domingo, 18 de noviembre de 2012

Una sensación de Déjà Vu


El pasado viernes 16, Xabier Olaeta y Maite Aizpiri, los dos más jóvenes colaboradores de AVEQ-KIMIKA, me acompañaron a las todavía nuevas y muy impresionantes instalaciones de IDOM, al borde mismo de la ría de Bilbao en San Ignacio, justo enfrente de SADER.

Convocaron allí los chicos y chicas de ACLIMA, en colaboración con ASEGRE, una jornada técnica con dos temas que, por sí solos, dan para un buen montón de horas se explicaciones y matices: La Directiva 2010/75/UE de Emisiones Industriales y la situación actual de las distintas corrientes de residuos.

En la primera parte, tras los saludos e introducciones de rigor y la presentación de María Colmenares, Directora de Programa del Ministerio de Medio Ambiente sobre la situación actual del trabajoso proceso de implementación de la Directiva de Emisiones al derecho interno, se organizó una mesa redonda sobre la repercusión práctica de esta nueva vuelta de tuerca para apretar a las empresas IPPC.

A la mesa, además de María Colmenares, se incorporaron Luis Palomino, Secretario General de ASEGRE, que hacía las veces de moderador/dinamizador, Poli Bilbao, Jefe del Servicio de IPPC del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno Vasco, Xabier Caño, vicepresidente del grupo AGALEUS y socio director del nuevo, reluciente y muy prometedor despacho de abogados Ekoiure y Mario Liendo, uno de los ingenieros expertos en medio ambiente de IDOM al que, lógicamente, tocó hacer las veces de anfitrión.

Según avanzaron las explicaciones, es expusieron las dudas y se plantearon posibles soluciones, entre los más veteranos de los presentes en la sala se extendió una leve pero generalizada e inquietante sensación de Déjà Vu.

Todos tenemos alguna experiencia de la sensación, que nos viene ocasionalmente, de que lo que estamos diciendo o haciendo ya lo hemos dicho y hecho antes, en una época remota; de haber estado rodeados, hace tiempo, por las mismas caras, objetos y circunstancias; de que sabemos perfectamente lo que diremos a continuación, ¡como si de pronto lo recordásemos! (Charles Dickens, David Copperfield. Cap. 39)

Obviamente, Maite y Xabier no lo sintieron, claro, pero cuando se pusieron sobre la mesa las dificultades de interpretación de la normativa, el escaso reconocimiento (y aprovechamiento) que la Administración Pública concede a las certificaciones medioambientales (ISO-14 y EMAS) y la posibilidad de firmar acuerdos voluntarios para conducir la transición, mi mente se trasladó 10 años atrás, cuando estaba en desarrollo la Ley 16/2002 y me reuní con cinco personas que estaban entonces (y, probablemente, siguen estando) entre los mejores técnicos en materia medioambiental que hay en Euskadi lo que, disculpen la “bilbainada”, es mucho decir.

Sería el mes de febrero de 2002 cuando Ana Mezo, Marian Barquín, Ana Rebate, las tres de Ihobe, y Begoña Vallejo y Ana Navarro, de CIMAS, comenzamos a hablar del Acuerdo Voluntario del Sector Químico para la puesta en marcha de la IPPC en Euskadi.

Era aquel un tiempo más feliz que este. Una época dorada en la que hicimos grandes cosas. Aquel año fue también cuando con el sencillamente apabullante trabajo de Ana Rebate y Txema Fernández y de los profesionales Ashland, con la ayuda de Sjoerd Looijs y Lonneke Baas, de la VNCI (Asociación Holandesa de Industria Química), terminamos de perfilar el anexo específico para el Sector Químico de lo que, en 2003, fue la norma certificable UNE 150.301 de Ecodiseño y, desde 2011, la ISO 14.006 a nivel mundial directamente basada en aquella y promovida por AENOR.

Sin embargo, el acuerdo voluntario no salió bien. El diagnóstico, la selección de objetivos, el compromiso de los profesionales de las empresas, las excelentes cifras de reducción de impactos alcanzados contaron a favor, pero el objetivo último del proyecto para la industria era encauzar el proceso de obtención de las Autorizaciones Ambientales Integradas y ahí, la falta de compromiso de los responsables políticos del Departamento, impidieron un resultado mínimamente aceptable.

Poli Bilbao, que a su gran experiencia suma una despierta inteligencia, lo expresó el viernes mucho mejor de lo que yo podría haberlo hecho: “parece que el sector industrial vasco ha desarrollado anticuerpos en el tema de los acuerdos voluntarios

En el actual panorama, perfilado por la Directiva de Emisiones, tengo más esperanzas puestas en las verificaciones EMAS. Aunque esto tampoco es nuevo, ni mucho menos.

En el Real Decreto 509/2007, la norma reglamentaria de desarrollo de la IPPC, ya dijo en su artículo 8: En relación con aquellas actividades para las cuales se apliquen sistemas de gestión ambiental certificados externamente mediante EMAS o ISO 14001, las comunidades autónomas podrán establecer las normas que simplifiquen los mecanismos de comprobación del cumplimiento de las obligaciones derivadas de la autorización ambiental integrada, así como la tramitación de la correspondiente solicitud de autorización o de adaptación y de sus sucesivas renovaciones.

Pues bien, el Gobierno Vasco no estableció ninguna norma, instrucción o protocolo que simplificara un ápice los procesos aplicables. Nada. Las empresas ISO14 y EMAS pasaron exactamente por los mismos procesos que las demás. Gobierno Vasco se empeñó en revisar y volver a inspeccionar lo ya inspeccionado.

Digo que confío porque el Ministerio ha anunciado su intención de mantener esta posibilidad abierta y parece que los técnicos del Gobierno Vasco se han ido convenciendo de la necesidad de confiar más en la auto-responsabilidad de los industriales. Ahora solamente queda que los nuevos responsables políticos del Departamento, lo que accedan cuando se constituya el próximo Gobierno Vasco, sigan apostando por esta vía y articulen mecanismos concretos y sustanciales de simplificación.

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