jueves, 5 de septiembre de 2013

Benjamin Franklin no lo tuvo fácil



El joven Ben Franklin tenía talento, tenía cualidades y una gran inteligencia. Eso estaba muy claro. Pero el talento no lo es todo y el caso es que no se lo pusieron nada fácil.

Benjamin Franklin, escritor, periodista, político, redactor de la declaración de independencia y de la constitución de los Estados Unidos, diplomático, científico e inventor, es uno de los padres fundadores de la primera democracia moderna de la historia. Su rostro ilustra los billetes de 100 dólares.

El gran mérito de Franklin, el que quedará para siempre en la historia, es haber participado en la creación de un estado que, por primera vez, reconoció a sus ciudadanos públicamente y por escrito derechos como la libertad religiosa, la libertad de expresión, la inviolabilidad del domicilio o el proceso judicial imparcial, aspectos que hoy parecen obvios pero que, en el siglo XVIII, eran una revolución (como de hecho lo fue).

A sus dotes como dirigente político y diplomático, Franklin sumaba una gran curiosidad científica. Fue el responsable de importantes avances en el conocimiento de la electricidad, demostró, por ejemplo, que la electricidad, como el magnetismo tiene dos polos, positivo y negativo, y que los rayos se producen por descargas de electricidad estática.

Es muy conocido el peligroso experimento que llevó a cabo en 1752 en Filadelfia, cuando construyó una cometa con armazón metálico y la hizo volar, en mitad de una tormenta, con un fino cable en lugar de cordel. Demostró con ello que los rayos se pueden conducir y le sirvió de base para su invento más conocido, el pararrayos.

El caso es que Benjamin Franklin no pudo estudiar más que dos años de escuela básica. Cuando nació, era el decimoquinto hijo de los diecisiete que tendría un humilde fabricante de velas y de jabones de Boston. No pudo estudiar porque su padre no podía permitirse otra boca ociosa y, si ya sabía leer y escribir, ¿qué más podía necesitar aprender?.

Pero el joven Franklin estaba dotado de un afán de conocimiento voraz y, a partir de entonces, cualquier rato libre que le quedaba, de día o de noche, restando horas al sueño a la luz de una vela, lo dedicaba a leer incansablemente todos los libros que podía obtener.

Parece evidente que algunas de sus inquietudes como adulto provienen de esta época, entre sus méritos, Benjamin Franklin cuenta con haber sido el impulsor y fundador de la biblioteca pública de Filadelfia y de Universidad de Pensilvania. Además, aquel afán lector (y de la escasa luz que proporciona una vela) le produjo un prematuro problema de presbicia, la comúnmente llamada "vista cansada", que se sumó a su cortedad de vista, que le obligaba a usar gafas de forma permanente. Así que, cansado de tener que cambiar de gafas para leer, Franklin acopló ambas lentes en una y creó otro de sus inventos: las gafas bifocales.

A la edad de 12 años, Ben Franklin fue acogido por su hermano James como aprendiz en la imprenta que regentaba y en la que, 3 años mas tarde, comenzó a editarse el primer periódico independiente del continente americano: The New England Courant.

Casi de inmediato, Ben le pidió a su hermano que le diera la oportunidad de escribir algún artículo para el periódico pero tenía sólo 15 años y su hermano mayor ni si quiera se lo tomó en serio.

Unos meses más tarde, en la puerta de la imprenta, comenzaron a aparecer cada dos semanas unas cartas firmadas por una supuesta viuda de mediana edad llamada Mrs. Silence Dogood que, con gran ingenio, criticaba la sociedad de la colonia y que, muy pronto, fueron objeto de gran atención y debate por parte de los ciudadanos de la ciudad.

Un total de 14 cartas fueron publicadas sin que, ni el editor ni los lectores se dieran cuenta del engaño. Pero cuando James se enteró de la treta de su hermano menor montó en cólera y Ben Franklin, con tan solo 17 años, se marchó de la ciudad sin permiso, abandonando su puesto de aprendiz, convirtiéndose con ello en fugitivo en su ciudad de origen.

De ese modo llegó a Filadelfia, donde empezó trabajando en varias imprentas de la ciudad y comenzó a colaborar con el gobierno local… el resto es historia porque Franklin consiguió sobreponerse a las dificultades a las que, de una forma u otra, en menor o mayo grado, todo joven enfrenta en su paso hacia la vida adulta.

Quizás es por historias como esta por las que, siempre me ha parecido importante apoyar a los jóvenes a encontrar su vocación profesional y apoyar sus esfuerzos en el tránsito desde los estudios hacia el desempeño laboral.

Quizás por eso (y por el compromiso de AVEQ-KIMIKA en el fomento de las vocaciones científico-técnicas desde la educación primaria), cuando me enteré, hace ya dos años, que la Fundación Novia Salcedo ponía en marcha el programa Lanaldi Lanetan Blai! no me lo pensé dos veces. En ambas ediciones, la experiencia ha sido magnífica y muy enriquecedora…. y espero que a los jóvenes que me acompañaron les fuera de utilidad.

¿Por qué les cuento esto?, ¿no se lo imaginan?... justo antes de vacaciones, los responsables del programa me contaron que el proyecto ha pasado ya su fase experimental y querían abrirlo a la mayor cantidad de profesionales posible… ¿ven por donde voy?.

Si tienen, o han tenido, hijos o hijas en torno a los 16 años saben lo despistados que pueden llegar a estar a esa edad. Ver a un profesional de su propia orientación trabajar un día quizás sirva para aclararles las ideas y ver un poco más allá.

Si (aún) no han tenido hijos de esa edad, les aseguro que la experiencia apenas les distraerá de sus quehaceres, resultará muy enriquecedora y borrará, de golpe, muchos de los tristes tópicos que nos asaltan sobre la aptitudes, las actitudes, los valores y las esperanzas de la juventud.

¿Nos ayudan a fomentar las vocaciones hacia la industria?... apúntense, tienen hasta el 15 de octubre, no se arrepentirán. …. Benjamin Franklin lo hubiera hecho.

3 comentarios:

Cristina dijo...

Espero que para cuando lleguen mis hijos a ese momento sigan existiendo ese tipo de acciones que a mí, personalmente me hubiera encantado disfrutar.
Y espero ser capaz de integrar un proyecto parecido a edades más tempranas que es cuando son pequeñas esponjitas.
Gracias Luis por cultivarnos con estas cosas.
Cristina

Rocio dijo...

Me encanta la historia y busco tanto la historia de nuestro país como de otros. Por mas que me guste mucho conocer y aprender historia, en estos momentos tengo que aprender quimica ya que debo dar la materia previa

Anónimo dijo...

No leí