[ALARMA ROJA DE OFF-TOPIC] Creo que ya saben que trato de evitar las entradas off-topic todo lo posible pero hay veces... El caso es que tengo la manía de que, cuando me cuesta llegar a entender algo, ponerme a escribirlo. Explicármelo a mi mismo y, sobre el texto repasar hasta encontrar las claves de un problema.
Hace unos días, hice ese ejercicio con la crisis de la deuda soberana, el Euro y el rescate de los países, y me salió esto. Además, pensé, que era una oportunidad interesante para que algunos insignes economístas (algunos de ellos miembros de la Junta de AVEQ-KIMIKA y por tanto parte de mis "jefes") que me consta tienen la (mala) costumbre de leer mis desvaríos, casi seguro que me harán alguna aportación que me ayude a terminar de entender este inmenso lio en el que estamos metidos.
Lo dicho, mil perdones por el off-topic. [ALARMA ROJA DE OFF-TOPIC]
Para ponerse hablar de dinero quizás convenga empezar por decir que el dinero no es, ni malo, ni bueno. Ni siquiera es malo tener mucho dinero. Siempre dependerá del uso que uno haga de él y, sobre todo, si una persona o entidad acumula riquezas a costa de la miseria de los demás... pero eso no es culpa del dinero en sí. De hecho, el dinero compra la sanidad y la educación.
El dinero se inventó como una forma de que el Estado, por entonces el rey, el emperador o quien lo personificara por aquella época, certificara que un trozo de metal (plata, oro...) pesaba lo que se suponía que debía pesar. El oro estaba allí mismo, en el puesto del mercado, y pasaba de una mano a otra, pero en lugar de perder el tiempo con balanzas, la acuñación del rey aseguraba, hasta cierto punto, que 1 onza era 1 onza.
Esta vinculación dinero-Estado es esencial. Un anarquista diría que esta es una prueba evidente de la maldad del Estado. Ya les he contado alguna vez mis simpatías hacía la utopía del pensamiento anarquista. Esa bella utopía que dice que todos los serés humanos son intrínsecamente buenos y honrados. Lamentablemente la utopía tropieza con la naturaleza humana y si el dinero desapareciera... ¿podríamos fiarnos siempre del valor real de un bien que un desconocido nos entrega en un trueque?
Con el invento del papel-moneda se produce un cambio sutil pero fundamental. El oro no está en el puesto del mercado y lo que el comprador entrega al vendedor es un certificado en papel que dice que el Estado, el rey o quien fuera, pagaría a quien se presentara con ese papel el oro correspondiente, que de hecho aparecía escrito en el propio documento. ¿Se acuerdan que los billetes en pesetas del Banco de España venían firmados por el gobernador, el interventor y el cajero?... pues eso.
Para garantizar ese papel-moneda, y las monedas metálicas que dejaron, mucho tiempo ha, de hacerse de oro y plata, los Bancos Nacionales almacenaban enormes cantidades de oro en lingotes. Esa era la función del tan nombrado Fort Knox de las películas de Hollywood que era administrado por la Reserva Federal de los Estados Unidos.... el propio nombre de esta institución resulta muy revelador.
Durante el siglo XX el Patrón Oro se fue abandonando. Durante la Primera Guerra Mundial, debido a las acuciantes necesidades del esfuerzo de guerra, el Imperio Alemán comenzó a emitir papel moneda sin el, entonces, debido respaldo de reservas de oro.
Una vez terminada la guerra, Gran Bretaña y Francia exigieron que los pagos de las indemnizaciones pactadas en el Tratado de Versalles se pagaran en oro y la Alemania de Weimar siguió emitiendo más y más papel moneda para cubrir sus necesidades de pagos de manera inmediata provocando una hiperinflación descomunal: En Alemania, el 1 de noviembre de 1923, una libra de pan costaba 3.000 millones de marcos, una libra de carne: 36.000 millones, un vaso de cerveza: 4.000 millones.
El caso es que, a partir del final de aquella Gran Guerra, con algún altibajo, todas las naciones europeas abandonaron el Patrón Oro y se pasaron al llamado "Patrón Cambio Oro" según el cual el único país que superó aquella sinrazón con capacidad de mantener el Patrón Oro fueron los Estados Unidos y el resto, incluyendo la que había sido la gran potencia hasta entonces, Gran Bretaña, basaron su moneda en garantizar su valor en dolares, de forma que se mantenía, en cierta medida, el patrón aunque de forma indirecta.
Durante las siguientes décadas el sistema fue superando avatares como la gran crisis de 1929, la Segunda Guerra Mundial y la expansión económica de los años 50 y 60, aunque cada vez esa supuesta combertibilidad iba siendo más y más incierta. Cada vez se emitián más dolares "no matemáticamente" respaladados en oro y más monedas de otros países no respaldadas al 100% por dolares.
A su vez, el incesante incremento del precio del oro povocó que cada vez más bancos centrales reclamarán cambiar sus dolares por oro y las reservas de los Estados Unidos fueron menguando hasta que, en agosto de 1971, el Richard Nixon firmó el fin de la combertibilidad de los dolares en oro y con aquella firma se enterró el Patrón Oro de forma definitiva.
Desde entonces las emisiones de moneda las garantiza cada Estado con su propia capacidad económica y su propia capacidad fiscal. En realidad, esos billetes ya no representan porciones más o menos grandes de onzas de oro, lo que se transmite es un crédito que garantiza el Estado. Garantía que no se podrá cobrar con otra cosa que.... otro instrumento de crédito. Por eso es importante la credibilidad porque, desde el abandono del Patrón Oro, "la economía" no es algo tangible, la "economía" es, mas bien, un estado de opinión.
Desde entonces, toda la economía occidental se basa en el crédito, en la deuda. Todo el sistema se basa en el convencimiento del poseedor de un crédito con garantía casi absoluta de que será devuelto (un bono alemán, por ejemplo) de que merece la pena dedicarlo a presarlo a alguien que, como quizás no pueda devolverlo (deuda griega), pueda cobrar por ello un más alto interés. Todos los créditos se van categorizando y garantizando unos a otros... créditos que se cobrarán... con otro crédito.
Para entenderlo bien basta con pensar en nuestro sueldo mensual. ¿Qué porcentaje de sueldo llegamos a ver en dinero de verdad?... no digo ya en oro, que la respuesta es cero, si no en billetes y monedas. Entre domiciliaciones en cuenta y las tarjetas de crédito que solamente transmiten anotaciones en cuenta, en realidad pagamos la hipoteca, comemos y nos vestimos a base de cambiarnos una deuda del Estado de unos a otros en algo tan alejado de una onza de oro como una anotación en una cuenta que sólo existe en forma de ceros y unos en las tripas de algún ordenador.
El único valor tangible es el de las cosas materiales que se pueden adquirir contra la transmisión de esas deudas, pero claro, el valor de esas cosas materiales esta sometido a los avatares del mercado. Lo único que tiene un entonces un valor "real", es decir que siempre valdrá, es el trabajo, la capacidad transformadora de la acción humana sobre la realidad de las cosas y, el trabajo transformador de la realidad organizado, es lo que llamamos industria. Eso también tiene valor.
Cuando acontece una debacle en este delicado equilibrio de credibilidades, la explosión brutal y desoladora de una burbuja inmobiliaria, sin ir más lejos, todo se descabala. Las "cosas" tangibles que tienen un valor real pierden una parte del mismo y la riqueza del Estado que avala cada billete de banco desciende. Quiebran empresas, aumenta el paro, se reducen los ingresos fiscales y aumentan los gastos del Estado en prestaciones. Entonces, los titulares de esos créditos, comienzan a dudar de si es buena idea cedérselos a un país (o a un banco) con problemas y comienzan a exigir intereses más altos, provocando que el Estado tenga que dedicar cada vez más porcentaje de sus ingresos a satisfacer los intereses de la deuda, entrando en un diabólico círculo vicioso.
En otros tiempos la medida que podía adoptar el Estado era la devaluación repentina de la moneda nacional. Eso provocaba que, de repente, el Estado bajara el sueldo a todos sus ciudadanos sin que éstos lo notaran. La explicación es sencilla, si el trabajo tiene un valor tangible y se paga en una moneda que ha perdido valor respecto a una referencia estable, significa que, por el mismo trabajo, se recibe menos valor estable, pero como normalmente los ciudadanos de un país compran sus bienes en la misma moneda en la que cobran sus sueldos, no lo llegan a percibir.
El efecto buscado de las devaluaciones es que las importanciones resultan más caras y las exportaciones más baratas mejorando de golpe la balanza de pagos de un país haciendo que suba su deteriorada riqueza global, mejorando el empleo, la recaudación fiscal y rebajando los tipos de interés de la deuda que el Estado necesita para garantizar su propia deuda. Obviamente no todo es color de rosa, los préstamos contratados en la moneda nacional pierden "valor real" y la credibilidad también sufre, además de que, en una país como España, importador neto de energía, el gas y el petróleo se pagan en moneda extrajera y conviertiéndose en un recurso más caro. Así que, tampoco se podía abusar.
Pero claro, desde el 1 de enero de 2002 esa decisión soberana de un Estado que es miembro del club del Euro ya no está en su mano. No tiene posibilidad de devaluar una moneda que no es (sólo) suya.
El problema de fondo es que la unificación de la moneda no ha venido acompañada de una unificación fiscal (de modo que todos los países unidos y no 17 por separado, garanticen el valor de la moneda y, sobre todo, no ha venido acompañada de una sindicación de la deuda soberana, de los "eurobonos", de modo que es posible que uno de los países por separado deje de pagar sus créditos (como ha sucedido con Grecia) y, debido a esa posibilidad, se produzcan diferencias entre los tipos de interés que cada estado tiene que pagar por su deuda (la famosa "prima de riesgo").
Cuando las cosas iban bien, no era problema, pues las diferencias era mínimas pero, en el momento en que pincha la burbuja inmobiliaria, burbuja alentada por las políticas miopes y cortoplacistas de gobiernos, autonomías y ayuntamientos de uno y otro signo, las diferencias de solvencia entre los países del Euro dejan a la luz los defectos del sistema.
Los bancos de inversión, aquellos que mueven billones de dolares o de euros en que a su vez les han prestado millones de pensionistas americanos o alemanes y a los que incorporan aún más billones de dolares y euros que les prestan los bancos centrales, pueden usarlos legalmente para presionar en las subastas los tipos de interés de los países con problemas teniendo la seguridad de que Alemania estará detrás evitando su insolvencia. Es por eso mismo que todos los intentos de ganar credibilidad en la situación actual son inutiles, porque, que exista esa diferencia interesa a los poseedores del dinero. Si España cae, irán a por Italia y si Italia cae, irán por Francia...
En fin, mi diagnóstico es más o menos este. Creo tener claras las causas y los culpables: un sistema de moneda única mal diseñado y todos los españoles. Sí, todos los que hemos ido a votar, por acción, y los que no han ido a votar por omisión, y hemos elegido políticos cuya única visión es ser reelegidos en cuatro años a base de hacer aeropuertos inútiles y "expos".
Desde mi modesto punto de vista, descartadas algunas bellas utopías, las soluciones pueden llegar por tres vías, además de por elegir algún político que merezca un poco la pena, pero son a cada cual más improbable:
1. Todos los ciudadanos de este país decidamos bajarnos el sueldo a la vez. O, lo que es lo mismo, renunciemos a días de vacaciones, o a la jornada intensiva o que sumemos 80 horas, por decir alguna cifra, a nuestra jornada anual. Digo "decidamos" porque el gobierno que haga eso por decreto sabe que perderá las elecciones.
2. Que España salga del Euro y se devalue la resucitada peseta. El problema es que, solamente los costes de la transición de una moneda a otra son enormes...
3. La instauración urgente de los eurobonos de modo que unifiquen os riesgos de toda la zona Euro. Eso sería imposible sin una cesión enorme de soberanía en el campo fiscal y financiero pues, lógicamente, los socios de la UE del norte se fían más bien poco de sus socios del sur... dados los antecedentes no me extraña nada.
Entonces, ¿qué es lo más probable?: por cada 10 puntos básicos que sube la famosa y casquivana "prima de riesgo" a España le suben los gastos 12.500 millones de Euros al año, solamente para pagar intereses.
Como llegará un momento en que no se pueda recortar más ni se podrá subir más los impuestos, llegará el rescate y será la UE, Alemania en realidad, quien preste el dinero para salir del embrollo a corto plazo y la gestión de los dineros públicos será intervenida y, sí, eso implica más recortes y más impuestos y una larga travesía por el desierto.
Cuando nos recuperemos, solamente espero que seamos capaces de elegir políticos que, en lugar de invertir en infraestructuras absurdas y populistas eventos, destinen sus esfuerzos a mejorar nuestra capacidad de generar la única riqueza tangible: la ciencia, la tecnología y la industria y su capacidad transformadora.
En fin, agradezco opiniones y, especialmente, correcciones. Y mil perdones por el off-topic.
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Hace unos días, hice ese ejercicio con la crisis de la deuda soberana, el Euro y el rescate de los países, y me salió esto. Además, pensé, que era una oportunidad interesante para que algunos insignes economístas (algunos de ellos miembros de la Junta de AVEQ-KIMIKA y por tanto parte de mis "jefes") que me consta tienen la (mala) costumbre de leer mis desvaríos, casi seguro que me harán alguna aportación que me ayude a terminar de entender este inmenso lio en el que estamos metidos.
Lo dicho, mil perdones por el off-topic. [ALARMA ROJA DE OFF-TOPIC]
Para ponerse hablar de dinero quizás convenga empezar por decir que el dinero no es, ni malo, ni bueno. Ni siquiera es malo tener mucho dinero. Siempre dependerá del uso que uno haga de él y, sobre todo, si una persona o entidad acumula riquezas a costa de la miseria de los demás... pero eso no es culpa del dinero en sí. De hecho, el dinero compra la sanidad y la educación.
El dinero se inventó como una forma de que el Estado, por entonces el rey, el emperador o quien lo personificara por aquella época, certificara que un trozo de metal (plata, oro...) pesaba lo que se suponía que debía pesar. El oro estaba allí mismo, en el puesto del mercado, y pasaba de una mano a otra, pero en lugar de perder el tiempo con balanzas, la acuñación del rey aseguraba, hasta cierto punto, que 1 onza era 1 onza.
Esta vinculación dinero-Estado es esencial. Un anarquista diría que esta es una prueba evidente de la maldad del Estado. Ya les he contado alguna vez mis simpatías hacía la utopía del pensamiento anarquista. Esa bella utopía que dice que todos los serés humanos son intrínsecamente buenos y honrados. Lamentablemente la utopía tropieza con la naturaleza humana y si el dinero desapareciera... ¿podríamos fiarnos siempre del valor real de un bien que un desconocido nos entrega en un trueque?
Con el invento del papel-moneda se produce un cambio sutil pero fundamental. El oro no está en el puesto del mercado y lo que el comprador entrega al vendedor es un certificado en papel que dice que el Estado, el rey o quien fuera, pagaría a quien se presentara con ese papel el oro correspondiente, que de hecho aparecía escrito en el propio documento. ¿Se acuerdan que los billetes en pesetas del Banco de España venían firmados por el gobernador, el interventor y el cajero?... pues eso.
Para garantizar ese papel-moneda, y las monedas metálicas que dejaron, mucho tiempo ha, de hacerse de oro y plata, los Bancos Nacionales almacenaban enormes cantidades de oro en lingotes. Esa era la función del tan nombrado Fort Knox de las películas de Hollywood que era administrado por la Reserva Federal de los Estados Unidos.... el propio nombre de esta institución resulta muy revelador.
Durante el siglo XX el Patrón Oro se fue abandonando. Durante la Primera Guerra Mundial, debido a las acuciantes necesidades del esfuerzo de guerra, el Imperio Alemán comenzó a emitir papel moneda sin el, entonces, debido respaldo de reservas de oro.
Una vez terminada la guerra, Gran Bretaña y Francia exigieron que los pagos de las indemnizaciones pactadas en el Tratado de Versalles se pagaran en oro y la Alemania de Weimar siguió emitiendo más y más papel moneda para cubrir sus necesidades de pagos de manera inmediata provocando una hiperinflación descomunal: En Alemania, el 1 de noviembre de 1923, una libra de pan costaba 3.000 millones de marcos, una libra de carne: 36.000 millones, un vaso de cerveza: 4.000 millones.
El caso es que, a partir del final de aquella Gran Guerra, con algún altibajo, todas las naciones europeas abandonaron el Patrón Oro y se pasaron al llamado "Patrón Cambio Oro" según el cual el único país que superó aquella sinrazón con capacidad de mantener el Patrón Oro fueron los Estados Unidos y el resto, incluyendo la que había sido la gran potencia hasta entonces, Gran Bretaña, basaron su moneda en garantizar su valor en dolares, de forma que se mantenía, en cierta medida, el patrón aunque de forma indirecta.
Durante las siguientes décadas el sistema fue superando avatares como la gran crisis de 1929, la Segunda Guerra Mundial y la expansión económica de los años 50 y 60, aunque cada vez esa supuesta combertibilidad iba siendo más y más incierta. Cada vez se emitián más dolares "no matemáticamente" respaladados en oro y más monedas de otros países no respaldadas al 100% por dolares.
A su vez, el incesante incremento del precio del oro povocó que cada vez más bancos centrales reclamarán cambiar sus dolares por oro y las reservas de los Estados Unidos fueron menguando hasta que, en agosto de 1971, el Richard Nixon firmó el fin de la combertibilidad de los dolares en oro y con aquella firma se enterró el Patrón Oro de forma definitiva.
Desde entonces las emisiones de moneda las garantiza cada Estado con su propia capacidad económica y su propia capacidad fiscal. En realidad, esos billetes ya no representan porciones más o menos grandes de onzas de oro, lo que se transmite es un crédito que garantiza el Estado. Garantía que no se podrá cobrar con otra cosa que.... otro instrumento de crédito. Por eso es importante la credibilidad porque, desde el abandono del Patrón Oro, "la economía" no es algo tangible, la "economía" es, mas bien, un estado de opinión.
Desde entonces, toda la economía occidental se basa en el crédito, en la deuda. Todo el sistema se basa en el convencimiento del poseedor de un crédito con garantía casi absoluta de que será devuelto (un bono alemán, por ejemplo) de que merece la pena dedicarlo a presarlo a alguien que, como quizás no pueda devolverlo (deuda griega), pueda cobrar por ello un más alto interés. Todos los créditos se van categorizando y garantizando unos a otros... créditos que se cobrarán... con otro crédito.
Para entenderlo bien basta con pensar en nuestro sueldo mensual. ¿Qué porcentaje de sueldo llegamos a ver en dinero de verdad?... no digo ya en oro, que la respuesta es cero, si no en billetes y monedas. Entre domiciliaciones en cuenta y las tarjetas de crédito que solamente transmiten anotaciones en cuenta, en realidad pagamos la hipoteca, comemos y nos vestimos a base de cambiarnos una deuda del Estado de unos a otros en algo tan alejado de una onza de oro como una anotación en una cuenta que sólo existe en forma de ceros y unos en las tripas de algún ordenador.
El único valor tangible es el de las cosas materiales que se pueden adquirir contra la transmisión de esas deudas, pero claro, el valor de esas cosas materiales esta sometido a los avatares del mercado. Lo único que tiene un entonces un valor "real", es decir que siempre valdrá, es el trabajo, la capacidad transformadora de la acción humana sobre la realidad de las cosas y, el trabajo transformador de la realidad organizado, es lo que llamamos industria. Eso también tiene valor.
Cuando acontece una debacle en este delicado equilibrio de credibilidades, la explosión brutal y desoladora de una burbuja inmobiliaria, sin ir más lejos, todo se descabala. Las "cosas" tangibles que tienen un valor real pierden una parte del mismo y la riqueza del Estado que avala cada billete de banco desciende. Quiebran empresas, aumenta el paro, se reducen los ingresos fiscales y aumentan los gastos del Estado en prestaciones. Entonces, los titulares de esos créditos, comienzan a dudar de si es buena idea cedérselos a un país (o a un banco) con problemas y comienzan a exigir intereses más altos, provocando que el Estado tenga que dedicar cada vez más porcentaje de sus ingresos a satisfacer los intereses de la deuda, entrando en un diabólico círculo vicioso.
En otros tiempos la medida que podía adoptar el Estado era la devaluación repentina de la moneda nacional. Eso provocaba que, de repente, el Estado bajara el sueldo a todos sus ciudadanos sin que éstos lo notaran. La explicación es sencilla, si el trabajo tiene un valor tangible y se paga en una moneda que ha perdido valor respecto a una referencia estable, significa que, por el mismo trabajo, se recibe menos valor estable, pero como normalmente los ciudadanos de un país compran sus bienes en la misma moneda en la que cobran sus sueldos, no lo llegan a percibir.
El efecto buscado de las devaluaciones es que las importanciones resultan más caras y las exportaciones más baratas mejorando de golpe la balanza de pagos de un país haciendo que suba su deteriorada riqueza global, mejorando el empleo, la recaudación fiscal y rebajando los tipos de interés de la deuda que el Estado necesita para garantizar su propia deuda. Obviamente no todo es color de rosa, los préstamos contratados en la moneda nacional pierden "valor real" y la credibilidad también sufre, además de que, en una país como España, importador neto de energía, el gas y el petróleo se pagan en moneda extrajera y conviertiéndose en un recurso más caro. Así que, tampoco se podía abusar.
Pero claro, desde el 1 de enero de 2002 esa decisión soberana de un Estado que es miembro del club del Euro ya no está en su mano. No tiene posibilidad de devaluar una moneda que no es (sólo) suya.
El problema de fondo es que la unificación de la moneda no ha venido acompañada de una unificación fiscal (de modo que todos los países unidos y no 17 por separado, garanticen el valor de la moneda y, sobre todo, no ha venido acompañada de una sindicación de la deuda soberana, de los "eurobonos", de modo que es posible que uno de los países por separado deje de pagar sus créditos (como ha sucedido con Grecia) y, debido a esa posibilidad, se produzcan diferencias entre los tipos de interés que cada estado tiene que pagar por su deuda (la famosa "prima de riesgo").
Cuando las cosas iban bien, no era problema, pues las diferencias era mínimas pero, en el momento en que pincha la burbuja inmobiliaria, burbuja alentada por las políticas miopes y cortoplacistas de gobiernos, autonomías y ayuntamientos de uno y otro signo, las diferencias de solvencia entre los países del Euro dejan a la luz los defectos del sistema.
Los bancos de inversión, aquellos que mueven billones de dolares o de euros en que a su vez les han prestado millones de pensionistas americanos o alemanes y a los que incorporan aún más billones de dolares y euros que les prestan los bancos centrales, pueden usarlos legalmente para presionar en las subastas los tipos de interés de los países con problemas teniendo la seguridad de que Alemania estará detrás evitando su insolvencia. Es por eso mismo que todos los intentos de ganar credibilidad en la situación actual son inutiles, porque, que exista esa diferencia interesa a los poseedores del dinero. Si España cae, irán a por Italia y si Italia cae, irán por Francia...
En fin, mi diagnóstico es más o menos este. Creo tener claras las causas y los culpables: un sistema de moneda única mal diseñado y todos los españoles. Sí, todos los que hemos ido a votar, por acción, y los que no han ido a votar por omisión, y hemos elegido políticos cuya única visión es ser reelegidos en cuatro años a base de hacer aeropuertos inútiles y "expos".
Desde mi modesto punto de vista, descartadas algunas bellas utopías, las soluciones pueden llegar por tres vías, además de por elegir algún político que merezca un poco la pena, pero son a cada cual más improbable:
1. Todos los ciudadanos de este país decidamos bajarnos el sueldo a la vez. O, lo que es lo mismo, renunciemos a días de vacaciones, o a la jornada intensiva o que sumemos 80 horas, por decir alguna cifra, a nuestra jornada anual. Digo "decidamos" porque el gobierno que haga eso por decreto sabe que perderá las elecciones.
2. Que España salga del Euro y se devalue la resucitada peseta. El problema es que, solamente los costes de la transición de una moneda a otra son enormes...
3. La instauración urgente de los eurobonos de modo que unifiquen os riesgos de toda la zona Euro. Eso sería imposible sin una cesión enorme de soberanía en el campo fiscal y financiero pues, lógicamente, los socios de la UE del norte se fían más bien poco de sus socios del sur... dados los antecedentes no me extraña nada.
Entonces, ¿qué es lo más probable?: por cada 10 puntos básicos que sube la famosa y casquivana "prima de riesgo" a España le suben los gastos 12.500 millones de Euros al año, solamente para pagar intereses.
Como llegará un momento en que no se pueda recortar más ni se podrá subir más los impuestos, llegará el rescate y será la UE, Alemania en realidad, quien preste el dinero para salir del embrollo a corto plazo y la gestión de los dineros públicos será intervenida y, sí, eso implica más recortes y más impuestos y una larga travesía por el desierto.
Cuando nos recuperemos, solamente espero que seamos capaces de elegir políticos que, en lugar de invertir en infraestructuras absurdas y populistas eventos, destinen sus esfuerzos a mejorar nuestra capacidad de generar la única riqueza tangible: la ciencia, la tecnología y la industria y su capacidad transformadora.
En fin, agradezco opiniones y, especialmente, correcciones. Y mil perdones por el off-topic.
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2 comentarios:
off-topic? Nada de nada, ni hablar.
La química, la física, la contabilidad o las 'mates' están íntimamente relacionadas con la sociedad y su tiempo.
Por otro lado, nos guste o no, 'nos' estamos haciendo a nosotros mismos lo que el sistema ya hizo en África o Suramérica y no estamos en condiciones de hacer a los BRICs, Brasíl, Rusia, India o China.
Lo único bueno, es que si hacemos las cosas bien -harto improbable- podríamos estar mejor preparados para 'el-después' del peak oil, peak uranium, peak niobio o del peak 'casi-todo' y la respuesta amigo mío, está en el ... viento, el sol, la bioquímica, la nanoquímica, la microminería, los rizomas y las demás especies que nos acompañan en muestra órbita solar.
Salud, saludos y buenos alimentos para todos.
Luis:
Me ha gustado el análisis que has realizado. La economía no es una ciencia exacta, tal es así que todavía no he visto que algún premio Nobel de Economía dé alguna receta para salir de la crisis.
No obstante, me gustaría dar mi visión.
- Respecto a trabajar más horas, creo que es mejor que trabaje mayor número de personas. No por trabajar más horas se es más productivo, que es lo que necesita nuestra economía.
- El principal problema que tenemos es la falta de confianza, que es la que mueve la economía. Esta ha ido creciendo porque en Europa hay una falta de Gobernanza y sobre todo de Liderazgo. No se han tomado las medidas necesarias a tiempo. Si queremos una Unión Económica Monetaria, debemos estar a las “duras y a las maduras”. Los mandatarios europeos con Merkel a la cabeza deben:
1º. Adoptar las medidas necesarias para avalar le deuda de los países europeos
2ª. Salir a la palestra para dar confianza a los mercados.
- En cuanto a España, una vez llegado al punto en el que nos encontramos: caso Bankia, elevado nivel de endeudamiento para infraestructuras no necesarias de ayuntamientos, comunidades autónomas, etc.., cabe preguntarse:
• ¿Por qué no saltaron las señales de alarma de los interventores, auditorías internas y externas, y Tribunales de Cuentas Públicas (porque por organismos de control que no quede)?
• ¿Por qué no se exigen responsabilidades a los políticos que no han gestionado correctamente e incluso han malversado los dineros públicos? En una empresa privada el incumplimiento de determinadas obligaciones legales supone responsabilidades personales incluso de carácter patrimonial para los administradores y directivos.
• En la prensa están saliendo continuamente casos de tráfico de influencias, malversación y mala gestión de fondos públicos, pero no se inculpa ni juzga a nadie. Los mandatarios políticos deber tomar medidas ejemplarizantes ya. Hasta que esto no se produzca los ciudadanos no confiaremos en el sistema y por tanto en una recuperación de nuestra maltrecha economía.
- Por otro lado, urge adelgazar la Administración Pública y evitar duplicidades y a cambio mantener nuestra Sanidad Pública y sistema educativo.
Un saludo
Sara
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