Existe una teoría, una teoría ampliamente debatida, refutada y vuelta a debatir, en la apasionante disciplina de la etología, la rama de la zoología que estudia el comportamiento animal, llamada teoría del "gen altruista" y según la cual, la conducta de algunos animales, en situaciones concretas, no cumple el patrón determinista de la supervivencia propia y de su prole a toda costa, tiene excepciones en aras de la supervivencia colectiva de su especie. Situaciones en las que un individuo sacrifica su propia supervivencia, la supervivencia de sus propios genes, para que el colectivo prospere.
Para ilustrarlo, se utilizaban algunos ejemplo, pero dos muy concretos:
Los jóvenes pingüinos emperador, nacidos en la primavera austral, tras un durísimo período de incubación de los huevos, durante el crudo invierno del continente antártico, llegan al borde mismo del acantilado de hielo en un gran grupo formado por cientos de individuos, dispuestos a zambullirse en el mar para pescar.
Poco a poco van acercándose al borde del precipicio, de en torno a los 5 ó 6 metros de alto. A sus pies, las aguas del frío océano parecen tranquilas.
Sucede, sin embargo, que los jóvenes pingüinos saben por instinto que bajo las aguas es probable que se escondan orcas o focas leopardo, listas para el ataque y saciar su hambre con los pingüinos.
Los pingüinos, acuciados también por el hambre y su necesidad de pescar, se van acercando más y más, apretándose contra el abismo.
Finalmente, algunos individuos se precipitan a las olas y los cazadores que, en la mayoría de los casos, los estaban efectivamente esperado comienzan a perseguirlos y, casi siempre, a dar buena cuenta de esos primeros pioneros.
Aprovechando la confusión, el resto de los pingüinos se lanzan al agua y consiguen evitar a los depredadores, pudiendo así alimentarse y regresar a la colonia con pescado en el buche suficiente para alimentar al resto de sus congéneres.
¿Es ese salto al vacío un sacrificio altruista de unos pocos pingüinos destinado a que la generalidad del grupo pueda prosperar?
Otro ejemplo, quizás menos evidente, es el de las gacelas Springbok, que dan nombre los jugadores del equipo de rugby de Sudáfrica. Cuando la manada es atacada por un grupo de leonas, por ejemplo, algunos ejemplares parecen exhibirse dando enormes saltos, en lo que se ha interpretado como un intento de llamar la atención de los cazadores y evitar con ello que ataquen el grueso del grupo.
¿Es ese comportamiento tan llamativo, quizás un tanto alocado, una inmolación voluntaria que protegerá al resto de la manada?
Richard Dawkins, etólogo y divulgador británico, publicó en 1976 un libro titulado “El Gen Egoísta” (The Selfish Gene) en el que refutaba esta teoría, en el que, siguiendo las pautas de un darwinismo bastante ortodoxo, venía a decir que todos esos comportamientos era perfectamente explicables desde el más puro egoísmo genético.
En el primer caso, en el de los pingüinos, el grupo se va apretando contra el borde del precipicio y son los individuos más fuertes los que van empujando a los más débiles hacia el borde en una forma de selección natural adicional, impuesta por el grupo.
En el caso de las gacelas, los vigorosos saltos de los individuos más fuertes parecen ser una forma de indicar a los depredadores lo rápido, ágil y sano de la condición de aquellos y dirigir a los asaltantes hacia individuos más débiles, siendo ambas pautas de conducta nuevas muestras de egoísmo que de forma indirecta puede beneficiar al colectivo, pero egoísmo al fin y al cabo.
A estas alturas, ya se estarán preguntando… ¿qué mosca le ha picado hoy a Luis y a qué viene todo esto?
Pues bien, me he acordado de Dawkins porque en las últimas semanas estoy teniendo muchas solicitudes del tipo:
- “Luis, te importa llamar al Gobierno Vasco y decir que tienes un amigo, que tiene un amigo, que tiene un amigo que trabaja en una fábrica y que tiene una duda al respecto de….”
Yo suelo decir que cada ciudadano tiene la misma autoridad que los técnicos del Gobierno Vasco para interpretar la normativa y que no es necesario llamar, sin embargo, en un mundo tan difícil como este de la industria, es lógico buscar seguridad... aunque, ante todo, no se quiere llamar demasiado la atención... no apetece ser el primero o, como se suele decir, "levantar una liebre":
Y el caso es que, siendo como es este un país tan pequeño, si llamo a Nico García Borreguero, jefe del servicio de atmósfera del Gobierno Vasco y le pregunto por una empresa que tiene dudas al respecto de reparar y alargar la vida útil de su equipo de medición en continuo de gases en chimenea, que últimamente le está dando problemas y provocando cortes de señal, o bien sustituirlo por uno nuevo, sabe, a los 5 segundos, de qué empresa se trata.
Si mando un email a Poli Bilbao, jefe del servicio IPPC y le pregunto por el caso de una empresa que tiene dudas al respecto de los criterios de la Viceconsejería para la desclasificación de un residuos con categoría espejo en el Listado Europeo de Residuos, en su respuesta ya me dice razón social y nombre y apellido del técnico de la empresa encabezando el mensaje con una primera frase que dice “Dile a Fulanito Detal que…..”
Si hago una llamada a Ana Salinas, técnico de Salud Pública, una auténtica referencia en productos químicos en Euskadi, y le pregunto por el caso de una industria que fabrica ácidos inorgánicos que se usan en el mercado alimentario, casi se sabe de memoria el email de la técnico responsable de la empresa.
Y es que el error es de concepto. El error es pensar que los servicios técnicos del Gobierno Vasco, ya sea en Medio Ambiente, en Industria, en Interior, en Sanidad o en cualquier consejería hacen el papel de “cazadores”. Si hablamos con ellos, lo único que encontraremos, es colaboración y ayuda.
John Stuart Mill, filósofo también británico, contemporáneo del propio Darwin, uno de los grandes precursores de la libertad, la igualdad, el feminismo y la democracia, asumió que, si bien los seres humanos somos por naturaleza, genéticamente diríamos ahora, egoístas, la educación y la transmisión cultural, las cosas que aprendemos que son nuestro principal elemento diferenciador con los animales, corrigen ese comportamiento.
Juntos, gobierno e industria, hemos aprendido que los objetivos de ambos no son en absoluto contrapuestos y que son, en realidad, uno solo: mantener la actividad de las fábricas en las mejores condiciones de seguridad y prevención de la contaminación posibles.
Sinceramente, no me importa hacer ese tipo de gestiones. Es muy agradable hablar con los técnicos del Gobierno. Gente con criterio y amabilidad a raudales pero si quieren llamar, de verdad, anímense, llamen ustedes…
Bueno… permítanme una salvedad... es casi mejor que, si no conocen a la persona concreta a la que quieren llamar, me hagan una llamada a mí primero… más que nada porque en Lakua hay muy pocas, muy poquitas, focas leopardo… pero alguna puede haber.