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Hace un par de días asistí a la presentación de un libro escrito por Gonzalo Artiach, empresario, ex-presidente de CEBEK, cuando aún no se llamaba Confederación Empresarial de Bizkaia y todavía mantenía el clásico nombre de Centro Industrial, y cofundador de Confebask y de CEOE, con la co-autoría de Pedro Gumuzio. El libro se llama, sencillamente, "Tambor".
El caso es que al finalizar, me encaminé al metro con el libro en la mano y, con la curiosidad derivada de un acto breve y muy emotivo, esperando para cruzar en un semáforo, lo abrí por la primera página y comencé a leerlo... no pude dejarlo hasta terminar sus 250 páginas.
En "Tambor", Gonzalo Artiach cuenta su vida pero no es una autobiografía al uso... ni se le parece. Es más bien un compendio de reflexiones y recuerdos, coleccionados sin un orden estricto, en los que, a veces en formato de entrevista o de diálogo más bien, a veces en forma de textos, el protagonista piensa en voz alta sobre temas tan variados como la educación, la política, el nacionalismos, la transición, la empresa, la crisis económica, ETA, el diálogo social, Confebask, la gastronomía, los sindicatos...
Con una clara visión de empresario (o de trabajador-empleador, como a él le gusta decir), con la valentía, sencillez y sinceridad que tanta veces me he encontrado en los empresarios de esta tierra, aporta pensamientos muy esclarecedores a problemas rotundamente complejos.
Por darles un ejemplo, un pasaje que me ha hecho pensar a mí mismo (que es lo máximo que le pido yo a un buen libro…): Resalta Gonzalo Artiach el dato objetivo e innegable que las crisis económicas en España se ajustan por la vía de la destrucción de empleo en lugar de hacerlo por la disminución de salarios. Según su reflexión, este hecho tiene una causa próxima en la extrema rigidez del mercado de trabajo y esta característica, tan propia del mercado de trabajo español, está causada a su vez porque los sindicatos no defienden los intereses de los trabajadores como clase… sino, únicamente, de los trabajadores que tienen empleo.
Aporta un dato interesante para apoyar esta tesis, a pesar de tener un mercado laboral tan rígido, tan protegido y, por lo tanto supuestamente en el que los sindicatos han conseguido tantos avances, el porcentaje de sindicación es bajísimo entre los trabajadores en España, ínfimo en comparación con el de otros países europeos, lo que achaca a esa falta de visión de clase por parte de los propios sindicatos.
En los tiempos de la globalización, en los que, de una forma u otra todos los capitales invertidos en empresas terminan en acciones en bolsa o en grandes fondos de pensiones, la dialéctica marxista capital-trabajo se ha vuelto un tanto difusa.
En plena vorágine del vertido de petróleo en la plataforma de British Petroleum en el Golfo de México, cuando se barajaba incluso la posibilidad de que BP llegará a quebrar por el incidente, leí en los medios británicos un dato significativo: 1 de cada 6 libras de los fondos de pensiones británicos dependen de las acciones de BP…. Si la empresa quebraba no sólo dejaría sin empleo a miles de trabajadores, es que, lógicamente, dejaría de tener beneficios… y una señora viuda, maestra jubilada que nunca ha visto un pozo de petróleo o una refinería, que vive a las afueras de Glasgow, tendría serias dificultades para pagar el gas de la calefacción este invierno.
Al día siguiente de la presentación, tuve la visita del director de recursos humanos de una de nuestras empresas asociadas. Estuvimos hablando de lo que, en principio, y dados los tiempos que corren, debería ser un motivo de inmensa alegría para todos: están comenzando a construir una nueva fábrica, casi tres veces más grande que la anterior, a unos 5 ó 6 kilómetros de la vieja, para trasladar las actividades y seguramente, aunque tendrán que ver cómo evoluciona la situación, ampliar considerablemente la plantilla de trabajadores en un futuro no muy lejano.
El caso es que me contaba que el comité de empresa se está planteando incluso acciones de movilización si la empresa no paga “algo” por el cambio a los trabajadores… un cambio que no implica traslado de domicilio de nadie y que no modifica sustancialmente las condiciones de los desplazamientos al trabajo, pues en un cruce donde antes se giraba a la derecha, ahora se gira a la izquierda…. Y yo sólo pude preguntarle: “…pero… ¿los sindicatos no leen el periódico?, ¿no saben lo que está pasando?”
Estoy personalmente convencido de que es una lástima que la humanidad haya fracasado rotundamente en el intento de poner en marcha sistemas de convivencia basados en la creencia de que los seres humanos somos capaces de trabajar altruistamente para la colectividad y olvidarnos de nosotros mismos. Sistemas que necesitaron de enormes y sostenidos baños de sangre para imponerse y permanecer.
En este mundo moderno, globalizado y confuso, al que no nos queda más remedio que adaptarnos, para encauzarlo sí, pero contra el que no podemos enfrentarnos, las empresas que no obtienen beneficios, grandes o pequeños, simplemente cierran y con esa premisa, en mi modesta opinión, los sindicatos deberían ser capaces de mirar más allá de un cruce a la derecha o la izquierda y pensar en aquellos que, en un futuro próximo, podrían girar en ese mismo cruce.
PD: Háganme el favor de leer el libro… y háganse un favor a ustedes mismos comprándolo. Yo no he querido hacer referencia a la circunstancia que me lleva a hacerles esta última recomendación porque el libro, en sí mismo, merece mucho la pena, pero si visitan cualquier información de prensa sobre la presentación entenderán rápidamente por qué se lo digo.
El Correo, El Mundo, ABC, columna de Ignacio Marco-Gardoqui
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