Hay un lema que, los que nos dedicamos a la química, usamos con frecuencia para introducir o explicar cómo la química forma parte esencial de nuestra vida diaria. Que intentar contraponer lo “químico” y lo “natural” es tan absurdo que roza la estupidez. Ese lema, que preside muchas de las actividades de AVEQ-KIMIKA en comunicación se formula como “La Química y la Vida” aunque, en realidad, es un lema un poco redundante... me explico.
En una ocasión que me acerqué a escuchar una conferencia sobre nanoteconología de Pedro Miguel Etxenike (sí, vale, soy un abogado raro....) dijo, que por mucho que él se ajustara muy bien a su tema, siempre que daba una charla, en el turno de preguntas, se veía obligado a dejar de hablar de física para hablar de metafísica.
La metafísica, concepto que como casi todo en la filosofía occidental proviene de Grecia, viene a significar algo así como “después de los [libros] físicos” que es la designación que se aplicó en la ordenación de las obras de Aristóteles a los libros de la filosofía primera y se define en castellano como la parte de la filosofía que trata del "ser" en cuanto tal, y de sus propiedades, principios y causas primeras
Es este un fenómeno, esta mezcla de ciencia y filosofía, que sucede con frecuencia siempre que la ciencia llega hasta las primeras causas y los científicos desbordan las fronteras de lo conocido. Una de estas fronteras es el origen de la vida.
Científicamente se entiende que un ser vivo es todo aquel ente capaz de reproducirse con el objeto de perpetuar su ADN, su ácido desoxirribonucleico, que es el componente químico primario de los cromosomas y el material con el que están hechos los genes.
En materia patológica, por ejemplo, la diferencia entre “intoxicación” e “infección” es que el agente que produce el efecto en nuestro cuerpo, en la infección, es un ser vivo que se reproduce en nuestro interior.
Los parásitos, son seres vivos, por ejemplo la familia de parásitos que produce la malaria (el “Plasmodium falciparum” es uno de los peores), que transmiten los mosquitos. Las bacterias son seres vivos, la “Streptococcus pyogenes” que produce la infección de anginas, son seres vivos.
Con los organismos cada vez más sencillo empiezan las duda. Aunque hay muchas discusiones al respecto, la frontera la marcarían los virus, que tienen ADN sí, pero que necesitan de otras células para poder reproducirse (de esta circunstancia parten las dudas sobre si son seres vivos o no). Por ejemplo, el felizmente desparecido (o casi) “Variola virus” que provocaba la viruela.
Por último, ya claramente ajenos a la vida, aunque su origen y complejidad los ponen en la parte alta de las "intoxicaciones", estarían los “priones”, agregados supramoleculares (glucoproteínas) anómalos que provocan la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, encefalopatía espongiforme o mal de las vacas locas, que no tienen ADN y no son, en ningún caso, un "ser vivo".
¿Y qué es el ADN?.... bueno: una molécula química muy especial y extraordinariamente compleja. Los componentes del ADN, que es una “macromolécula”, un polímero vamos, sí, como los plásticos, son los nucleótidos (monómeros); cada nucleótido está formado por un grupo fosfato (PO4), un azúcar: la desoxirribosa (C5H10O4) y una base nitrogenada, que pueden ser: adenina (C5H5N5), guanina (C5H5N5O), citosina (C4H5N3O) y timina (C5H6N2O2).
Cuando se dibuja el ADN se las señala con a letra inicial de sus nombres A, G, C y T y, como puede verse, son “tan sólo” combinaciones complejas de carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno.
Es evidente que el ADN es pura química y entonces, la pregunta que nos asalta es: ¿la vida es anterior al ADN o el ADN anterior a la vida?.
La única respuesta lógica es que, por pura casualidad según unos, mediante la intervención de un creador según otros, y es en esa última causa dónde llegamos a la metafísica o a la religión, los átomos se combinaron en esa molécula que tiene la característica química de ser capaz de captar otros átomos a su alrededor y reproducirse a sí misma y la de ir generando a su alrededor otras moléculas, determinadas en su configuración y combinaciones por su propia estructura, denominadas proteínas, cada vez más complejas gracias a la evolución natural: proteínas estructurales como las que forman los músculos, cartílagos, pelo, etc., o bien funcionales como las de la hemoglobina, o las innumerables enzimas, del organismo...
Es decir que, en realidad, el ADN no es un instrumento del cuerpo, el cuerpo, la vida, es una consecuencia del ADN.
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En una ocasión que me acerqué a escuchar una conferencia sobre nanoteconología de Pedro Miguel Etxenike (sí, vale, soy un abogado raro....) dijo, que por mucho que él se ajustara muy bien a su tema, siempre que daba una charla, en el turno de preguntas, se veía obligado a dejar de hablar de física para hablar de metafísica.
La metafísica, concepto que como casi todo en la filosofía occidental proviene de Grecia, viene a significar algo así como “después de los [libros] físicos” que es la designación que se aplicó en la ordenación de las obras de Aristóteles a los libros de la filosofía primera y se define en castellano como la parte de la filosofía que trata del "ser" en cuanto tal, y de sus propiedades, principios y causas primeras
Es este un fenómeno, esta mezcla de ciencia y filosofía, que sucede con frecuencia siempre que la ciencia llega hasta las primeras causas y los científicos desbordan las fronteras de lo conocido. Una de estas fronteras es el origen de la vida.
Científicamente se entiende que un ser vivo es todo aquel ente capaz de reproducirse con el objeto de perpetuar su ADN, su ácido desoxirribonucleico, que es el componente químico primario de los cromosomas y el material con el que están hechos los genes.
En materia patológica, por ejemplo, la diferencia entre “intoxicación” e “infección” es que el agente que produce el efecto en nuestro cuerpo, en la infección, es un ser vivo que se reproduce en nuestro interior.
Los parásitos, son seres vivos, por ejemplo la familia de parásitos que produce la malaria (el “Plasmodium falciparum” es uno de los peores), que transmiten los mosquitos. Las bacterias son seres vivos, la “Streptococcus pyogenes” que produce la infección de anginas, son seres vivos.
Con los organismos cada vez más sencillo empiezan las duda. Aunque hay muchas discusiones al respecto, la frontera la marcarían los virus, que tienen ADN sí, pero que necesitan de otras células para poder reproducirse (de esta circunstancia parten las dudas sobre si son seres vivos o no). Por ejemplo, el felizmente desparecido (o casi) “Variola virus” que provocaba la viruela.
Por último, ya claramente ajenos a la vida, aunque su origen y complejidad los ponen en la parte alta de las "intoxicaciones", estarían los “priones”, agregados supramoleculares (glucoproteínas) anómalos que provocan la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, encefalopatía espongiforme o mal de las vacas locas, que no tienen ADN y no son, en ningún caso, un "ser vivo".
¿Y qué es el ADN?.... bueno: una molécula química muy especial y extraordinariamente compleja. Los componentes del ADN, que es una “macromolécula”, un polímero vamos, sí, como los plásticos, son los nucleótidos (monómeros); cada nucleótido está formado por un grupo fosfato (PO4), un azúcar: la desoxirribosa (C5H10O4) y una base nitrogenada, que pueden ser: adenina (C5H5N5), guanina (C5H5N5O), citosina (C4H5N3O) y timina (C5H6N2O2).
Cuando se dibuja el ADN se las señala con a letra inicial de sus nombres A, G, C y T y, como puede verse, son “tan sólo” combinaciones complejas de carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno.
Es evidente que el ADN es pura química y entonces, la pregunta que nos asalta es: ¿la vida es anterior al ADN o el ADN anterior a la vida?.
La única respuesta lógica es que, por pura casualidad según unos, mediante la intervención de un creador según otros, y es en esa última causa dónde llegamos a la metafísica o a la religión, los átomos se combinaron en esa molécula que tiene la característica química de ser capaz de captar otros átomos a su alrededor y reproducirse a sí misma y la de ir generando a su alrededor otras moléculas, determinadas en su configuración y combinaciones por su propia estructura, denominadas proteínas, cada vez más complejas gracias a la evolución natural: proteínas estructurales como las que forman los músculos, cartílagos, pelo, etc., o bien funcionales como las de la hemoglobina, o las innumerables enzimas, del organismo...
Es decir que, en realidad, el ADN no es un instrumento del cuerpo, el cuerpo, la vida, es una consecuencia del ADN.
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