jueves, 20 de marzo de 2014

¿Cuánto vale un pez en el mar y los restos de poda en la puerta del Garbigune?



Últimamente, en distintas conversaciones con amigos y familia, ha venido surgiendo la misma pregunta:

- Oye, tú que andas siempre con los rollos del medio ambiente, en la puerta del Garbigune (Punto Limpio) suele haber una furgoneta con unos tipos que te paran al entrar, te preguntan qué llevas y te dicen que se lo des a ellos: ¿se lo doy si me lo piden?, al fin y al cabo, lo van a vender y se recicla igual que en el Garbigune, ¿no?

- La respuesta es un NO, NUNCA, subrayado, en negrita y con luces de neón si es necesario. JAMÁS...

- Pero, ¿el objetivo no es reciclar?... Mejor dárselo a esa gente, que se ganen un dinero haciendo algo útil para la sociedad que a una empresa que seguro que gana muuuuucho dinero con eso...

- ¿Tienes tiempo?, porque, si tienes tiempo, te lo explico.

- Sin problemas… tira, tira... pero si me aburro, ¿puedo cortarte?.

- Vale…. dime: ¿Cuánto vale un pez en el mar o una aceituna en el olivo?

- Pero, ¿eso qué tiene que ver?, ¿es una adivinanza?... pues.... supongo que nada.

- Efectivamente, nada, porque están fuera del ciclo económico. Un pez en el mar vale: el dinero que te cueste sacarlo. Es la esencia del sector primario y así lo explicaban los clásicos de la economía.

Hoy en día, esa división clásica entre sector primario, secundario (la industria, que transforma las materias primas) y el terciario (que presta servicios), se ha complicado bastante. Por ejemplo, una empresa productora de energía era del sector secundario pues transformaba una materia prima que alguien había sacado de una mina o de un bosque en energía. Sin embargo, una empresa productora de energía eólica...

Además, al ciclo económico se han incorporado los residuos y es una cuestión de análisis complejo. En la economía clásica un residuo era una "externalidad", sucedía lo mismo que con el pez en el mar, quedaban ya fuera del ciclo económico. Eso implicaba que tenía un valor neutro para los agentes económicos aunque, bueno, eso no era cierto del todo. Una conducción de aguas residuales desde un lavadero de mineral al río tiene un coste de instalación y de mantenimiento… aunque sólo fuera porque no se inundaran los alrededores del lavadero con agua sucia y maloliente.

Sin embargo, no había límite en cuanto la cantidad de residuos, emisiones o vertidos generados y, además, no se gasta apenas nada en la gestión y, en cualquier caso, no es un gasto variable asociado a cantidades. Les daba igual producir 10 toneladas de residuos que 1.000.

A partir de los años 60, cuando la sociedad y las propias empresas empiezan a ser conscientes de que el medio ambiente no puede absorber los residuos sin más. Comienza a legislarse y a imponerse limitaciones en emisiones y vertidos y a obligar una adecuada gestión en los residuos.

Surge la figura, legalmente autorizada, del gestor de residuos que, en principio, es un proveedor de un servicio. Sector terciario entonces… que se ocupa de recoger los residuos en la fábrica, transportarlos hasta sus propias instalaciones convenientemente acondicionadas para darles el tratamiento y destino adecuado…. por ejemplo, llevándolos a un vertedero donde, una vez más, salían del ciclo económico.

Sin embargo, la concepción de la gestión de residuos como un mero servicio no es compatible con una adecuada concepción de la Sostenibilidad. Es obvio que los recursos son limitados y una transición de producción, transformación, consumo y eliminación, en una sola dirección agotaría dichos recursos. Es necesario, por lo tanto, que la gestión de residuos comience a cerrar ciclos y que la investigación y el desarrollo, y el propio mercado, vayan reintroduciendo residuos de proceso industriales como materias primas en otros procesos industriales hasta, en un hipotético futuro y, en cualquier caso, aún muy lejano, alcanzar un estatus en el que nada salga del ciclo económico.

En esa concepción sostenible de la gestión de residuos. Las “industrias” que proveen el “servicio” de gestión de residuos se transformarían en una suerte de nuevo sector primario (secundario, en puridad) que toma una sustancia u objeto con valor cero, o más correctamente negativo en tanto su poseedor está legalmente obligado a gastar dinero en darle una adecuada gestión y extrae de él materiales por los que alguien está dispuesto a pagar. La economía clásica no entendería que un bien, un objeto o una materia, tenga un "valor negativo", pero de hecho, es así.

¿Cuánto vale un pez en el mar?… pues el dinero que cueste sacarlo…. ¿qué valen los materiales recuperados de un residuo?….¿el dinero que cueste separarlo?… pues en realidad, sí y no, porque los costes de extraer y separar los materiales, hay que compararlos con los materiales que sustituye y al competir con materiales “vírgenes” los precios los impone el mercado de éstos.

En esta comparación no todos los residuos son iguales, El catalizador de platino agotado de los reactores de ácido nítrico vale un dineral pero residuos de distintos plásticos mezclados, no valen nada porque, en realidad, para casi nada sirven…. sin embargo, restos de botellas de agua mineral hechas de PET, bien separadas o papel usado en el que se garantiza que solamente hay papel, pueden llegar a valer bastante dinero.

- Pero, me estás dando la razón, dices que hay residuos que valen dinero. Las empresas ganarán dinero con ellos...

- Espera, espera, que ya llego, que la solución no es tan fácil, un recuperador de cable, que podría ganar un buen dinero con el cobre, tiene que asumir los costes de separar el cable de sus fundas de plástico (que no es un trabajo nada fácil, si se hace bien), y tiene la obligación legal de asumir el valor negativo de desechar los restos de las fundas. Un plástico que, debido a ser en realidad mezcla de diversos tipos de plástico y contener algunos pequeños restos de metal muy difícilmente separables, tiene nula utilidad (al menos en el estado actual de la técnica).

Esto es lo que la normativa de residuos llama "fin de la condición de residuo” algo que solamente puede hacer un gestor legalmente autorizado porque deshacerse de forma ilícita de los materiales con valor negativo, no asumiendo los costes derivados de los mismos es muy tentador… una vez finalizada dicha condición ya no hay problema. La Administración podrá (de hecho, deberá) dejar de vigilarlos tan estrechamente porque el mercado se encargará de que materiales por lo que se ha pagado un dinero no salgan del ciclo económico sin más.

No quiere esto decir que ya la normativa no tenga nada que decir. Al convertirse en productos gracias a la intervención del gestor, pasan a estar sometidos a la normativa de lo que nosotros llamamos Tutela de Producto que incluye, entre otras muchas norma, los reglamentos europeos de clasificación, etiquetado, fichas de datos de seguridad…. (REACH, CLP, 453… etc.), aunque, con muy buen criterio, el Reglamento REACH prevé una aplicación rebajada de sus estrictas obligaciones a las sustancias recuperadas en Europa con el declarado fin de fomentar las actividades de valorización de los residuos y favorecer el ya explicado cierre de ciclos.

¿Qué sucede con los impactos ambientales derivados del uso de esos materiales recuperados?... pues para eso está la legislación reguladora de la actividad de los clientes que los compran. La tutela del residuos como tal, por parte de la Administración, termina cuando deja de serlo.

¿Qué sucede con los señores de la furgoneta de la puerta del Garbigune?… pues que todo esto que te he explicado les resbala. Ellos cogen encantados tu lavadora vieja y tú te olvidas de ella. La trasladarán a un descampado, a algún solar apartado y la romperán con mazos. Irán extrayendo los materiales con valor, básicamente los métales que puede vender como chatarra y el resto se quedarán allí tirado, contaminando el suelo, afeando el paisaje… en suma, contaminando porque no se harán cargo de los costes ambientales de la gestión.

Más allá del hecho de ser una “canibalización" de los residuos, una  competencia desleal y destructiva, que pone en riesgo un sector que debemos cuidar con mimo para, dada su importancia para la Sostenibilidad, favorecer su desarrollo, su innovación en la búsqueda de nuevos aprovechamientos de los materiales (ten en cuenta que conseguir que una corriente de materiales pase de valor negativo a positivo es un triunfo tremendo y, como el lógico, las empresas del sector lo buscan con ahínco), está el hecho de que la propia gestión irregular produce efectos gravemente adversos para el medio ambiente.

- Vale, entendido, pero... En la puerta del Garbigune, ¿qué hago?, ¿les cuento este rollo a los señores que están allí plantados y les convenzo de que hacen mal?

- Bueno, puedes intentarlo... No creo que te escuchen mucho.... y no es que ellos "hagan mal", se limitan a hacer lo que un sistema defectuoso les permite hacer. Pillos ha habido toda la vida. Pasa de ellos.

- O sea, entro sin pararme... y ¿si se ponen delante?

- Pues, si lo que llevas no se ve y no quieres líos, diles que llevas hierba cortada o, mejor, restos de podar el seto. Te harán un gesto de desprecio y te dirán que sigas.

- ¿Y si se ponen bordes y quiere abrir el maletero?

- Pues, como cualquier otra coacción. Llama a la Ertzaintza y fuera.

- ¿Tanto como eso?

- Sí, tanto como eso. Servirá para la medir tu grado de compromiso medioambiental, que en temas ambientales todos somos muy de reivindicar derechos y muy poco de aceptar que tenemos también obligaciones.

- Eso es cierto.... Fíjate, el otro día vino a la reunión de la comunidad de vecinos el del cuarto, que es un cruce entre un ultra-sur y un talibán pakistaní y va y dice....


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1 comentario:

Luis Valledor dijo...

Bastante de acuerdo, pues camino de casa hay un núcleo chavolista que lo hace con cientos de lavadoras. También es cierto que hace años eran los únicos que lo recogían.

Ese argumento queda fuera con otros materiales como el cartón, del que vivían bastantes familias.

Un tema que están proponiendo montar en Toledo es la recogida de restos de poda que en las casas es un problema y seguramente todo junto le podrían sacar rendimiento