miércoles, 2 de marzo de 2011

Don Pascual Román, Mendeléiev y la “universidad del siglo”


Hace pocos días, un sabio llamado Pascual Román tuvo la amabilidad de regalarme un libro del que es autor sobre la vida y milagros de otro sabio, Dmitri Ivánovich Mendeléiev. (En este caso parece bastante bien traído el término "milagro" para describir los méritos científicos del personaje)...

El libro se llama “Mendeléiev. El profeta del orden químico” y relata la apasionante vida del padre de la tabla periódica de los elementos. El libro resulta verdaderamente absorbente y combina divulgación científica e historia de la ciencia a partes iguales. Muy recomendable.

Mendeléiev y el doctor Román tienen algo en común: los dos son “químicos del siglo”… químicos que viven en su tiempo y que combinan la investigación básica con las preocupaciones propias de su entorno.

Antes de nada, creo que lo primero que corresponde es pedirle perdón por la grosería de no haberle mandado una nota dándole las gracias cuando recibí el libro y, especialmente, por la amabilidad de dedicármelo en términos tan cariñosos. Al doctor Román y mi nos une una afición casi enfermiza por la historia y la pasión por la química. Por la química entendida como ciencia secular, como ciencia útil para mejorar la calidad y la sostenibilidad de la vida de la Humanidad.

Provenimos de dos ámbitos aparentemente opuestos. El doctor Román es Catedrático que Química Inorgánica en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV-EHU, uno de los mejores especialista en denominación química y en la Tabla Periódica de los Elementos que hay en España y yo soy un modesto abogado con una especialidad peculiar, pero el doctor Román es una persona con la que es extremadamente fácil conversar y cuya pasión por todo lo que hace es peligrosamente contagiosa.

Conocí al doctor Román hace ya unos cuantos años, cuando como parte del equipo decanal del la facultad que capitaneaba el también doctor y catedrático Juan Ramón González Velasco, ejercía la labor de Vicedecano de Inserción Laboral y Formación Complementaria, en la que trataba de facilitar a los alumnos el siempre complejo paso de la universidad al mundo laboral. Organizaba cursos, programas de prácticas, presentaciones de departamentos de recursos humanos de grandes y pequeñas empresas explicando qué piden a sus candidatos...

La preocupación de AVEQ-KIMIKA por ese objetivo viene de antiguo y es completamente interesada. Sí, han leído bien, no es una errata, es "interesada" porque cuanto menor sea la brecha entre los conocimientos que los titulados tienen y los necesarios para que el trabajo de esas personas empiece a ser productivo, mejor para la competitividad de las empresas, de modo que sí, teníamos (y seguimos teniendo) mucho "interés" en facilitar lo más posible esa inserción.

El ejemplo del trabajo del doctor Román, y los esfuerzos de sus sucesores en el vicedecanato de la Facultad de Ciencia y Tecnología, contrasta especialmente en el ámbito de la Universidad en el que, muchas veces, la formación de los estudiantes no parece estar orientada a facilitarles el tránsito hacia la empresa, dónde sus conocimientos les servirán, nada más y nada menos que para ganarse la vida.

Desde luego, el tópico de sabio ensimismado, encerrado en su laboratorio, que parece cuadrar tan bien con la imagen de Mendeléiev no se ajusta en absoluto al perfil del personaje histórico. El doctor Román tampoco responde a ese cliché y la Universidad, como institución, debería hacer un esfuerzo para salir de los restos que puedan quedarle de aislamiento.

Cuando entre el doctor Román y yo “liamos” (una característica que también compartimos es la de “liantes”… ) a antiguos alumnos de la facultad para que contarán su experiencia en esa travesía, todos dijeron algo así como: “ojalá hubiera yo tenido cursos y orientaciones como estas cuando estaba en esta facultad”…. ojalá la universidad saliera más “al siglo” como hizo Mendeléiev.


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