jueves, 2 de enero de 2014

¡Qué gordos están los patos!





Esta mañana he leído un “tuit” de alguien que no conozco y que se hace llamar Mr. Pink, que invita a la reflexión: “España es un señor dando de comer a los patos, apoyado en el cartel de prohibido dar de comer a los patos, quejándose de lo gordos que están”

La frase es sencilla, lúcida y muy gráfica.

En la última encuesta del CIS que preguntaba a los españoles: ¿cuáles son los tres problemas principales que existente actualmente en España?, fechada en noviembre de 2013, las cuatro respuestas más citadas fueron: El Paro (77,7%), La corrupción y el fraude (31,8%), Los problemas de índole económica (31,1%) y Los políticos en general, los partidos políticos y la política (29,7%).

Ambas cosas, frase y encuesta, me han llevado a recordar algunas experiencias y anécdotas de estos últimos meses.

Hace unos días, un joven empresario me contaba cómo contrató la página web de su empresa, hace ya algún tiempo: “Un conocido, con el que coincidíamos en el parque con el niño, se había puesto por su cuenta como diseñador de páginas webs. No es que lo conociera demasiado pero, en fin, un poco por solidaridad entre emprendedores, le pedí un presupuesto para renovar la web de la empresa.

Me envío un documento muy bien cuidado, con una imagen corporativa muy seria, en PDF. El presupuesto era muy económico y las referencias de otras webs diseñadas por él me gustaron mucho.

Le encargamos el trabajo y estuvo entregado en la fecha acordada. Plenamente satisfecho le dije:

-       Conforme, mándame la factura y te la pagamos en 30 días.
-       No, no puedo mandarte factura. Es que no me he dado de alta en Hacienda porque me cuesta dinero… me tendrías que pagar en metálico.
-       ¿Cómo?, pero… - acerté a decir incrédulo y, tratando de salir del paso con una broma, le dije - … yo no manejo yo billetes de 500 € y ando escaso de maletines…
-       Oye, perdona, me estás ofendiendo… - respondió el diseñador en tono airado - ¿me estás llamando defraudador? …

Hace un par de meses me llamó una empresaria asociada. Sinceramente creo que con el único fin de desahogarse. Es una empresa pequeña, especializada en un producto de muy alto valor añadido, con una plantilla de 6 personas, de las cuales 5 son titulados superiores o doctores.

“Una de las licenciadas, que lleva trabajando conmigo casi 4 años, lleva casi un mes cabreadísima conmigo y saboteando todo en lo que participa.

Todo empieza con que me dice que, después de Navidad, su novio se traslada a trabajar a Madrid y que han decidido que ella se irá también, dejará el trabajo y que hará un máster de 2 años que le interesa mucho.

La verdad es que, hasta ahora, estaba muy contenta con su trabajo y le dije que lo lamentaba mucho, que le deseaba toda la suerte del mundo y que le daba las gracias por avisar con plazo suficiente para tratar de buscarle una sustitución.

Entonces me propuso lo siguiente:

-       Podrías, si no te importa, hacerme un favor: haces como que me despides, hacemos el trámite y acordamos una indemnización, que no me pagas, claro, pero así puedo cobrar el paro durante el tiempo que esté haciendo el máster.
-       Disculpa pero parece mentira que lleves trabajando aquí tanto tiempo. Aquí no hacemos ese tipo de cosas…
-       Pues lo hace todo el mundo. Y me ha dicho mi novio que la indemnización que te desgrava de Hacienda como gasto, te la quedas tú para gastártela en lo que quieras.
-       Pues será que yo no soy “todo el mundo”. Sal de mi despacho y ve a trabajar. Si quieres marcharte, de verdad que lo siento, tu trabajo es excelente, pero yo no hago cosas raras.

Un amigo me contaba el otro día:

Hace unas semanas hicimos una obra en casa. Se trataba de renovar dos cuartos de baño. Cambiar azulejos y sanitarios.

Más que nada, con el afán de justificar los ruidos que iba a provocar la obra, colgamos un aviso en el portal junto con una copia de la licencia de obras municipal.

A los pocos días me encontré a un vecino en el ascensor:

-       ¿Y habéis pedido licencia de obras y todo?..  si eso no lo hace nadie…


Hará un par de meses, me llamó una empresa no-asociada:

-       Hola, sí, perdona, me habían dicho que tú nos podías ayudar.
-       Bueno, si está en mi mano, claro.
-       Es que hemos ampliado el pabellón y el vecino, un casero, nos dice que hemos elevado la pared demasiado alta y demasiado cerca de su parcela.
-       Bueno, eso opinará él, siempre que hayáis respetado lo que diga la licencia de obras y la licencia de actividad, ya puede decir misa.
-       Es que no pedimos licencia de obras… ni esa otra. Ya de paso, ¿ tendríamos que hacer algo de eso?


Estoy casi seguro que, todas esas personas, el vecino, el empresario que no pide licencias, el trabajador que quiere cobrar el paro fraudulentamente o el diseñador de páginas webs defraudador, verán está noche el informativo de la televisión y, cuando hablen de Bárcenas o del enésimo concejal detenido por corrupción, dirán con la lógica indignación:

“¡Qué vergüenza!, ¡qué asco de país!, ¡qué gordos están los patos!”… o algo similar.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Luis, enhorabuena por lo acertado del ejemplo d elos patos, y por los casos reales que nos has ido desgranando. Hace tiempo, un político (de cuyo nombre no quiero acordarme) decía que la legislación ambiental era muy buena en nuestro país, pero que "...adolece de errores diversos". Yo resumiría esos errores en dos: no se cumple, y no se renueva (salvo lo que nos imponen desde la siempre activa Unión Europea). Mucho tenemos que cambiar en la cultura de este país nuestro. Feliz Año Nuevo !

Anónimo dijo...

Muy interesante el artículo y me suscita muchas preguntas y reflexiones. A modo de ejemplo lanzo una.

Como asalariado por cuenta ajena que soy me preocupa mucho qué se hace con el dinero que pago a la administración a través de las distintas modalidades recaudatorias de que dispone. Por otro lado, las noticias que hemos ido recibiendo en los últimos años, y en particular, la relacionada con casos de financiación de los partidos, hablan de un nivel de corrupción intolerable. Al menos intolerable para mí que procuro no alimentar a los patos cuando está prohibido alimentarlos y menos cuando ya están gordos. Pero parece ser que mis conciudadanos no opinan lo mismo y tienen pensado seguir alimentando a los patos durante algún tiempo más (la semana pasada se publicaron datos de encuestas en las que le daban una clara ventaja a los patos más gordos de cara a unas futuras elecciones).

En estas condiciones ¿qué puedo hacer yo para dejar de participar en la alimentación de los patos? Pues tal y como están las cosas, y viendo la sociedad en la que me toca vivir, sólo se me ocurre hacer lo que hace el vecino u el diseñador de webs defraudador. Lástima que, como trabajador por cuenta ajena que soy, me tengan cogido por ahí y no tenga muchas alternativas.

Soy consciente de que todos los sistemas de gobierno de un país, entre ellos la democracia, han tenido, tienen y tendrán que pagar un cierto nivel de corrupción congénito (consecuencia de la naturaleza humana) y que se tiene que intentar minimizar al máximo. Pero en este país parece que no sólo no se lucha contra la corrupción sino que se incentiva y fomenta. No hay más que ver lo ocurrido en la Comunidad Valenciana, Castellón, Cataluña, Baleares, Andalucía, Canarias, Galicia...., regiones en las que ante la divulgación de enormes casos de corrupción, los presuntos responsables de la misma han permanecido en el poder con igual o mayor apoyo ciudadano en las urnas.