viernes, 4 de febrero de 2011

Un taller con los técnicos de URA


Supongo que todos ustedes ya sabrán que URA (que en euskera significa, sencillamente, agua) es la Agencia Vasca del Agua.

Hasta la Ley 1/2006, de 23 de junio de Aguas del País Vasco una de las direcciones más importantes del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno Vasco era la Dirección de Aguas que dicha Ley convirtió en una agencia con la naturaleza jurídica de ente público sometido al Derecho privado, con personalidad jurídica propia separada de la del Gobierno y adscrita al departamento del Gobierno Vasco competente en materia de medio ambiente.

En mi modesta opinión, además de una intención de mejorar la eficiencia de la gestión en materia tan sensible, la transformación en Agencia estaba fundamentalmente motivada en la puesta en marcha del canon del agua para lo cual necesitaba dotarse de competencias recaudatorias de las que una dirección al uso carece…. pero no me hagan mucho caso que son cosas mías.

Como dirección, o como ente autónomo, el plantel de técnicos que trabajan en la agencia sigue dando mucho respeto… y les cuento en la tesitura que me encontré el otro día para ilustrárselo.

Ha iniciado URA el proceso de reflexión para la puesta en marcha del Plan Hidrológico de las Cuencas Internas del País Vasco. Un ejercicio de planificación a largo plazo, que llega a contemplar el horizonte de 2027, que la agencia está realizando con extremo cuidado y en la que ha empezado ya la fase de exposición pública, participación y consulta.

Pues en este marco, el pasado 25 de enero, festividad de la conversión de San Pablo, se celebró el taller del proceso participativo “Agua e Industria” y, casualidad, coincidió con la presentación del programa EcoEuskadi 2020 para hablar de Sostenibilidad (con mayúsculas).

En EcoEuskadi 2020 se habló de cosas “macro”, en el taller de URA de aspectos muy concretos…. y yo, que ya saben que soy un tipo raro, me apunté a la reunión en la que se iba a hablar de algo mucho más técnico, mucho más terrenal, de algo que, en realidad, es una aplicación al detalle de las grandes cuestiones debatidas en el evento paralelo. Preferí la reunión más prosaica.

Pero parece que no demasiada gente piensa como yo… además de que, para ir preparando la reunión, la secretaría hacia llegar a los inscritos un CD con 500 MB de documentación… vamos, todo “un susto”.

Lo digo porque el taller se tuvo que suspender porque allí nos encontramos tres técnicos de entidades públicas ajenas a URA, una docena de técnicos y responsables de la propia Agencia y de las consultoras Intecsa-Inarsa e Inguru que han colaborado en la redacción del plan… y yo.

Los responsables de URA, con buen criterio, propusieron aplazar el taller para otro día. La verdad es que nunca me he asustado en parecidas tesituras pero ser el único representante de la industria, frente al atemorizante plantel de técnicos de URA, era toda una responsabilidad.

Como deferencia, además de invitar al café que estaba preparado para el descanso, llevaron a cabo la presentación que tenían preparada y que, básicamente, consistía en explicar cómo incide el diseño del Plan Hidrológico en la actividad industrial… y, mucho me temo que hay algunos nubarrones en el horizonte… y no precisamente cargados de lluvia.

Uno de los grandes objetivos del plan es, lógicamente, lograr un buen estado de las masas de agua. En el caso de las superficiales, un buen estado ecológico con la inclusión de indicadores biológicos y objetivos de calidad químicos.

En este aspecto son de obligado cumplimiento las tablas completas de indicadores y los listado de sustancias prioritarias que casualmente había publicado el BOE 4 días antes, el 21 de enero, en el Real Decreto 60/2011

Este Real Decreto, proveniente de la Directiva 2008/105/CE, incluye niveles mucho más estrictos que los de la normativa anterior… de hecho, los geólogos allí presentes reconocían que algunos de los niveles declarados son inferiores a los que pueden considerarse naturalmente normales en determinadas situaciones “geoquímicas”.

Muchas de esas sustancias, como puede comprobarse, son metales pesado u orgánicos persistentes, muchos de ellos ya prohibidos por la normativa de productos químicos vigente o que serán laminados con el desarrollo del Reglamento REACH. Sin embargo, algunos otros, son sustancias orgánicas más o menos normales, presentes en sustancias tan habituales como la gasolina.

El programa de medidas que prevé la agencia es ambicioso e incluye, entre muchas otras cosas, redacción de un programa de reducción de sustancias prioritarias realizando estudios específicos para determinar el origen de las presiones ambientales en determinados cauces… traduciendo: para mejorar la calidad de los cauces es lógico revisar las autorizaciones de vertido, imponer límites que antes no existían de modo que vayan, progresivamente, adaptándose a los objetivo de calidad.

Pero… ¿saben cuál es mi miedo? que, a pesar de las poco favorables circunstancias de esa reunión, me atreví a expresar en voz alta: tenemos un buen montón de empresas que captan agua de los cauces, la tratan para usarla en sus procesos, la vuelven a tratar una vez utilizada y la devuelven al cauce (o la vierten al circuito del consorcio) incluso en mejores condiciones químicas de las que tenía cuando la captaron.

Es obvio que si se capta agua con elevados contenidos en metales pesados que, insisto, ya estaban en el cauce, una parte de ellos se quedará en los lodos que las empresas gestionan como residuo, por cierto abonando el coste de su gestión correspondiente…. pero si ese balance de entrada y salida no se tiene en cuenta pudiera resultar que las empresas se vieran penalizadas, pues la eliminación completa no es posible, por... ¿reducir la contaminación de los cauces?...

Les confesaré que me marche más tranquilo de la reunión. Los técnicos de URA me dijeron que eran conscientes del problema y que lo tienen en cuenta… y son gente muy seria.

Ya les contaré cómo termina la cuestión.


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