jueves, 22 de octubre de 2009

Yo tuve un amigo imputado



Si algún día tienen que ir al Hospital de Basurto y les atiende un ATS llamado Julen, así, como quien no quiere la cosa, en lugar de hablar del tiempo, háganle una pregunta sobre prevención de riesgos. Si les mira con cara de poker, pero les da una respuesta documentada y convincente, salúdenle de mi parte. Es un gran amigo y les aseguro que estarán en las mejores manos.

Cuando se aprobó la Ley de Prevención de Riesgos Laborales en el 95, Julen llevaba ya tiempo trabajando en prevención. ATS en excedencia de Osakidetza, había encontrado su vocación en la prevención de riesgos y en su empresa había ya implantado un sistema de gestión eficiente, robusto...impecable, que con mínimas adaptaciones, superó con creces los requisitos de la Ley.

La dirección de la empresa de Julen creyó en él. Le dio confianza y autoridad para trabajar y no sólo mejoró la seguridad de la fábrica, mejoró el clima laboral, se redujo el absentismo y aumentó la eficacia y eficiencia del proceso.

Julen colaboró durante muchos años, activa y desinteresadamente, en el Grupo de Trabajo de Seguridad de AVEQ-KIMIKA, en aquel legendario “Dream Team” que formaban, además del propio Julen, entre otros (espero me disculpe si me olvido de alguno) Sánchez-Cabrejas, Martín-Zamorano, Castresana, Carrión-Urkullu y que capitaneaba el maestro Monasterio.

Fueron los que desarrollaron el "Método de Management de Seguridad, Salud y Medio Ambiente", allá por 1997, la primera Biblia de AVEQ-KIMIKA, piedra angular del desarrollo de Responsible Care en España, y base de toda la gestión de la Asociación en los últimos 12 años.

La empresa de Julen batía marca tras marca de días sin accidentes. Cada día que pasaba era un nuevo hito, un nuevo record. Los records, esos que figuran en paneles en las puertas de casi todas nuestras fábricas, no suponen gran cosa en realidad. Una empresa no es más o menos segura si han pasado 2 días desde el último accidente con baja o si han pasado 3 años, pero tiene un gran efecto motivador sobre las personas que trabajan en la instalación y suele ser motivo de orgullo entre la gente , por lo que las empresas tratan de cuidarlo al máximo.

Un viernes por la noche, hará 4 ó 5 años, a eso de las diez, ese record se agotó. Cuando terminaba el último turno y todos se disponían a acabar la faena para el cierre del fin de semana, Rober, uno de los trabajadores más comprometidos y diligentes de la fábrica, cometió una grave imprudencia.

Con la intención de dejar su puesto en perfecto estado para el cierre, se subió “un momento” a las uñas de una carretilla y cuando estaba a unos 2 metros y medio de alto, resbaló y calló sobre un contenedor aplastándose una vértebra lumbar.

Al día siguiente, Julen fue a visitarle a la clínica de la mutua. Todavía un poco atontado por los calmantes, Rober solamente acertaba a decir: “Lo siento mucho, Julen, he jodido el record, por idiota. Lo siento mucho, Julen... he jodido el record” – “No te preocupes por tonterías ahora, hombre. Tú ponte bien y déjate de records.” Le contestó Julen.

Unos días más tarde, a esto de la una del mediodía, un inspector de trabajo se presentó en la fábrica, sin avisar, como es preceptivo y es su derecho, con la intención de investigar el accidente. Preguntó por el gerente y el responsable de seguridad y entre que el gerente salía de una reunión y despedía a una visita dieron la una y cuarto. – “Bueno” dijo el inspector, “vamos rapidito que a la una y media me voy a comer....” y Julen empezó a preocuparse.

El acta que recibieron semanas más tarde, con la apertura de expediente, la sanción y el recargo de prestaciones era una locura... “¿Qué empresa ha visitado este hombre?”- se preguntaba Julen, cuando leía que no contaban con plan de prevención, que la evaluación de riesgos era deficiente y que los trabajadores estaban expuestos a riesgos claramente evitables... y Julen se preocupó un poco más.

Mientras tanto Rober había hablado con el abogado del sindicato. –“Mira, presentamos una denuncia por vía penal y así, para negociar la indemnización, tenemos al gerente cogido por los mismísimos...es más rápido, más sencillo y es una gran ventaja para negociar. Es lo normal en estos casos.”. Rober no lo veía, no quería perjudicar a nadie, pero como el abogado decía que era algo tan habitual...

Los engranajes de la justicia, lentos pero inexorables, se pusieron en marcha. Intervino la fiscalía y con un accidente grave y un informe como el que constaba en autos, tanto el gerente como el propio Julen fueron imputados por lesiones y delito contra la seguridad de los trabajadores.

Julen ya no estaba preocupado, se sentía sencillamente derrotado, abrumado. Le agobiaba su situación personal, pero lo peor de todo, era su sensación de injusticia. “Cuando me ha tocado ir a hablar con el juez, al entrar salía un tipo acusado de tráfico de drogas y al salir me he cruzado con un acusado de tres violaciones... ¿qué pinto yo aquí?” de preguntaba.

El juez de instrucción les impuso una fianza. El abogado de la empresa se equivocó en el trámite y solamente deposito la fianza por el gerente un viernes por la mañana. A Julen le bloquearon todas las cuentas corrientes al momento y el sábado le fue a buscar la Ertzaintza a su domicilio para llevárselo esposado a la comisaría, hasta que se pudo presentar el abogado con la fianza y liberarle.

Casi un año más tarde, la jueza (en el sistema español el juez de instrucción y el que juzga el caso debe ser distintos) absolvía a los imputados y les felicitaba por escrito en la sentencia por el excelente sistema de prevención de riesgos con el que contaba la empresa. La jueza desmontaba el principal argumento de la fiscalía ("la tarea que realizaba el trabajador subido a las uñas de la carretilla no estaba evaluada") con una respuesta tan sencilla como aplastante ("la conducta, que no tarea, no tiene por qué estar evaluada porque está expresamente prohibida y hay evidencia de que así se ha comunciado, en todas las formar posibles, a los trabajadores"). Pero a Julen no le animó en absoluto.

Al día siguiente, pidió la baja de la empresa, pidió regresar a su puesto en Basurto y vino a despedirse al Grupo de Trabajo de AVEQ-KIMIKA. No quería volver a saber nada de la prevención de riesgos y no fuimos capaces de reprocharle nada.

¿Cómo ha mejorado la prevención de riesgos con las distintas actuaciones de los personajes que forman esta historia?... a nosotros, a nuestros técnicos y a nuestras empresas, se nos exige una diligencia, a veces sobrehumana, se nos pide que preveamos todos los fallos, hasta las negligencias de un trabajador formado y preparado. Se nos pide prever lo imprevisto.

Sin embargo, el resto de actuantes en materia de prevención no parecen tener el mismo nivel de exigencia y actuaciones como las descritas, oportunistas, negligentes y chapuceras, prácticamente idénticas a las que sucedieron en la realidad, nos han llevado a perder uno de los mejores técnicos en seguridad con los que contábamos en AVEQ-KIMIKA (y como suelo yo decir, eso es tanto como ser uno de los mejores de toda la industria vasca).

Uno de los más antiguos lemas de la prevención dice “La seguridad es cosa de todos” debería ser, realmente, cosa “de todo”.




(Si me permiten una licencia antes del cierre. Hoy es el cumpleaños de Nerea Ruiz. No les voy a decir cuantos cumple y, aunque la vieran en persona, tampoco lo adivinarían. Nerea ha sido los cimientos y la sonrisa de AVEQ desde hace mucho tiempo y es por eso mismo por lo que me permito felicitarla en público. No sólo por su cumpleaños o por su gran trabajo del día a día, sino por ser capaz de hacerlo siempre sonriendo, siempre con un gesto amable y cariñoso para todo el mundo. Muchas gracias, Nere, no sé que haríamos sin ti.)


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5 comentarios:

Borja dijo...

Pues está muy claro, con todo lo que comentas, yo llego a una conclusión:
que Nerea cumple 25. Zorionak¡¡¡

Anónimo dijo...

errr... no me asustes con estas cosas del blog, que estamos de obras!!

María

Anónimo dijo...

Por desgracia, y gracias a la Inspección de Trabajo y a la abundante, y a veces incongruente, legislación que le sostiene, la Prevención está pasando de ser una actividad para evitar accidentes y enfermedades a una en la que uno debe cumplimentar mil papeles para llegar a demostrar ante un juez que no es culpable.
Las empresas siempre son culpables y los trabajadores sólo si se demuestra lo contrario.

Ser técnico de prevención hoy día es jugarse el cuello muchas veces, no en la obra o fábrica, sino ante el juez. Si cometes el más leve error te cuesta una multa, inhabilitación o cárcel.

Esto muchas veces, para alguien que busca resolver problemas y evitar accidentes es un castigo, no un aliciente.

Triste oficio pocas veces recompensado..pero lo vamos superando con trabajo y paciencia..

Saludos

Aitor dijo...

Como siempre, brillante blog.

Habrá pocas profesiones que en el transcurso de una década hayan experimentado un giro tan radical en su definición no escrita. La dedicación moderna de prevencionista se presentó, al amparo de la LPRL, como una labor apasionante que buscaba mejorar las instalaciones, perfeccionar el funcionamiento de la organización y convencer al “pequeño gruñón que llevamos todos dentro” de que asimilara nuevas conductas seguras convirtiéndolas en hábitos.

Lamentablemente, con el devenir de los años, las presiones sindicales han forzado unos virajes desatinados en la legislación que han transformado a la profesión de prevencionista en una figura gris. Una profesión sin alma que dedica su tiempo a revestirse de papeles que le amortigüen a él y a sus compañeros (encargados de área o taller, jefes de departamento, directores,...) de los daños de la espada de Damocles que supone la siempre presente posibilidad de terminar sentado en el banquillo de los acusados. Esta reciente obsesión resulta contraproducente, ya que atenaza al prevencionista y desvía sus esfuerzos de los objetivos iniciales.

Deberíamos fijarnos en cómo la Administración actúa en un tema de su competencia como es la Seguridad Vial. Ellos establecen unas normas (Código de Circulación) que difunden entre conductores y peatones (carnés de conducir, educación vial,..), construyen y mantienen unas infraestructuras (carreteras, semáforos, guardarraíles,...), vigilan su cumplimiento mediante catas (controles, radares,...), y en caso de producirse un percance le atribuye la falta al usuario (saltarse un semáforo, exceso de velocidad, cruzar en rojo, no moderar la velocidad con lluvia,....). De esta forma a nadie se le ocurre, salvo error flagrante, acusar a la Administración por los accidentes ocurridos en las vías que ellos regentan, pudiendo dedicar los esfuerzos en mejorar las instalaciones y modificar conductas (actuación sobre puntos negros de las vías y campañas de concienciación).

Así se avanzaría, pero...

Joan V. Duran dijo...

Me has puesto la piel de gallina.
Cuando después de 30 años como Director de Fábrica o General, pero siempre con responsabilidad sobre la fábrica, me ofrecieron la dirección comercial de Media Europa, Medio Oriente y África, no dudé ni un minuto en decir que sí. Mis amigos y mi familia que me consideraban un animal industrial de raza, se quedaron muy sorprendidos. Sin comentarlo a nadie llevaba varios años sufriendo en silencio la angustia de pensar: ¿Y si ahora que ya vas hacia el final de tu carrera ocurre un accidente grave en tu planta? Llevábamos unos resultados muy buenos en el tema, pero como bien has dicho, el que en la puerta ponga que llevas más de 9 años sin accidentes no es garantía de que pases otros nueve sin ellos.
Entiendo perfectamente que tu amigo dejara la prevención. Algo habrá que hacer para que esta noble profesión no esté bajo este riesgo permanentemente.
Por cierto, también me lo pasé muy bien de comercial, que es mucho más complejo de lo que los industriales pensamos. Pero esto lo dejamos para otro día. Un abrazo. Joan.