ordenar. ¿Cómo se “mejora” un paisaje?, ¿es la belleza de un paisaje algo mesurable?... lo que a alguien puede parecerle hermoso a otro puede no gustarle... y es que, en realidad, no es el paisaje nada más que una cuestión estética. Importante, sin duda, pero estética.
  
Gira la trama de “El Nombre de la Rosa” en torno a los crímenes cometidos en una abadía medieval. En invierno de 1327, Guillermo de Baskerville y su discípulo y, a la sazón, narrador de la historia, Adso de Melk, llegan a una ficticia abadía benedictina, famosa por su gran biblioteca, situada en los Apeninos Ligures, los montes que separan la costa de Génova del valle del Po.

Acuden como delegados de la orden franciscana a la que pertenecen, la orden fundada por San Francisco de Asís que, en claro contraste con la riqueza y esplendor alcanzado por los bendictinos, dedicados a recaudar los diezmos de los campesinos y a custodiar, casi en exclusiva en sus abadías, la cultura europea desde el siglo VI, predica la pobreza y la humildad como verdaderos valores del cristianismo.

La reunión convocada es importante pues de ese debate entre los franciscanos y los delegados papales, algunos de ellos cardenales, príncipes de la Iglesia cubiertos de oro y sedas, podría derivar la declaración de la doctrina de la pobreza apostólica, base del ideario franciscano, como herética y terminar en la proscripción de la orden.

Sin embargo, los preparativos de la reunión se ven alterados por las sucesivas muertes de varios monjes de la abadía anfitriona. Muertes que finalmente se ven asociadas a un libro. Un libro absolutamente extraordinario. "Un libro que mata o por el que los hombres matan" y que resulta ser la única copia existente de la segunda parte del libro de la "Poética" de Aristóteles, la parte llamada "La Comedia".


Efectivamente, en realidad, la copia más antigua que se conserva en Europa de la “Poética” data del siglo XII y es una traducción, no del griego sino del árabe, a partir de las copias introducidas en el pensamiento europeo por el filósofo andalusí Averroes, verdadero responsable del re-descubrimiento el pensamiento aristotélico en la Europa medieval. Dicha copia solamente contiene la mitad del supuesto libro original, la parte denominada “La Tragedia”, la segunda parte del mismo, que debió llamarse "La Comedia", se ha perdido.

Aristóteles dedica la parte del libro que se conoce a reflexionar sobre la estética, analizando los elementos de una tragedia o de una epopeya y sus diferencias fundamentales con la historia, sobre las razones últimas para que algo nos parezca bello y hermoso.

Concluye Aristóteles que, si bien la historia debe ser la mera descripción del hecho crudo, el genero literario se basa en la mímesis, en la imitación de la naturaleza con finalidad artística, en la interpretación y necesaria alteración de "lo natural", a través de la mano del artista para, ponderando los aspectos épicos, grandiosos, infaustos, conmovedores, alterar el sentimiento del público hacia, en el caso de la tragedia, la pesadumbre y la melancolía. Según Aristóteles, es hermoso aquello que nos conmueve, que es capaz de alterar, en un sentido o en otro, nuestros sentimientos.

Pues bien, ni siquiera Aristóteles parece poder ayudarnos en nuestras dudas sobre el paisaje. El propio Convenio de Florencia parece prever estas dudas y determina que el paisaje será objeto de protección, independientemente de su carácter natural o artificial, primigenio o alterado. Será por lo tanto analizado y, susceptiblemente protegido, la percepción de valor estético que la sociedad tenga sobre un territorio, pudiendo abarcar este concepto tan indeterminado, desde las vistas del Txidoki, los campos de cereal de la Llanada Alavesa, las minas abandonadas de los montes de Triano o, ¿por qué no?, el panorama de la ría del Nervión, con sus fábricas, sus astilleros, sus grúas, sus ruinas industriales y sus cargaderos de mineral. ¡Qué difícil es regular los sentimientos!

El proyecto de Decreto prevé varios instrumentos para la proteger el paisaje: Catálogos del Paisaje, Determinaciones del Paisaje, Planes de Acción del Paisaje, Estudios de Integración Paisajística y, finalmente, las usuales y genéricas Medidas de Sensibilización, Investigación, etc. propias de todos los aspectos ambientales.

Los Catálogos serán un instrumento administrativo que irán recogiendo las áreas y lugares que deben identificarse como paisajes protegidos y, por lo tanto, determinarán la necesidad de poner en marcha el resto de instrumentos establecidos por el Decreto. 

Las Determinaciones del Paisaje serán normas que condicionarán los instrumentos de ordenación del territorio y urbanismo. Los Planes del Paisaje serán instrumentos de intervención integral para la protección y ordenación de un paisaje en áreas de especial interés incluidas en los catálogos.

Y, por último, además de las Medidas de Sensibilización, el Decreto regula los Estudios de Integración Paisajística que deberán incorporase, como un documento más, a los proyectos de obras públicas y a los que sean objeto de Estudio Individualizado de Impacto Ambiental.

El Decreto, y el Convenio de Florencia, prevén que, en muchas ocasiones, será necesario alterar el paisaje y que la conservación de éste no puede considerarse un valor absoluto sino que debe ponderarse junto con el resto de factores y elementos que componen un Desarrollo Sostenible.

Sin embargo, los intentos del proyecto de norma, y del propio Convenio, de objetivar algo tan subjetivo como la estética del paisaje, personalmente me parecen fútiles. La consecuencia de la aplicación de sus normas será que, si ya era difícil (casi imposible) poner en marcha un parque de aerogeneradores en la Comunidad Autónoma Vasca, instrumento imprescindible para el Desarrollo Energético Sostenible de nuestra sociedad ahora, al incluir de forma tan destacada un aspecto tan opinable como la percepción del paisaje, será definitivamente una entelequia (palabra, por cierto, también de origen aristotélico).

Los monjes benedictinos de "El Nombre de la Rosa" estaban dispuestos a matar por una visión estética. Para que no se difundiera la existencia de un libro escrito por "su" gran filósofo griego, el padre primigenio de la filosofía escolástica. Un libro que ponderaba la risa y la diversión, como algo estéticamente bello. Su mera existencia removía sus principios, su filosofía vital, muy propia de la Alta Edad Media y del Románico, que se basaba en percibir la vida como una tragedia, como un "valle de lágrimas", como una angustiosa prueba de sufrimiento, camino del infierno o de la salvación.

Los franciscanos lideranban un pensamiento nuevo. Representado en el arte Gótico con las imágenes de la Virgen y el Niño, de ángeles cercanos y sonrientes. Una visión del mundo en el que la alegría tenía un sitio y un sitio fundamental, en el que Dios no era un severo juez vengador sino un padre bueno, cercano y amable.

Hubo un tiempo, por suerte ya pasado, en el que había gente en Euskal Herria dispuesta a matar para defender su visión del medio ambiente y aún hay sectores sociales importantes con visiones maximalistas, simplistas y maniqueas sobre lo que es bueno y lo que es malo para el Desarrollo Sostenible.

No puede ser la Comunidad Autónoma Vasca la patria del "No" a cualquier forma de desarrollo. Y mucho me temo que introducir en los procedimiento legales factores tan opinables como la estética del paisaje favorece, precisamente, a esas posiciones muy poco basadas en la ciencia y sí en los sentimientos.

El Convenio de Florencia nos ha traído una materia de gestión que ha venido para quedarse. Hace bien el Gobierno Vasco en regularlo y darle cauces... pero es tan difícil encauzar los sentimientos...

viernes, 20 de diciembre de 2013

11 horas en Gipuzkoa



Se supone que esto de los blogs tiene que ver con que cada uno cuente su vida. En realidad, esto no es más que un diario. Así que hoy he decidido contarles lo que hice este pasado miércoles en San Sebastián y alrededores.

Algunos de ustedes ya saben, pues creo habérselo contado alguna vez en estas mismas páginas, que yo no soy más que "medio de Bilbao". Asumo que es un defecto grave, del que no debería alardear, pero creo mucho en la sinceridad. No es que presuma de ello, claro, pero es un dato importante que no debo ocultar.

Aunque, debido a la profesión de mi padre (corresponsal de prensa) mi familia vivió en varias ciudades Europeas, desde muy pequeño hasta los 26 años, viví en Madrid y no fue hasta entonces que me vine a vivir a las orillas de El Abra.

Durante todo aquel tiempo, mis padres siguieron manteniendo una estrecha vinculación con el valle de Zuia, con Murgia, y allí pasábamos aquello largos veranos, hoy desaparecidos, de nuestra infancia y adolescencia. Murgia, y por cercanía y vinculación, Bilbao y Vitoria, son el escenario de muchos de los mejores, y también alguno de los peores, recuerdos que guardo.

Sin embargo, San Sebastián quedaba lejos. Es cierto que todos los veranos, al menos hacíamos una excursión a Donosti, a Zarautz, a Hondarribi, a La Concha y a tomar un helado a la heladería italiana del Boulevard, pero solamente era turismo.

Es seguramente por todo ello que, cuando en 1997 comencé a trabajar en la Asociación de Quimicas, el territorio de la Comunidad Autónoma Vasca que menos conocía era Gipuzkoa.  Desde entonces, he ido descubriendo un lugar y una gente a la que no dejo de admirar.

Ayer miércoles (antes de ayer para ustedes), encadené tres citas distintas en Gipuzkoa que, si bien todas ellas estaban relacionadas con el medio ambiente industrial, no tenían demasiada relación entre sí y, sin embargo, en las tres terminó saliendo una cuestión, muy propia de la forma de ser y de trabajar de los guipuzcoanos.

Por la mañana, Iñaki Ugarte, director del Cluster del Papel de Euskadi, había tenido la amabilidad de invitarme a una reunión ordinaria del grupo de trabajo de responsables de medio ambiente de las empresas papeleras de la Comunidad Autónoma.

Hace ya tiempo les conté mi visión sobre el papel. Les conté que considero que el papel tiene un hueco en un mundo sostenible. Les expliqué que, en mi modesta opinión, el axioma que todo el mundo parece creerse que dice que el papel es "malo" para el medio ambiente es falso. La sociedad piensa que, al usar el papel, se destruyen los bosques y se imagina, con una lágrima en la mejilla, a las ardillas expulsadas de su hogar... es curioso que no ocurra lo mismo al comer pan y pensar en los pobres ratoncillos expulsados de sus madrigueras por las cosechadoras...

Hoy en día, el papel que se elabora en Euskadi procede de bosque sostenibles, de plantación, que capturan dióxido de carbono de la atmósfera y luchan contra el calentamiento global... y no se me ocurre una forma más noble de almacenar carbono que en forma de biblioteca.

Tras una larga e interesante introducción dedica a comentar los aspectos más destacados de la norma ISO14.006 de ecodiseño, Iñaki llevó la reunión a un endiablado ritmo de marcha, pasando por una docena de temas que preocupan, pero que sobre todo "ocupan", a los departamentos de medio ambiente de las papeleras.

Aunque asistían al menos dos empresas de Bizkaia, la mayoría, como es lógico, era de Gipuzkoa. Forman todos ellos un selecto grupo, con un elevadísimo nivel técnico, que me recordaba mucho a nuestras propias reuniones. Personas que hacen su trabajo rozando la perfección pero que se enfrentan a una sociedad que no se lo reconoce y, sobre todo, que no hace más que recordarles un pasado mucho menos glorioso.... a este respecto, siempre me he preguntado por qué no se les recuerda siempre a los médicos la época en la que hacían sangría tras sangría hasta matar al paciente...

A mediodía había quedado para comer con dos técnicos de una empresa asociada. No me dejan decir con quién (y es eso parte de la idiosincrasia de los valles de Gipuzkoa) pero que si me dejaran, ya les habríamos propuesto para los Premios Europeos de Medio Ambiente.

Comimos un menú en un restaurante de un polígono cercano y me estuvieron contando sus dos últimos años de trabajo, peleando a brazo partido, en mercados y foros europeos, con algunas de las empresas más competitivas de la química mundial. Son líderes en inversión y en tecnología, en emisiones y en balance ambiental y se han visto obligados a presionar al alza a la Comisión Europea en su exigencia ambiental... muy a pesar de los esfuerzos en sentido contrario de representantes británicos y alemanes.

Por la tarde, rematé el día acercándome al Kursaal. Llegué con tiempo y me asomé al muelle, junto a la playa de la Zurriola, a contemplar las olas pelear contra el Urumea y saqué la foto que ilustra esta entrada.

Fui testigo del austero, sencillo y breve homenaje que el Gobierno Vasco ofrecía, de la mano del propio Lehendakari, a las empresas verificada con el Reglamento EMAS. Tres empresas asociadas recogieron su diploma, FPK, Tepsa y Laboratorios Inteman.

Al terminar, mientras los homenajeados se hacían la correspondiente foto de familia, tuve ocasión de charlar con dos expertos en comunicación ambiental, con los que siempre resulta muy interesante hablar, como son Susana Unzurrunzaga y Xabier González Vegas.

Hablamos, claro está, de lo importante que hacer visible el reconocimiento que la industria vasca merece por el trabajo bien hecho en materia ambiental en los últimos 20 años pero también, de la tremenda paradoja, de la que en gran medida son las propias empresas culpables, por sus reticencias a comunicar, a venderse y a contar a los cuatro vientos lo bien que están haciendo las cosas.

Somos los vascos poco dados a "vendernos", y quizás los guipuzcoanos menos aún. Empresas situadas en el fondo del valle del Oria, del Deba o del Urola, líderes mundiales en su particular sector, exportando a más de 30 países, certificados en los más altos estándares de excelencia ambiental... y de los que sus vecinos nunca han oído hablar.

"Cuando no hacíamos las cosas bien, no decíamos nada, y ahora, que las hacemos al mejor nivel mundial... seguimos sin decir nada - me dijo uno de los técnicos a los que pude saludar, uno que no se priva de vestirse de cocinero y tocar el barril cada 20 de enero - Luis: puedes esforzarte todo lo que quieras, pero no creo que consigas cambiarnos, nosotros somos así..."

lunes, 9 de diciembre de 2013

De los residuos, del REACH y de la mala fama de los abogados.

Vous aviez faim, vous aviez faim, ça n'est que raison, mais moi aussi presque tous les jours j'ai faim et je ne vole pas pour cela! - 
Tenías hambre, tenías hambre, eso no es razón, yo también tengo hambre casi todos los días y no robo por eso.
(Honoré Daumier, Les Gens de Justice n15 -  Le Charivari - 1845-1848)


Suelo decir yo muchas veces que gente con ética y gente sin ética te encuentras en todas partes. Que, de la misma manera que hay liberados sindicales estrictos cumplidores con su deber y que se esfuerzan al máximo por defender los derechos de los trabajadores, también los hay vagos redomados y escaqueados de la más baja condición.

De la misma manera, y en idéntica proporción, existen empresarios piratas, empresarios roba panes y deshonestos pero son legión los estrictos cumplidores de las leyes, los sensatos y hacendosos  que mediante su arrojo y valor crean riqueza en su comunidad y entorno.

Como no podía ser de otra forma, en todas las profesiones y oficios, hay personas honestas y deshonestas. Y tal vez ni eso, pues la frontera entre el bien y el mal no está marcada de forma nítida y, por desgracia para nuestra tranquilidad de conciencia (para los que padecemos por tenerla, claro) las escalas de grises tienen tantos matices como personas existen.

Fontaneros, albañiles, empleados de banca, policías, ingenieros, químicos, informáticos o abogados no son diferentes en ese aspecto… y seguro como estoy de ello, no puedo dejar de preguntarme: ¿por qué somos los abogados los que tan mala fama arrastramos?

Yo tengo una teoría…. y  si quieren comprobarla en vivo y en directo, pásense este viernes por APD Bilbao y creo que les daremos una buena muestra de ello.

En mi particular y muy modesta opinión, los abogados tenemos mala fama tal vez porque nuestra profesión nos obliga a defender una cosa y la contraria de forma habitual, sin inmutarnos demasiado, en pos de la defensa de los intereses de nuestros clientes… que para eso nos pagan. Esa relatividad moral propia de nuestra profesión, no se da, al menos de forma tan evidente, en otras profesiones y oficios.

Pues bien, el tema que se va a tratar el viernes que viene en APD Bilbao, dentro del Foro 2013 de Medio Ambiente, y que llamamos coloquialmente “residuos y REACH” es uno de los aspectos que más ha propiciado esta doblez de la, por otro lado siempre bien argumentada opinión de los abogados que nos dedicamos a esto de la industria.

Hasta la aprobación del REACH en diciembre de 2006, y ante la inexistencia de un reconocimiento legal de los “subproductos” en la normativa aplicable a los residuos pero su efectiva existencia real en el tráfico mercantil y en la realidad industrial, desde AVEQ-KIMIKA defendimos ardorosamente que subproductos de casi cualquier condición eran "productos" a efectos legales y que no se podía exigir a sus adquirentes la condición de gestores. No podemos ocultar que en las zonas grises, preservada la estricta protección del medio ambiente, siempre hemos sido partidarios de favorecer la celeridad del tráfico y la apertura de mercados para favorecer la competencia. Someter los subproductos a la normativa de residuos iba, precisamente, en contra de esas premisas.

Pero la puesta en marcha del Reglamento REACH primero y de la Directiva Marco de Residuos después, que vino a reconocer la existencia legal de los subproductos de una forma, cuando menos, un tanto enrevesada. pusieron esa premisa "patas arriba" y nos encontramos, de repente, que algunas empresas nos pedía que defendiéramos justo lo contrario de lo que hasta entonces habíamos defendido. Con las mismas premisas pero con diferentes primero motivos.

Otro día les daré detalles... pero si quieren un adelanto, pásense por APD Bilbao el viernes, allí estaremos Borja Fernández Almau, Maribel Martínez, Jesús Ángel Ocio y yo para debatir y contestar a sus preguntas.

Ahora, tampoco se extrañen si a alguna de ellas les tenemos que responder con un rotundo y sonoro "no sé"... no les daremos solución a su problema pero, al menos, habrán visto que somos sinceros. Al fin y al cabo, ni Maribel ni Jesús Ángel son abogados... eso que llevan ganado.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Aquella noche en Bhopal




Si soy completamente sincero les diré que he dudado mucho si debía o no debía escribir sobre este tema en el blog. Este es, al fin y al cabo, el blog de la Industria Química Vasca y recordar el episodio más negro de la historia de la industria y quizás de la tecnología humana, no parece propio de un blog empresarial, destinado en su esencia a contar los indudables beneficios que nuestro sector reporta a la sociedad.

La noche entre el pasado 2 y 3 de diciembre se cumplieron 29 años del desastre de Bhopal y dudaba si debía o no contarles algo sobre ello. Ayer miércoles por la mañana ya lo había descartado y pensaba aburrirles con un ladrillo sobre el proyecto de Ley de Evaluación de Impacto Ambiental o, quizás mejor, contarles algo bastante más ameno sobre de qué tratará la jornada al respecto del Reglamento REACH y los residuos que celebra APD el próximo 13 de diciembre en Bilbao.

Sin embargo, ya por la tarde, alertado por un tuit de Tomás Pérez escuché la sección, en el programa La Ventana, que dirige y presenta Carles Francino en la Cadena SER, en la que cada semana Nieves Concostrina, periodista y escritora, cuenta de forma muy amena un episodio histórico.

La semana pasada, por ejemplo, relataba el descubrimiento de la tumba del faraón Tutankamón por parte de la expedición que dirigía Howard Carter en 1922. Les confesaré que, habiendo llegado ya a una cita en el Palacio Euskalduna, a la que no me quedó más remedio que ir en coche, me demoré un poco una vez ya aparcado para intentar escuchar la sección completa. Muy recomendable.

Como pueden imaginarse, el tema de ayer fue precisamente el 29 aniversario de la tragedia de Bhopal y reconsideré mi decisión y pensé que la industria, que en esencia es el compendio de los mayores logros tecnológicos que ha alcanzado la humanidad para su propio bienestar, debe recordar y, con ello, no repetir sus errores del pasado, aprendiendo de cada lección, algunas tan duras como la de aquella noche en Bhopal. Si quieren oírlo:



Es obvio que Bhopal fue un acto criminal en toda regla. Una negligencia en el mantenimiento y gestión de una instalación sin actividad productiva pero que almacenaba sustancias peligrosas.

Pero quizás convenga contextualizar algunas cosas y, como me suele suceder por otro lado, defender lo indefendible, tratando de dar una visión más amplia a lo que todo el mundo cuenta sobre aquel suceso y que son, precisamente, los aspectos a los que se ha limitado la historia que Nieves Concostrina ha relatado. Asumo que voy a hacer alguna afirmación polémica que me costará algún que otro reproche (o algo peor…).

Primera afirmación: La planta de Union Carbide de Bhopal contribuyó de manera importante a la lucha contra el hambre en India.

La fábrica de Bhopal se construye en 1969 con el objeto de fabricar Sevin, marca comercial de la sustancia carbaril o carbarilo (químicamente denominado metilcarbamato de 1-naftilo), un biocida muy efectivo frente a las principales plagas que asolaban las cosechas en la India y que, por cierto, sigue siendo uno de los insecticidas más utilizados en Estados Unidos hoy en día.

Gracias a muchas aportaciones y mejoras, pero también gracias a la fábrica de Bhopal, desde 1969 y 1984 la India pasó de una mortalidad infantil de niños menores de 5 años de un 215 por mil a 149 por mil y uno de los principales factores que contribuyó a esa mejora fue un incremento en las calorías disponibles por habitante y día de 2.059 en 1969 a 2.208 en 1984 (en la actualidad, dato de 2007, ambos ratios se situaban en 69/1000 y 2.352 calorías) y para lograr dichos avances, la lucha contra las plagas fue un elemento esencial.

La sustancia que provocó el desastre en Bhopal es un producto intermedio en la fabricación del Sevin, el isocianato de metilo (MIC), un producto muy tóxico, que reacciona muy violentamente con el agua (y por lo tanto con la humedad del ambiente). Hasta 1979 se transportaba hasta la fábrica como materia prima, con los graves riesgos que el transporte de una sustancia como esa implica, hasta que en aquella fecha comenzó a fabricarse in situ.

Pero, por desgracia, una industria sólo puede funcionar si el negocio la mantiene en marcha. Las terribles sequías que sufrió la India a principios de los años 80 dejaron a los agricultores sin cosechas y sin insectos que combatir. De hecho, en 1983 el dato de calorías disponibles por habitante y día fue mejor que el del año siguiente, alcanzando un pico de 2.251.

La producción del isocianato de metilo cesó en aquel año 1984 por la falta de mercado para el Sevin, en el momento del accidente permanecía parada y, en lo que constituye un compendio de negligencias criminales, se dejaron tanques llenos de productos peligrosos, se desmontaron equipos de seguridad y se desobedecieron los protocolos de gestión de operación.

La noche del accidente, una operación de limpieza de tuberías mal realizada provocó una entrada descontrolada de agua en un depósito de MIC. La reacción exotérmica provocó un incrementó de presión y rompió los discos de rotura. Solamente uno de los scrubber de lavado con hidróxido sódico estaba operativo. En un plazo de 45 a 60 minutos fugaron unas 30 toneladas de MIC, que una vez libre, más denso que el aire, descendió a nivel del suelo y siguió reaccionando con la humedad ambiental, generando más gases tóxicos como fosgeno o ácido cianhídrico, formando una nube letal que fue empujada por el viento hacia los barrios cercanos.

Segunda afirmación: Dow Chemical no tiene ninguna responsabilidad sobre los hechos.

A partir de aquel día, Union Carbide comenzó un rápido declive hacia la quiebra. La moral de sus trabajadores en todo el mundo quedó afectada para siempre y sus cifras le llevaron hacia las pérdidas muy rápidamente.

Dow Chemical, una de las empresas líderes de la química mundial, compró las acciones de Union Carbide en Estados Unidos 16 años después del accidente aunque, entre los activos de dicha sociedad, ya no estaba la planta de Bhopal. Union Carbide India Ltd., que en el momento del accidente era propiedad de la multinacional norteamericana en un 51% y del gobierno de la India en un 49%., fue en1994, adquirida en su totalidad por el gobierno indio, siendo, desde entonces, el único propietario de la planta y de la sociedad titular de la misma.

Es evidente que responsabilizar de los hechos a Dow Chemical y de las consecuencias de los mismos no tienen ningún sentido. Los medios de comunicación y la sociedad en general, tienden a simplificar la realidad cayendo en maniqueísmos absurdos: “si es una multinacional, es ‘mala’ y por lo tanto debe pagar”, lo que constituye un pensamiento muy cómodo, muy infantil y, además, injusto.

Una multinacional no es más que el conjunto organizado de las personas que en ella trabaja. Dow Chemical es uno de los grupos humanos mejor organizados que existe y que basa sus actuaciones en principios éticos sólidos, incluidos el de la transparencia. Su página web, en la que no evita dar su visión sobre Bhopal, es una muestra de ello.

Tercera afirmación: Las víctimas de Bhopal se enfrentan, por desgracia, a una de las bases del capitalismo.

Esta afirmación es quizás menos polémica pero no por ella deja de ser cierta.

La aventura que supone poner en marcha una empresa industrial, con los grandes capitales que hace falta acumular para iniciarla, se basa desde la revolución industrial en el siglo XIX en un pilar jurídico fundamental: la limitación de la responsabilidad.

Las sociedades mercantiles, tanto las sociedades anónimas, como las sociedades limitadas, como cualquier otra figura de organización societaria propia de otros países, basan su funcionamiento en que sus accionistas, sus propietarios, arriesgan en la aventura únicamente el capital que ponen en la sociedad. Si las cosas “van mal” a la compañía, los accionistas no se ven expuestos a perder sus bienes personales como, por ejemplo, su casa familiar.

Esta figura jurídica está pensada, y se ha demostrado tremendamente útil, para créditos comerciales y bancarios. Los prestamistas o los proveedores saben con quien se relacionan (de ahí el carácter público del registro mercantil) y hasta donde pueden asumir riesgos, prestando dinero o vendiendo a crédito a la sociedad en cuestión.

Pocos, muy pocos, se aventurarían en un riesgo empresarial de entidad si tuvieran que hacerlo arriesgando todo su patrimonio personal, la casa donde vive su familia. Aunque hay empresarios que lo hacen, avalando, por ejemplo, a su propia empresa.

Sin embargo, esa figura de limitación de la responsabilidad se ha demostrado como una barrera injusta frente a las obligaciones extracontractuales que la tecnología puede generar. No es justo, ni ético, que los vecinos de Bhopal, que no tenían por qué saber nada de Union Carbide, vean limitado su derecho a ser resarcidos por los daños sufridos.

Para evitar estas situaciones la legislación y la jurisprudencia ha ido creando normas y dictando sentencias que, en caso de fraude, en caso de tratar de utilizar la limitación de responsabilidad de las sociedades mercantiles a modo de pantalla, pueden dirigir sus reclamaciones contra accionistas o contra los seguros de cobertura de responsabilidad extracontractual, medioambiental y de otros tipos, que, de forma obligatoria, deben contratar las compañías.

Dow Chemical no ha es responsable ni jurídica ni moralmente de los hechos. No se le puede acusar de apantallarse para no afrontar su responsabilidad y la justicia debe ser ciega a la condición de los individuos y debe caer sobre los culpables y exonerar a los inocentes, sean ricos o sean pobres, sean multinacionales u ONGs.

Cuarta y última afirmación: Bhopal es una lección aprendida que la industria no puede ni debe olvidar.

Bhopal fue un toque de campana para la industria de todo el mundo. Algo así, algo tan terrible no podía volver a repetirse. Ni remotamente.

La industria química mundial, a raíz, entre otras cosas de los hechos de Bhopal, creó la iniciativa Responsible Care que tiene, entre otros un principio básico perfectamente demostrable, auditado y transparente: los estándares de seguridad de todas las plantas de las empresas firmantes, independientemente de la legislación o de la presión administrativa e inspectora de cada país, cumplen los mismos estándares de seguridad y protección del medio ambiente. Los mismos, en Estados Unidos, en la Unión Europea, en China o en la India. Dow Chemical es una de las compañías líderes en la aplicación de la iniciativa Reponsible Care y, por supuesto, no fabrica en la India productos prohibidos en Estados Unidos o en Europa.


Permítanme, por último, recomendarles un libro: “Era medianoche en Bhopal” (Casa del Libro; Amazon) de Dominique Lapierre y Javier Moro. Lo leí hace ya mucho tiempo, al poco de publicarse, y les confieso que lo empecé con muchas reticencias. Es un libro de muy fácil lectura, que engancha como buen best-seller pero que, en lugar de caer en el maniqueísmo fácil, es riguroso en los datos históricos y aporta una visión humana y realista sobre todas las personas que, de un modo u otro, participaron y sufrieron con aquel terrible suceso. Sobre las personas que crearon y operaron la planta, las personas que, con su actuación negligente, provocaron el accidente y las personas que sufrieron y que murieron como consecuencia del mismo. Personas, ni buenas ni malas, sencillamente personas.