miércoles, 9 de febrero de 2011

El Año Internacional de la Química... es todos los días.


Hace unos días en París y esta semana, el martes en Madrid y el jueves en Bilbao, se pone oficialmente en marcha el Año Internacional de la Química, declarado por IUPAC, la ONU y la UNESCO y que se celebra en 2011 conmemorando el centenario del Premio Nobel de Química concedido a Maria Sklodowska, por todos conocida por su nombre de casada: Marie Curie.

Creo que ya he contado por aquí mi admiración a la figura de Marie Curie. Nacida en la Polonia ocupada por los rusos en 1867 su afán por la ciencia y el progreso superó trabas que, en aquellos días parecían insalvables: para empezar, haber nacido mujer en un país de limitada tradición científica en un tiempo en el que se daba por hecho que las mujeres, de cualquier condición social, debían quedarse en casa y dedicarse a tener hijos.

Marie Curie no sólo consiguió ser uno más en la comunidad científica de la época, consiguió destacar entre todos siendo, y es hasta la fecha, la única persona que ha obtenido dos premios Nobel en dos categorías científicas diferentes.

Aparte de ella, Linus Pauling obtuvo dos premios Nobel diferentes, el de la Química (1954) y el Nobel de la Paz (1962) por su campaña contra las pruebas nucleares, John Bardeen recibió dos premios Nobel de Física (en 1956 y 1972) por avances en materia de transistores y superconductores, básicos para la electrónica y los ordenadores, y Frederick Sanger, que recibió el Premio Nobel de Química en dos ocasiones: en 1958 y en 1980, al que le deben la vida miles de diabéticos por sus investigaciones en la estructura de las proteínas y, especialmente, de la insulina.

Pero Marie Curie obtuvo el Nobel de Química en 1911 y el de Física en 1903, este compartido con su marido, Pierre Curie y su maestro, Henri Becquerel.

La verdad es que me alegro mucho que se celebré el Año Internacional de la Química pero, no puedo negar, que me da un poco de rabia que sea tan necesario celebrarlo y eso sucede porque milito al 100% con los objetivos de la celebración: Bajo el Lema “Chemistry: our life, our future” (“Química: nuestra vida, nuestro futuro”), los objetivos de esta conmemoración son: incrementar la apreciación pública de la Química como herramienta fundamental para satisfacer las necesidad de la sociedad, promover el interés por la química entre los jóvenes, y generar entusiasmo por el futuro creativo de la química.

Y les explico mis frustraciones: ¿no les parece que es un pelín triste tener que destacar los logros que la humanidad debe a la Química para “incrementar la apreciación pública” de la misma?

Miren, les cuento una pequeña historia: relata D. Benito Pérez Galdós en el último libro de la 2ª serie de los Episodios Nacionales, muy gráficamente titulado "Un faccioso más y algunos frailes menos", el que fue, al parecer, uno de los primeros asaltos a conventos acaecidos en España.

En Madrid, durante el verano de 1834 sin haberse cumplido un año desde la muerte de Fernando VII, se desató una pavorosa epidemia de cólera.

"-El cólera, sí -dijo Gracián-. Esta epidemia viene del Ganges, de dónde saca su apellido de asiática. Ha empezado a hacer grandes estragos en Europa, y Dios no ha querido librar a España de tan tremendo azote. Tengamos paciencia. Hasta ahora Madrid va librando bien. Las invasiones no son muchas. Empezó en Vallecas y parece como que va pasando de Norte a Sur."

Madrid, finalmente, no libró tan bien y las masas populares, desesperadas ante tanta desgracia, creyeron el rumor que acusaba a los jesuitas de haber envenenado el agua de la ciudad y asaltaron sus conventos en la capital, matando a 73 frailes.

¿No les recuerda a alguna noticia reciente?.. Si cambiamos Madrid por Puerto Príncipe y "jesuitas" por "cascos azules nepalíes"... ¿no es la misma historia?.

¿Por qué aquella historia, que nos parece tan lejana, ha tenido lugar en pleno siglo XXI?, ¿qué tenemos en Europa que no tienen en Haiti y que no tenían en Madrid en 1834?... la respuesta es una sola palabra... bueno, en realidad, solamente dos letras: Cl, es decir… cloro... y los conocimientos e infraestructuras necesarias para utilizarlo

No sé si ustedes lo han pensado alguna vez, pero yo, cada vez que le doy un vaso de agua a mi hija, no tengo más que agradecérselo a los químicos que aislaron el cloro, a los que descubrieron sus propiedades biocidas para tratar el agua, a los que inventaron el método para obtenerlo en abundancia de forma que, el agua tratada, no sea un lujo para adinerados, a los químicos e ingenieros que diseñaron y que operan los equipos para producirlo, almacenarlo, transportarlo y aplicarlo con seguridad y eficacia, haciendo compatible su uso con la salud y el medio ambiente, a los químicas que analizan el agua y vigilan día a día su calidad y seguridad y, finalmente, a los químicos e ingenieros que se ocupan que las aguas, ya utilizadas, se traten y puedan ser devueltas al medio ambiente.

¿No lo habían pensado nunca?, pues si pensáramos algo parecido cada vez que nos lavamos los dientes, cada vez que abrimos la nevera, cada vez que lavamos un biberón, cada vez que tomamos la fiebre a nuestros hijos o se la tratamos, cada vez que les curamos una herida, si pensáramos en Marie Curie cada vez que tienen que hacerles una radiografía... no creo yo que hicieran falta actos, ni homenajes, ni nada que no fuera ese reconocimiento diario de pura justicia y gratitud.

Desde la antigua Grecia hasta el siglo XIX la esperanza vida y, con ella la mortalidad infantil, se mantuvieron en cifras más o menos constantes y fueron los descubrimientos de la química y su aplicación en la higiene, en la medicina, en la farmacia, en la seguridad, en la construcción o en el transporte los que consiguieron que alcanzaran los niveles actuales.

El nuevo gran reto de la química para el futuro es seguir avanzando, haciendo cada vez más compatibles sus logros con la preservación del medio ambiente y extendiendo sus beneficios a las áreas del planeta que todavía no disfrutan de ellos.

Hagan ese ejercicio, por favor, pregúntense cómo sería posible casi todo lo que hacemos día a día sin la química... solamente hacer ese ejercicio sería una buena forma de celebrar el Año Internacional de la Química. Todos los días.


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