Ayer, cuando ya caía la anochecida de junio en Madrid, la representación de FEIQUE y de los sindicatos mayoritarios FITAG-UGT y CCOO de Industria alcanzaron un pre-acuerdo que cerraba los aspectos esenciales y que, tras los ajustes técnicos necesarios, se concretará en breve en la firma de una nueva edición del texto de Convenio General de la Industria Química para los años 2015, 2016 y 2017… tres años de estabilidad y certidumbre que permitirán a la industria centrarse en invertir y crear empleo.
¡Ah!… ¿cómo?, ¿que usted no se había enterado que anoche se firmó un pre-acuerdo, fijando ya las subidas salariales hasta 2017?.... claro, cómo no está asociado a AVEQ-KIMIKA aún no sabe cuánto subirán los salarios en esos tres años... pero, no se preocupe, eso tiene fácil arreglo…. basta con que nos llame y, claro, se asocie. Todos los responsables de recursos humanos de las empresas asociadas tenían en su email copia literal del pre-acuerdo, con todos los detalles y un resumen de los aspectos más destacados, antes de las 22:00 h, cuando apenas había transcurrido una hora de la firma.
Las empresas no asociadas tendrán que mirar el tablón de anuncios a ver qué dicen los sindicatos de la fábrica o esperar a que se publique el convenio en el BOE… ¿en agosto?... con un poco de suerte… ¿quizás?
Pero, discúlpenme, a lo que íbamos: la reunión comenzó a las 10:00 h de la mañana y dice mucho de este sector que, los temas clásicos que alargan la discusión en un convenio (salarios, jornada, contratación, cláusula de revisión…) estaban cerrados a las tres de la tarde y el acuerdo estuvo a punto de no cerrarse por el capitulo de seguridad y salud en el trabajo. En el convenio de químicas, la seguridad no es, ni mucho menos, un capítulo decorativo, es parte esencial y fundamental de las preocupaciones, tanto de las empresas como de los sindicatos.
Estuvimos toda la tarde hablando de seguridad y salud y, específicamente, de prevención de riesgos derivados de los efectos del alcohol y las drogas en las plantas. Y entre reuniones plenarias, recesos, reuniones de las ponencias, intercambios de nuevas versiones, una nueva reunión plenaria, otro receso... se nos fue toda la tarde para, finalmente, no ser capaces de alcanzar un acuerdo.
Nuestra intención, al proponer este tema, era únicamente dar base jurídica a los sistemas de prevención de riesgos laborales de las fábricas para introducir en sus evaluaciones de riesgo la posibilidad de realizar controles de alcoholemia y drogas en sus sistemas de prevención. Nada más.
Llegado este punto, un periodista preguntaría: “Pero… ¿esto lo introducen porque se han dado mucho casos en las fábricas?”…. y la respuesta es: “No. Pero menos casos hemos tenido de que se arranque un reactor con alguien de mantenimiento trabajando dentro del mismo y tenemos el caso previsto y un montón de medidas de seguridad recurrentes para que nunca suceda”.
¿Por qué no fue posible el acuerdo y solamente se acordó verbalmente que se empezaría a trabajar lo antes posible en un protocolo conjunto en la comisión mixta de seguridad y salud del Convenio?... porque los representantes sindicales consideran que es un tema que debe ser regulado de forma muy precisa, en tanto que se trata de algo que hay que compatibilizar con el derecho a la intimidad de los trabajadores y les dio miedo que pudiera ser usado en algunas empresas como herramienta de represión.
En mi opinión, el único reproche que podemos hacer a los sindicatos es no haber sido más valientes. Es cierto que este es un convenio de uso sectorial, que se aplica a miles de empresas y que las hay de todo tipo. Y que también las habrá, ninguna de ellas asociada a AVEQ-KIMIKA por supuesto, en las que la prevención no sea un fin en sí misma y se pueda pretender utilizarla como un medio para presionar ilegítimamente a los trabajadores... pero, entre tanto, un riesgo potencial como este, sobre el que en algunas fábricas ya han empezado a trabajar, carece de base de partida jurídica. Ni para bien, ni para mal.
Voy a ponerles un ejemplo: Imaginemos que una empresa ha evaluado el riesgo derivado de que los trabajadores que manejan las carretillas en el almacén hayan bebido más de la cuenta en la pausa de la comida. Es poco probable pero, también lo es que un trabajador entrenado y con experiencia se resbale y se caiga desde el domo de una cisterna y, en ningún caso, no se le permite subir sin arnés y sin engancharse a las líneas de vida instaladas en los puntos de descarga.
Imaginemos que, como medida preventiva, la empresa instala espirómetros en las carretillas y sin que el conductor sople previamente por el mismo o, en el caso de que la lectura no de un resultado por debajo de un cierto nivel de alcohol, la carretilla no arranca.
Nosotros tenemos claro que una medida como esa, tan inocua, podría ser implantada ya, sin más. Tenemos una buena batería de argumentos jurídicos para defenderla pero, aún así, podría haber quien la discutiera... ante la ausencia de consentimiento de los trabajadores o de sus representantes.
Pero, vamos un poco más allá. Imaginemos que la empresa instala los espirómetros conectados vía wifi con una central de datos y al tercer resultado positivo del mismo trabajador, en vez de trabajar sobre concienciación o, en un caso más grave, derivar el tema al servicio médico, abren un expediente sancionador por alcoholismo habitual. Un tipo sancionador recogido en el propio Estatuto de los Trabajadores… ¿qué garantías tiene ahora ese trabajador?... pues me temo que solamente el juez.
Ya saben que siempre me quedo con el lado positivo de las cosas y, el mero hecho de que se hayan dedicado tantas horas de trabajo, de tantas personas, tan preparadas e importantes como las que forman la comisión negociadora del convenio a discutir, de forma enconada, sobre evaluaciones de riesgos, puestos de especial peligrosidad, empresas Seveso o sistemas de gestión de accidentes graves, tiene enorme valor en si mismo.
Me queda la sensación de oportunidad perdida y apuesto a que este tema será en breve regulado por Real Decreto y, estoy seguro, la normativa no va a ofrecer tantas garantías a los trabajadores como ofrecíamos nosotros. Por ello, no puedo evitar tener la sensación de que FITAG-UGT y CCOO de Industria han perdido la oportunidad de adelantarse en su labor de defensa de los derechos de los trabajadores.
Seguiremos trabajando.
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