jueves, 2 de abril de 2009

Un consejo para consultores


En los últimos tiempos, ese extraño triángulo de apasionados amores, intensos odios y abrasadores celos que forman la Industria, la Administración ambiental y las consultoras ha entrado en una fase preocupante que puede acabar en un tempestuoso divorcio en el que todos perdemos. (Aunque casi podríamos hablar de "pentágono" si contáramos a OCAs y certificadores/verificadores... ).

Todas las partes en juego tienen un papel. Todas se necesitan unas a otras. En una relación sana y feliz, la Administración empuja a la Industria a avanzar en materia ambiental mediante la publicación de leyes o reglamentos de desarrollo.

La Industria analiza la cuestión y toma conciencia de que necesita un externo que le aporte conocimiento, experiencia y horas de trabajo y subcontrata el proyecto necesario para adaptarse al cambio.

Finalmente, acabado el proyecto, la Industria presenta el resultado a la propia Administración (en muchos casos con la previa bendición de un certificador o verificador) que le da el visto bueno y todos son felices y comen perdices (aunque las perdices, el pan, la ensalada y el vino, siempre los pagaba la Industria... claro que, por otro lado, era lo natural.... lo lógico).

La dinámica se está torciendo en los últimos tiempos y no puedo dejar de preocuparme. En primer lugar porque la manía de la Administración de subcontratar enormes cantidades de trabajo, hace que los ingresos del sector de la consultoría dependan más de la Administración que de la Industria lo que nos genera enormes dosis de desconfianza y dudas sobre la verdadera lealtad de alguien que, en otros tiempos más felices, era un fiel aliado y seguro confidente.

Esa desconfianza crece cuando las consultoras se ofrecen activamente para ayudar a las empresas con trámites presentados como obligatorios con un lenguaje ambiguo en exceso cuando, en realidad, tienen un claro y diáfano carácter voluntario. El industrial, que nunca es ni ha sido tonto y lo sabe, marca esa consultora como “de poco fiar” y será muy reticente a trabajar con ella en el futuro.

En muchas ocasiones, estos ofrecimientos responden a iniciativas tomadas desde órganos administrativos y los consultores lo único que hacen es presentarse para responder a una posible demanda generada por dicha iniciativa que ellos no han tomado, pero es imprescindible que estos ofrecimientos sean absolutamente cristalinos y deslinden clara e indudablemente, hasta donde llega la obligación legal y cuáles son los requisitos voluntarios.

Ahora bien, en los últimos meses se ha producido una vuelta de tuerca adicional que puede terminar por emponzoñar la cuestión de forma irrecuperable: algún “águila del marketing” de la consultoría ha pensado que es buena idea ofrecerse a la Administración (incluso sin cobrar) para elaborar métodos y guías para solventar tramitaciones administrativas cuyo objetivo, al menos así nos lo parece, es complicar exponencialmente un trámite legal, ya de por sí complejo para, pensamos, hacer que las empresas necesiten aún más de sus servicios... para que las empresas les quieran aún más...y mucho me temo que el efecto puede ser el contrario....

Hay una cita, atribuida a Antoine de Saint-Exupéry que me viene “al pelo”: “El amor es lo único que crece cuando se reparte”..... yo me atrevería a corregir a uno de los grandes escritores del siglo XX y diría que lo mismo pasa con la lealtad, y con la confianza, y con la sinceridad, y con la nobleza, y con la ética empresarial, y con la transparencia, y con.....


Volver a www.aveq-kimika.es

1 comentario:

ALyCie dijo...

Si a ese polígono, Admón, Consult, Ocas, Industria y medio ambiente le añadimos el Artículo 6, Responsabilidad de las personas jurídicas de la Directiva 2008/99/CE relativa a la protección del medio ambiente mediante el Derecho penal.
Los directivos, podemos dedicarnos al encaje de bolillos, que además de reducir el estrés, sólo puedes ser denunciado por copiar un diseño sujeto a derechos de propiedad intelectual.