Antes de las fiestas navideñas (las que aún no creo haberles felicitado. Espero me perdonen la grosería), me comprometí a escribir una entrada "de recurso" destinada a realizar un par de aclaraciones sobre el "tono" de este blog y sus aspiraciones.
Una vez escrita, pondremos un enlace en la columna de la derecha, entre las entradas importantes, y remitiré aquí cualquier polémica, duda y, en definitiva, mal rollo que le pues surgir a algún lector por tratar temas tan serios demasiado a la ligera.
Este blog nació a finales de verano de 2008. Su objetivo fundamental era reforzar los mensajes que mandábamos desde AVEQ-KIMIKA.
Creo que lo he explicado en muchas ocasiones, pero el diseño de la comunicación en la Asociación parte de una premisa muy sencilla: con la asunción y generalización de Internet, el acceso a la información ya no es un problema. El cuello de botella se encuentra en convetir toda esa información en conocimiento. En la fracción de información que un profesional de la industria puede procesar e interiorizar para poder tomar decisiones con ella. Nuestra labor debe ser desbrozar, trillar y resumir la información.
Tenemos muchas herramientas de comunicación, enviamos circulares, un newsletter, hacemos informes, atendemos consultas, organizamos cursos, jornadas y seminarios, pero pensamos que en ocasiones, los mensajes pueden reforzarse mediante un canal en un tono más informal y distendido que aligere la sensación de estrés y que, según los expertos, ayude a retener más facilmente lo fundamental.
Así, por ejemplo, uno de los mensaje que hemos querido transmitir desde la publicación de Dectreto 277/2010 era, "A partir de la entrada en vigor, las empresas que cumplan con los requisitos del anexo tendrán obligación legal de preavisar cuando realicen simulacros y ejercicios. A resto de las empresas asociadas les recomendamos hacerlo igualmente".
Obviamente hemos transmitido ese mensaje por todos nuestros medios. Lo hemos puesto en la circular muy seria que enviamos en su día. Lo hemos dicho en jornadas, lo hemos escrito en el boletín y respondiendo a consultas al respecto. Pero cuando hace unas semanas llegó la consulta a la que aludíamos en la entrada, de una empresa de muy elevado nivel de gestión, decidimos que era hora de dedicarle una entrada específica en el blog.
Pero... ¿por qué las anecdotas?, ¿a qué viene las gracietas?... creo que ya lo he explicado pero me parece que un ejemplo puede ilustrar un poco más la cuestión. Ya les he citado alguna vez en este blog la figura de Richard Feynman, premio Nobel de física en 1965, uno de los más importantes científicos del siglo XX en el campo de la física cuántica, que durante la II Guerra Mundial trabajó en el Proyecto Manhattan, en las instalaciones de Los Alamos (Nuevo México), en el desarrollo de la bomba atómica.
Feynman era extremadamente inteligente, eso es casi obvio decirlo, pero, además tenía una forma muy particular de ver la vida y de hacer las cosas. Por ejemplo, tenía una extraordinaria habilidad para la mecánica y, en concreto, era muy hábil abriendo candados y cerraduras y resolviendo combinaciones de acceso. Digamos que, uno de sus hobbies, además de tocar los bongos con bastante pericia según parece, era la seguridad.
Contaba él mismo en una conferencia sobre su experiencia en el proyecto Manhattan que la celeridad y la improvisación debidas por la situación de guerra motivaron que, en ocasiones, no se prestara la debida atención a aspectos de seguridad, un tema clave en una instalación y un proyecto de ese tipo.
Contaba que, en cierta ocasión, descubrió un agujero en el vallado que rodeaba las instalaciones y, consciente de que un aviso de palabra o incluso por escrito no tendría el tratamiento prioritario suficiente, dedicó su rato de ejercicio diario a salir por el agujero del vallado y volver a entrar por la puerta de acceso, saludando notoriamente al guardia en cada ocasión hasta que, lógicamente, el guardia se mosqueó lo suficiente para deternerle y decretar la consiguiente alarma.
Explicaba Feynman que, de ese modo, el tema quedó solucionado ese mismo día.
No pretendo compararme con Richard Feynman, por supuesto, pero comparto con él un punto de vista: si el humor, o más propiamente, el desenfado, puede ayudar a que el mensaje llegue de forma más fácil y efectiva, a que se retenga mejor en la mente de los destinatarios, mientras seamos rigurosos con los contenidos... ¿por qué no utilizarlo?
Pues esa, y no otra, es la filosofía del blog. Si a alguien puede molestarle, de verdad que lo siento, pero nadie está obligado a leerlo.
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3 comentarios:
El sentido del humor lo veo como una gran virtud en aquel que lo tiene y lo practica.
En el BOE parece dificil justificar un tono jocoso, pero en un blog es una virtud, así que ¡viva el humor!.
Enhorabuena por el blog, por el contenido y por el sentido del humor.
Tenemos que reirnos más, de la vida y de nosotros mismos.
Sólo quería aprovechar la ocasión para comentar que tu blog, Luis, me parece estupendo y que no me lo pierdo por nada. Además de aumentar conocimientos y/o aclaraciones sobre los temas que tratamos en el trabajo, consigues que nos riamos con ellos, incluso con el IKS, que ya es un decir.
Así que espero que sigas con "el tono" habitual en tu blog.
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