jueves, 16 de agosto de 2012

Digamos que es usted un alcalde honrado en 2008


Digamos que es usted un tipo honrado que fue elegido alcalde de su pueblo en mayo de 2007, un municipio de tamaño medio, cerca de una importante autovía y no demasiado lejos de la capital de la Comunidad Autónoma. Estamos a principio de 2008 y este es un país distinto, más feliz pero también más inconsciente.

Usted no pudo estudiar. Empezó a trabajar muy joven de “chispas” en una fábrica de la cercana capital y con el tiempo, el trabajo duro y la experiencia ha conseguido un buen puesto que, con los turnos, le proporciona un estupendo sueldo (de hecho, como alcalde, cobra algo menos… eso sí, con horario de oficina).

Tiene mucha experiencia en gestión, obtenida echando una mano en el sindicato y es muy conocido en su pueblo por haber sido presidente del club ciclista y haber organizado infinidad de carreras, eventos y cursos, siempre con excelentes resultados.

Le costó un poco dar el paso a la política, en la que no tiene ambiciones, pero resulta que, cada vez que salía a tomar algo por los bares del pueblo, algún vecino se lo preguntaba y le animaba a presentarse y, la verdad, el ego le ha empujado un poquillo. Es agradable que todos los vecinos le conozcan y consulten… aunque, también es verdad, que siempre hay algún pesado impertinente.

En estos años, en pleno boom de la construcción, en su pueblo se ha llevado a cabo alguna que otra promoción de pisos. La cercanía de la capital ha atraído a algunos urbanitas buscando algo de campo y precios más bajos y, aunque no hacen mucha vida en el pueblo, los nuevos vecinos que van llegando son bien recibidos.

El caso es que las promociones han dejado en las arcas del ayuntamiento un interesante superávit y algunas parcelas en propiedad por la cesión de terrenos que prevé la normativa urbanística.

A usted le toca decidir. Con el dinero que tiene en caja, alguna ayuda de la Diputación y la Comunidad Autónoma, haciendo una permuta de terrenos por los de unas fincas grandes en las afueras del pueblo, puede, o bien construir el polideportivo con piscina de verano y de invierno, pabellón de parquet, frontón y gimnasio o bien, urbanizar una zona, la más cercana a la autovía, para hacer un polígono industrial.

En su decisión pesan varios factores. Por un lado el polideportivo implica meterse en gastos. Una vez construido habrá que mantenerlo y contratar no menos de 3 ó 4 personas para administrarlo, y por más números que hace no sabe cómo se pagará esos gastos en el futuro… porque claro, hacer pagar a los vecinos por el uso el “precio real” de los servicios es imposible y sabe que los ingresos de licencias de obras son cuantiosos pero puntuales que podrán o no repetirse en el futuro.

Por otro lado, ha recibido la visita de una importante empresa de fabricación de piezas para aerogeneradores que, por cuestiones logísticas, está buscando ubicaciones por esta zona. Le han asegurado que si pone en marcha el polígono en un plazo razonable, dicen tener prisa, ellos construirán una moderna instalación que dará trabajo a cerca de 400 trabajadores de empleo directo y casi otros tantos de empleo inducido. Además, aunque aún no está cerrada la decisión, están pensando en unificar su centro de ingeniería, otros 220 empleos de alto nivel de cualificación, con la planta y montar también un “Tech Center”. Con ella vendría seguro un almacén de una empresa de logística importante (18-20 empleos) y un centro de distribución de una importante empresa química especializada en productos para la industria de la fundición (20 empleos)… y aún quedaría terreno libre.

Eso, reflexiona, atraería más vecinos y se harían más viviendas, se incrementarían los ingresos sostenidos del ayuntamiento por los impuestos municipales y los derivados de las licencias de obras, lo que permitiría replantearse el polideportivo en mejores condiciones.

Al consultar con los vecinos, de forma abierta y transparente como le gusta hacer las cosas, se ha organizado algo de revuelo. La inmensa mayoría hasta se sorprenden de que a usted le surja alguna duda. “Una fábrica como esa destruiría el medio ambiente y arruinaría el pueblo”… hasta hay un grupo de vecinos diciendo que va a montar una “plataforma anti-humos”… y, por mucho que intentas explicarles que las fundiciones modernas utilizan electricidad para calentar y no echan humos, no terminan de creérselo.

Hasta ha tenido que aguantar que Benito “el amargao” y su cuadrilla anden por ahí diciendo que seguro que la empresa le ha “untado” y cosas por el estilo. Por ahora no se ha animado a ir a buscar dicho individuo al bar donde siempre anida y plantarle un buen par de bofetadas, pero no ha sido por falta de ganas.

También es verdad que el pueblo solamente tiene una piscina descubierta con vestuarios y una pista de futbito y baloncesto de cemento , que están ya algo anticuada, y unos locales para reuniones y para que los mayores echen la partida… poco más.

Además, piensa en el día de la inauguración, en lo bonito que es el proyecto que tiene sobre la mesa. En lo bien que podría quedar la obra, con la zona ajardinada delante y, a pesar de que estaría a escasos 5 minutos andando del mismo ayuntamiento, un carril bici para llegar desde el centro del pueblo.

Y en estas estaba cuando interrumpió sus pensamientos el timbre del teléfono con la llamada del secretario de organización provincial de su partido que, sin saludo previo alguno, solamente le pregunta: “Pero… ¿tú quieres ser reelegido?, ¿o qué?”.

¿Usted qué decisión tomaría?

Volver al índice

1 comentario:

Jon dijo...

Yo sin duda dejaría el cargo y solicitaría un puesto de mantenimiento, bien en el complejo polideportivo, bien en la empresa de aerogeneradores ;-)