Esta mañana he leído un “tuit” de
alguien que no conozco y que se hace llamar Mr. Pink, que invita a la reflexión: “España es un señor
dando de comer a los patos, apoyado en el cartel de prohibido dar de comer a
los patos, quejándose de lo gordos que están”
La frase es sencilla, lúcida y muy gráfica.
En la última encuesta
del CIS que preguntaba a los españoles: ¿cuáles
son los tres problemas principales que existente actualmente en España?,
fechada en noviembre de 2013, las cuatro respuestas más citadas fueron: El Paro
(77,7%), La corrupción y el fraude (31,8%), Los problemas de índole económica
(31,1%) y Los políticos en general, los partidos políticos y la política
(29,7%).
Ambas cosas, frase y encuesta, me han llevado a recordar
algunas experiencias y anécdotas de estos últimos meses.
Hace unos días, un joven empresario me contaba cómo contrató
la página web de su empresa, hace ya algún tiempo: “Un conocido, con el que coincidíamos en el parque con el niño, se había
puesto por su cuenta como diseñador de páginas webs. No es que lo conociera
demasiado pero, en fin, un poco por solidaridad entre emprendedores, le pedí un
presupuesto para renovar la web de la empresa.
Me envío un documento
muy bien cuidado, con una imagen corporativa muy seria, en PDF. El presupuesto
era muy económico y las referencias de otras webs diseñadas por él me gustaron
mucho.
Le encargamos el
trabajo y estuvo entregado en la fecha acordada. Plenamente satisfecho le dije:
-
Conforme,
mándame la factura y te la pagamos en 30 días.
-
No, no
puedo mandarte factura. Es que no me he dado de alta en Hacienda porque me
cuesta dinero… me tendrías que pagar en metálico.
-
¿Cómo?,
pero… - acerté a decir incrédulo y, tratando de salir del paso con una broma, le
dije - … yo no manejo yo billetes de 500 € y ando escaso de maletines…
-
Oye,
perdona, me estás ofendiendo… - respondió el diseñador en tono airado - ¿me
estás llamando defraudador? …
Hace un par de meses me llamó una empresaria asociada.
Sinceramente creo que con el único fin de desahogarse. Es una empresa pequeña,
especializada en un producto de muy alto valor añadido, con una plantilla de 6
personas, de las cuales 5 son titulados superiores o doctores.
“Una de las
licenciadas, que lleva trabajando conmigo casi 4 años, lleva casi un mes cabreadísima
conmigo y saboteando todo en lo que participa.
Todo empieza con que
me dice que, después de Navidad, su novio se traslada a trabajar a Madrid y que
han decidido que ella se irá también, dejará el trabajo y que hará un máster de
2 años que le interesa mucho.
La verdad es que,
hasta ahora, estaba muy contenta con su trabajo y le dije que lo lamentaba
mucho, que le deseaba toda la suerte del mundo y que le daba las gracias por
avisar con plazo suficiente para tratar de buscarle una sustitución.
Entonces me propuso lo
siguiente:
-
Podrías,
si no te importa, hacerme un favor: haces como que me despides, hacemos el
trámite y acordamos una indemnización, que no me pagas, claro, pero así puedo
cobrar el paro durante el tiempo que esté haciendo el máster.
-
Disculpa
pero parece mentira que lleves trabajando aquí tanto tiempo. Aquí no hacemos
ese tipo de cosas…
-
Pues lo
hace todo el mundo. Y me ha dicho mi novio que la indemnización que te desgrava
de Hacienda como gasto, te la quedas tú para gastártela en lo que quieras.
-
Pues será
que yo no soy “todo el mundo”. Sal de mi despacho y ve a trabajar. Si quieres
marcharte, de verdad que lo siento, tu trabajo es excelente, pero yo no hago
cosas raras.
Un amigo me contaba el otro día:
Hace unas semanas hicimos
una obra en casa. Se trataba de renovar dos cuartos de baño. Cambiar azulejos y
sanitarios.
Más que nada, con el
afán de justificar los ruidos que iba a provocar la obra, colgamos un aviso en
el portal junto con una copia de la licencia de obras municipal.
A los pocos días me
encontré a un vecino en el ascensor:
-
¿Y habéis
pedido licencia de obras y todo?.. si
eso no lo hace nadie…
Hará un par de meses, me llamó una empresa no-asociada:
-
Hola, sí,
perdona, me habían dicho que tú nos podías ayudar.
-
Bueno, si
está en mi mano, claro.
-
Es que
hemos ampliado el pabellón y el vecino, un casero, nos dice que hemos elevado
la pared demasiado alta y demasiado cerca de su parcela.
-
Bueno, eso
opinará él, siempre que hayáis respetado lo que diga la licencia de obras y la
licencia de actividad, ya puede decir misa.
-
Es que no
pedimos licencia de obras… ni esa otra. Ya de paso, ¿ tendríamos que hacer algo
de eso?
Estoy casi seguro que, todas esas personas, el vecino, el
empresario que no pide licencias, el trabajador que quiere cobrar el paro
fraudulentamente o el diseñador de páginas webs defraudador, verán está noche
el informativo de la televisión y, cuando hablen de Bárcenas o del enésimo concejal
detenido por corrupción, dirán con la lógica indignación:
“¡Qué vergüenza!, ¡qué asco de país!, ¡qué gordos están los
patos!”… o algo similar.
2 comentarios:
Hola Luis, enhorabuena por lo acertado del ejemplo d elos patos, y por los casos reales que nos has ido desgranando. Hace tiempo, un político (de cuyo nombre no quiero acordarme) decía que la legislación ambiental era muy buena en nuestro país, pero que "...adolece de errores diversos". Yo resumiría esos errores en dos: no se cumple, y no se renueva (salvo lo que nos imponen desde la siempre activa Unión Europea). Mucho tenemos que cambiar en la cultura de este país nuestro. Feliz Año Nuevo !
Muy interesante el artículo y me suscita muchas preguntas y reflexiones. A modo de ejemplo lanzo una.
Como asalariado por cuenta ajena que soy me preocupa mucho qué se hace con el dinero que pago a la administración a través de las distintas modalidades recaudatorias de que dispone. Por otro lado, las noticias que hemos ido recibiendo en los últimos años, y en particular, la relacionada con casos de financiación de los partidos, hablan de un nivel de corrupción intolerable. Al menos intolerable para mí que procuro no alimentar a los patos cuando está prohibido alimentarlos y menos cuando ya están gordos. Pero parece ser que mis conciudadanos no opinan lo mismo y tienen pensado seguir alimentando a los patos durante algún tiempo más (la semana pasada se publicaron datos de encuestas en las que le daban una clara ventaja a los patos más gordos de cara a unas futuras elecciones).
En estas condiciones ¿qué puedo hacer yo para dejar de participar en la alimentación de los patos? Pues tal y como están las cosas, y viendo la sociedad en la que me toca vivir, sólo se me ocurre hacer lo que hace el vecino u el diseñador de webs defraudador. Lástima que, como trabajador por cuenta ajena que soy, me tengan cogido por ahí y no tenga muchas alternativas.
Soy consciente de que todos los sistemas de gobierno de un país, entre ellos la democracia, han tenido, tienen y tendrán que pagar un cierto nivel de corrupción congénito (consecuencia de la naturaleza humana) y que se tiene que intentar minimizar al máximo. Pero en este país parece que no sólo no se lucha contra la corrupción sino que se incentiva y fomenta. No hay más que ver lo ocurrido en la Comunidad Valenciana, Castellón, Cataluña, Baleares, Andalucía, Canarias, Galicia...., regiones en las que ante la divulgación de enormes casos de corrupción, los presuntos responsables de la misma han permanecido en el poder con igual o mayor apoyo ciudadano en las urnas.
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