miércoles, 23 de octubre de 2013

¿Y... te vas a meter en política...?



Gilen se ha levantado pronto este domingo y no ha sido ni para ir al monte, ni para salir con la bici.

Mientras los mellizos y su mujer duermen, se ha sentado en la cocina, se ha puesto un café y mira al vacío, hacía el cielo, aún oscuro tras la ventana. El iPad yace olvidado sobre la mesa. Lo ha cogido pensando en echar un vistazo a la prensa pero ni siquiera lo ha encendido.

Lleva dos noches durmiendo regular. No para de darle vueltas a una decisión que le preocupa. No se lo ha contado a Cristina, su mujer, porque sabe perfectamente lo que va a decirle y, antes de hablarlo con ella, quiere tener claro cuál es su propia opinión.

La vida no le va mal, piensa que no puede quejarse. Se ha esforzado mucho y, aunque reconoce que tampoco es que haya tenido que superar grandes dificultades en la vida, está bastante orgulloso de haber correspondido al esfuerzo que hicieron sus padres pagándole los estudios.

Gilen vive en su pueblo. En el pueblo de sus padres al pie del Gorbea. Él suele decir, medio en serio medio en broma, que es un privilegiado porque siendo su mujer de la costa es muy raro habérsela traído tan lejos del mar.

Cristina hizo un curso con la Fundación Novia Salcedo cuando terminó la carrera y se quedó a trabajar, después de las prácticas, en el departamento de gestión de personas de una cooperativa de Amorebieta que hace piezas para coches. Metódica, inteligente, eficiente, muy ordenada.... ahora lleva el departamento y el coordinador general de la cooperativa dice que no puede vivir sin ella... a Gilen no le extraña en absoluto, piensa, a él le pasa lo mismo...

Se conocieron en Deusto. Ella tenía los ojos más bonitos de segundo de Psicología y él la cara más dura de primero de Derecho. Se casaron hace 8 años y los mellizos, Julene y Odei, han hecho 6 hace bien poco.

Pues sí, las cosas no le van mal. Al terminar el máster, con más ganas que prudencia, puso en marcha un despacho en Durango con un compañero. Se especializaron en Derecho Laboral pero, como ellos mismos dicen, tenían pocas opciones para hacerle ascos a nada. Al principio se instalaron en un piso muy necesitado de reforma que alquilaron, en el que se turnaban cada semana para limpiar el baño y pasar la aspiradora por no gastar en servicio de limpieza y, tras asentarse, patear mucho taller y mucha fábrica, se han trasladado, hace ahora 3 años, a unas oficinas nuevas, muy bien equipadas, en Iurreta. Acaban de contratar a Uxue, una abogada que ha hecho las prácticas del máster con ellos y están pensando que, el siguiente o la siguiente que venga a hacer las prácticas, si es tan eficaz como Uxue, se quedará también.

El viernes por la tarde le llamó su padre al móvil para ver si podía quedar un rato con él y con Joselu, el alcalde, a tomar un zurito en el batzoki. Tras saludarse y las cuatro frases de rigor sobre el tiempo y el Athletic, el alcalde fue directo al grano:

- "Hay elecciones municipales en algo más de un año y me gustaría contar contigo para la lista como segundo. Está será mi última legislatura. Hemos hablado en la ejecutiva y hemos pensado que, en las próximas te presentes tú. Todo el mundo se acuerda cuando estuviste de presidente de la ikastola y en la junta del equipo de fútbol. Todo el mundo te conoce en el pueblo y todos te aprecian." - decía Joselu, mirándole a los ojos - "Estamos casi seguros de que, si no te presentas tú en estas elecciones, las va a ganar la cuadrilla del herriko, con el inútil de Boni al frente, o "Potato" como le llamáis, cuyo único mérito es haber pasado 6 meses en la cárcel por tirarle piedras a la Ertzaintza. Ya sabes lo ajustadas que quedaron hace 3 años".

- "Bueno... Potato estuvo conmigo en el fútbol y es muy listo y trabaja duro... cuando algo le interesa." - acertó a responder Gilen, no sabiendo qué decir... "... tendría que hablar con Cristina, claro".

- "Claro, claro... pero tened en cuanta que llevamos 10 años seguidos perdiendo gente en el pueblo poco a poco. Los jóvenes se están marchando a Durango o Galdakao que están aquí al lado y donde los precios de las casas han bajado. Aquí no han bajado ni un duro... y  tú lo debes saber bien porque te compraste el caserío de Urtegi , ¿no?..."

Gilen asintió y pensó en el esfuerzo que les había supuesto comprar la casa y arreglarla, y lo apurados que andaban para pagar la dichosa hipoteca. ¿No se habrían pasado?, ¿y si Cristina se quedara sin trabajo?, ¿y si sucediera algo?, ¿y si...?... no podía dejar de pensarlo.

- "... como sigamos así, nos vamos a quedar sin médico y sin niños para la Ikastola. ¿Y qué propone tu amigo Potato para solucionarlo?: Parar la reparcelación de la finca de Aldapa y no hacer los pisos nuevos, liquidar el proyecto del polígono del ZATI, con lo que nos costó implicar a la Diputación y al Gobierno Vasco, bien que lo sabe tu padre, y salirnos del consorcio para implantar el sistema de recogida de basuras puerta-a-puerta... vamos, justo lo que necesitamos..."

Gilen, veía a su padre asentir con orgullo y siguió oyendo al alcalde hablar, aunque hacía rato que había dejado de escucharle. Tiene carnet del partido y paga sus cuotas, claro, pero nunca había participado mucho más allá de las fiestas, en las que siempre echaba una mano en la txozna de EGI y, eso sí que era casi un rito sagrado, al menos lo fue hasta que nacieron los mellizos, acompañando a sus padres a cada Aberri, en primavera, y cada Alderdi en septiembre... pero poco más...

- "Perdona, Joselu..." - interrumpió las argumentaciones del alcalde - "...pero tengo que ir a recoger a los niños a margolaritza, donde Margari. Prometo hablarlo con Cristina y decirte algo la semana que viene sin falta. Sabes que siempre he querido y he estado dispuesto a ayudar, pero esto es muy gordo y tengo que pensarlo con calma. Aita: ¿pagas tú la ronda?... te llamo luego para quedar mañana para el cumpleaños de ama... agur y gracias."

En realidad, Cristina recogía a los niños todos los viernes pero Gilen necesitaba una excusa para salir y respirar un poco de aire fresco. De todos modos, se dirigió a la salida de margolaritza para encontrarse con su familia.

Por el camino, se cruzó por la calle con Potato y con Rakel, su pareja, y les saludó de lejos. La hipoteca daba vueltas en su cabeza una y otra vez... el teniente-alcalde cobrar menos del 50% de lo que ingresaba ahora con el despacho y el alcalde cobra más... pero no mucho más. Compatibilizar el despacho con una concejalía era relativamente factible, con ser el segundo del ayuntamiento, difícil, pero con la alcaldía, era imposible.

- "¿Pasa algo?..." - le preguntó Cristina al verle llegar y darle un beso
- "Luego te cuento..."

Pero los niños se entusiasmaron con la sorpresa de ver a sus padres juntos a la salida del taller de pintura y se fueron los cuatro juntos a los columpios de la plaza. Y en la ronda de juegos, meriendas, baños, cenas y cuentos, comidas familiares, primos, zorionak, regalos para amama y velas de cumpleaños, no encontró el momento de pensar con calma y hablarlo con su mujer.

El ruido de la puerta del pasillo interrumpió sus pensamientos. Cristina entró en la cocina por su espalda y se agachó sobre su hombro para abrazarle a la altura del cuello un segundo y darle un beso en la mejilla.

- "Parece que hoy esos dos tiene sueño." - dijo soñolienta.
- "No me extraña, con la paliza que se dieron ayer".
- "¿Qué te pasa?... desde el viernes te veo pensativo... ¿algún problema en el despacho?"
- "No, no... que va... además quería contártelo... ¿por dónde empiezo?..."


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